Economías regionales, las olvidadas del modelo

Ganaron impulso con la devaluación de 2002, pero desde 2011 son grandes perdedoras. Complicadas por el atraso cambiario, la pérdida de destinos de exportación y costos crecientes en pesos y dólares, pagan retenciones como si fueran ultra competitivas.

Economías regionales, las olvidadas del modelo
Economías regionales, las olvidadas del modelo

Los delicados equilibrios de la macroeconomía de hoy patean problemas hacia adelante, pero algunos sectores empiezan a pagar los platos rotos. El ancla cambiaria viene resultando un ancla efectiva para desacelerar la inflación y la limitación de los giros de dólares al exterior colabora para sostener las reservas.

Pero las economías regionales, sin infraestructura eficiente para llevar la producción a los puertos, con un tipo de cambio atrasado, costos crecientes en pesos y en dólares, precios en caída y un mercado internacional desinflado sufren las consecuencias.

La misma economía que muestra un nivel de actividad estabilizado después de una fuerte caída en la última parte del 2014 y un Índice General de Actividad con un incremento del 0,2% interanual en abril, es la que tuvo en abril un recorte del superávit comercial del 69%, producto de un mayor ritmo de caída de las exportaciones que de las importaciones. Entre enero y abril, el saldo de balanza comercial fue de U$S 420 millones, el menor nivel desde la salida de la Convertibilidad.

En el primer trimestre del año, el valor de las exportaciones de las economías regionales registró una caída del 4,6% en relación al mismo período del año anterior. Con este período, son 15 los meses de caída de las exportaciones.

Según datos recolectados por la Coordinadora de Productoras de Alimentos (Copal), los sectores que registraron las mayores caídas son la carne ovina, con una baja del 52,5%; manzanas, que retrocedió 50,7%; aceite de oliva y aceitunas, que perdieron 40,5% y 38,4%, respectivamente; los productos lácteos, con 36,5% menos de ventas al exterior; la carne aviar, con 32,9%, y las peras, un 26,2 por ciento.

Cómo ser competitivas
El dilema es si la salida para estos sectores es o no una corrección del tipo de cambio. El Gobierno es consciente del problema de las economías regionales, pero en la secretaría de Comercio que dirige Augusto Costa, el funcionario repite ante quienes esgrimen el argumento de la devaluación, que esa herramienta sólo generaría grandes ganancias a sectores que ya las tienen y a empresas que tienen una escala que ya las hace muy competitivas.

“Nosotros no pedimos una corrección del tipo de cambio, pero si es necesario mejorar la competitividad, porque las economías regionales están afectadas principalmente por la devaluación de Rusia y de Brasil, que han cerrado sus mercados, pero además tiene costos crecientes en pesos y una fuerte carga impositiva. Pagan derechos de exportación como si fueran súper rentables”, se queja Mercedes Nimo, directora ejecutiva de la Copal.

“Eliminar las reteciones a las economías regionales en su conjunto no tendría un impacto de más de U$S 200 millones en términos de costo fiscal para el Estado, y el sector de alimentos y bebidas exportó por U$S 27.000 millones el año pasado”, remarcó.

Los rubros complicados
Las reglas macroeconómicas tratan por igual a todos los productores de alimentos y en la misma bolsa están englobadas grandes corporaciones internacionales que fabrican alimento para animales y pequeños productores de miel u olivas.

En la industria de alimentos y bebidas, donde se integran la mayoría de las economías regionales, sólo 414 empresas son consideradas grandes, sobre un total de 14.528 firmas.

Mientras, 8.827 son microempresas integradas a la cadena de valor de esas grandes firmas que producen para venderle insumos al resto de los eslabones de la cadena. Pensar que si al grande le va mal tiene espaldas para soportarlo es ignorar lo que pasa con el resto de las firmas entrelazadas en el proceso productivo.

Dentro del colectivo de economías regionales hay un abanico diverso. Los sectores que tienen un mercado interno fuerte y sostenido resisten mejor.

Pero en esa lista se inscriben unos pocos: yerba mate, que aumentó sus exportaciones un 25%; las conservas y preparados de tomate y la cerveza, con una suba del 8%; la industria pesquera, que mejoró un 6%, y la de carne vacuna, que lo hizo con un 5% de las exportaciones.

Pero otros rubros, como la manzana y la pera, afectadas por una medida sanitaria impuesta por Brasil y sospechada de ser una barrera paraarancelaria, terminan la temporada de cosecha dejando el 20% de la fruta en las plantas, sin cosechar, porque tienen la certeza de que no hay mercado para esa producción y así, por lo menos, se recortarán pérdidas en salarios de jornaleros y empaques.

Así como retrocedió el precio de la soja y eso es parte de la agenda de información económica de todos los días, el precio de los alimentos viene en caída desde el 2010. El valor de las exportaciones de la región centro del país tuvo una baja del 11,2% entre el 2010 y el 2014, pero dentro de esa zona, el aceite de soja en particular tuvo una pérdida de valor del 16,9%.

En el Noroeste argentino, la pérdida de valor de las ventas al exterior fue del 8,6%, pero la industria de las aceitunas cayó un 41,4% en el período 2010-2014 y en lo que va de este año no logra repuntar como consecuencia de la caída de las compras que realiza Brasil desde que está en recesión.

En Cuyo, que tuvo un aumento de valor total de exportaciones, la uva sufrió una caída de 46,5% entre 2010 y 2014. Lo que reflejan estos datos es que los productos de mayor valor agregado son los que más disminuyeron las exportaciones.

El azúcar, por ejemplo, tuvo una caída del 69%; la conserva de frutas bajó un 60% sus ventas al exterior; el aceite de oliva retrocedió un 43%; los jugos, 26%; los dulces y mermeladas, 19%; el aceite de soja, 15%, y la leche, 8% menos.

Pérdidas millonarias
Con el mercado brasileño cerrado por medidas sanitarias, las frutas de pepita (pera y manzana), que destinan el 25% de la producción a ese mercado, pararon la cosecha de fruta y dejaron sin recolectar el 20% de la producción.

Además de la menor cantidad de jornales que pagaron por esa decisión, el sector de empaque -las plantas que almacenan y mantienen la fruta fresca y la preparan para distribuir en el mercado interno o para exportar- no tiene producción para sus galpones y empieza a mostrar problemas de personal, según dicen en la Copal. Las pérdidas de este sector están estimadas en los u$s 200 millones.

En el sector de productores de aceitunas se estima que la caída de las exportaciones suma unos u$s 30 millones con respecto al año anterior. El 90% de las ventas son destinadas al mercado de la exportación, por lo que la devaluación de Rusia, la caída del mercado brasileño y la aparición de saldos de exportación europeos que presionan los precios del mercado a la baja produjeron un cocktail perfecto para las pérdidas.

En tanto, la producción de azúcar no está empezando la zafra, afectada por una baja en el valor del producto del 51% entre 2011 y 2015 en el mercado internacional, la acumulación de excedentes stockeados de años anteriores y un costo laboral en alza, lo que resulta en una pinza que ahoga el negocio.

Como son pequeñas economías, el impacto está concentrado en las áreas donde está la producción, pero mientras no aparezca la escasez en los centros urbanos, el problema está encapsulado y puede ignorarse. La crisis está presente igual.

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