El año lo sabe

Sabe el 2017 que se está corriendo el Dakar, una carrera difícil que se inventó para que se diviertan varios millonarios depredando paisajes.

Jorge Sosa  - Especial para Los Andes

Y bien, comenzó el 2017 nomás. A los años no los para nadie. Son la influencia ineludible de las matemáticas en la vida del tipo: el tipo se cuenta en años. Ocurrió el 2017 que es nuevito pero ya tiene su experiencia: ya sabe que está en la Argentina, que aquí las cosas tienden a aumentar; aún la temperatura; que la política suele equivocarse aún en las cosas más acertables; que aquí manda el fútbol y los teléfonos celulares y que el presente nos pesa tanto como el pasado, lo que constituye un exceso de peso.

Sabe, el año flamante de las contradicciones;  que por un lado la pobreza nos da vergüenza, porque no puede ser que un país profuso en alimentos tenga bocas sin migas, y por el otro lado hay mucha gente que se fue de vacaciones, la mayoría al extranjero, porque, aunque parezca raro, Chile también es el extranjero.

Sabe que millones de argentinos no tiene trabajo, ni siquiera en negro, ni siquiera en negro oscuro, y que pasan los días solo pasando, sin hacer, sin producir, sin alcanzar unos menguados pesos como para pagarse aunque sea la mitad de ese día que está pasando.

Sabe el 2017 que se está corriendo el Dakar, una carrera difícil que se inventó para que se diviertan varios millonarios depredando paisajes.

Algunos gustos nos salen caros.

Sabe el año casi nuevo que anda un gobierno tratando de acertarle a algo y lidiando con esta situación que le legaron gobiernos anteriores que no le acertaron.

Sabe que estamos en verano y por temperaturas, aparece como un verano tan despiadado que los peces ruegan porque alguien tire algunos cubitos al río; que los aires acondicionados son uno de los mayores depredadores de energía y que esto pasa porque además del calor de la atmósfera, andamos calientes.

Sabe que el fútbol sigue siendo una de nuestras grandes pasiones, que Boca y River preparan un nuevo período de enfrentamientos y que la Selección Argentina ansía llegar a una nueva final de algún torneo que, seguramente, perderá por penales.

Sabe que están próximas las paritarias donde se discutirá en voz alta sobre los sueldos futuros y que a pesar de que “sueldo” podría tomarse como derivación del verbo “soldar” a muchos no les alcanza para tapar agujero alguno.

Sabe el año que puede encontrar un festival de frivolidades en la televisión argentina y algunos programas muy dignos que no se ven porque están ocultos detrás de las frivolidades.

Sabe que este es un año electoral y que dentro de muy poco comenzarán a barajarse nombres de “posibles” y después de “candidatos”; que luego llegarán los spot publicitarios donde nos explicarán todo lo que no van a hacer cuando hayan ganado y que en un domingo de octubre, feriado pero ocupado, volveremos a la escuela, tal vez para aprender cómo hacer para no equivocarnos tanto.

Sabe este nuevo período de la historia, ya ha aprendido, que la inconformidad es una de nuestras formas de ser, que no estamos verdaderamente satisfechos sin no insultamos por algo, por el clima, por la suegra, por los pibes, por “ella” (las comillas magnifican los pleitos), por los gobiernos, por el tránsito y por las dudas.

Sabe este 2017 que es simplemente un año, tal vez muy importante para el Gregorio que inventó nuestro calendario, pero en definitiva, un tiempo nuevo muy parecido al tiempo que pasó, porque la película sigue siendo la misma y siguen siendo los mismos los protagonistas, y lo que es peor, siguen siendo los mismos los extras, es decir, la gran mayoría de nosotros.

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