Los diamantes son eternos, las casas no

Sin embargo no todos lo derivados minerales, en su estado puro, transformados, manufacturados o industrializados, tienen esa propiedad.

La durabilidad de las partes componentes de una construcción por vía húmeda han sido clasificadas luego de años de estudios, análisis y estadísticas, confluyendo en un trabajo de mensurado de cuanto es la vida útil probable de cada material involucrado en una obra de construcción tradicional. Estos valores están itemizados en la Norma IRAM 11.553, que muestra la durabilidad promedio de cada tipo de material que compone una construcción, pero con una característica: se da por supuesto que todos ellos cuentan con un mantenimiento necesario.

Está estipulado que contablemente la vida útil de un inmueble es de 50 años. No obstante una cosa es la durabilidad de los materiales y otra muy distinta la vida probable en función de la amortización contable del capital. España desde hace varios años considera la vida probable de una construcción tradicional en 100 años. Ahora bien, ¿cuál es la durabilidad considerada en nuestro país?. Para las normativas que rigen las tasaciones inmobiliarias se ha estipulado como plazo de vida útil de una propiedad en 70 años. Pero esta afirmación no es siempre taxativa y por supuesto depende de un sin número de factores.

Es aquí donde entra en acción aquella tarea fundamental para extender la vida útil de cualquier tipo de construcción: el mantenimiento. Existe de parte del profesional encargado del proyecto y la dirección técnica, en algunos casos por desinterés y en otros por ignorancia, una falencia básica que es la de no informar al usuario del inmueble que es absolutamente vital y central un trabajo sistematizado y programado de mantenimiento continuo de las partes constitutivas de la construcción, debido al envejecimiento diferenciado de aquellas, lo que provoca ciclos muy variados de duración.

Una forma práctica y metodológica implementada hace algún tiempo en otros lares (en algunos países es obligatorio) es la entrega de un manual del usuario en el momento de la recepción de la obra terminada por parte del cliente, incluyendo entonces en el legajo general de planos, pliegos de especificaciones y memorias de cálculo y técnicas, el mencionado manual con instructivos acerca del comportamiento probable de la construcción y las acciones necesarias a realizar en forma programada.

Ese manual cuenta con un programa de actividades a cumplimentar que permiten comprobar, verificar e inspeccionar a lo largo del año, de manera repetitiva en los años sucesivos, el posible comportamiento, envejecimiento y final de la vida útil de ciertas partes constitutivas de una construcción.

Este método de control y mantenimiento permite que las prestaciones de las distintas partes conformantes de un inmueble se mantengan en óptimas condiciones de funcionamiento y confort, y por otro lado, que de manera preventiva se realicen los recambios y reparaciones necesarias y programadas, de forma tal que la construcción cuente con máxima eficiencia y su vida útil sea perdurable.

Como corolario, creo absolutamente necesario que el profesional actuante incluya en el legajo de obra que se le entregará al cliente un manual del usuario leído y aceptado por el propietario, de forma de ponerlo en conocimiento de cuáles son las tareas que debe cumplir para conseguir el mejor resultado y la mejor performance de su inmueble.

Los diamantes son eternos, las casas no. Pero su vida útil puede extenderse en el tiempo y lograr vidas probables que perduren, cumpliendo con el rol para el que fueron concebidas: dar refugio eficiente a las actividades humanas. /

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