Autoridades belgas buscaban el miércoles a un hombre fotografiado en el aeropuerto de la capital junto a dos suicidas, mientras crecen los indicios que apuntan a que las bombas en el aeropuerto y una estación de metro de Bruselas fueron obra de la misma célula del grupo extremista Estado Islámico que atentó en París el año pasado.
La capital de la Unión Europea se despertó blindada después de que 34 personas murieran y otras 200 resultaran heridas en los ataques del sábado. El grupo Estado Islámico, que estuvo detrás de los atentados que dejaron 130 muertos en la capital francesa hace cuatro meses, reivindicó la responsabilidad por las bombas de Bruselas, que dejaron al descubierto la vulnerabilidad de Europa ante una milicia que intenta propagar la violencia más allá de sus bases en Oriente Medio.
La policía realizó registros durante la noche y publicó una imagen de tres hombres caminando por el aeropuerto con carros portaequipajes en los que podrían llevar las maletas cargadas de explosivos.
La televisora estatal belga RTBF identificó a dos de los agresores como los hermanos belgas Khalid y Ibrahim El Bakraoui agregando que se cree que se inmolaron. Según la información, que no citó fuentes, Khalid El Bakraoui alquiló un departamento registrado por la policía la semana pasada en una operación que llevó a la detención de Salah Abdeslam, uno de los principales sospechosos de los ataques de París.
El tercer hombre fotografiado en el aeropuerto, está huido. Las autoridades no lo han identificado, pero el diario belga DH reportó que podría tratarse de Najim Laachraoui, a quien las autoridades belgas buscan desde la semana pasada como supuesto cómplice de Abdeslam.
Se cree que Laachraoui fabricó los chalecos bomba empleados en París, según un funcionario de la policía francesa que dijo que se encontró ADN de Laachraoui en todos ellos y en un departamento de Bruselas donde se fabricaron. El funcionario habló bajo condición de anonimato porque la investigación sigue en marcha.
Abdeslam fue detenido el pasado viernes en el vecindario de Bruselas en el que se crió, un barrio difícil al que estaban vinculados varios de los radicales que atacaron un estadio, una sala de conciertos y varios cafés en París, en unos atentados que aterrorizaron a Europa.
Un funcionario belga que trabaja en la investigación dijo que hay una "hipótesis plausible'' de que Abdeslam formase parte de la célula ligada a los ataques de Bruselas. La fuente habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizada a hablar en público sobre una pesquisa en marcha.
En los últimos días, autoridades belgas y francesas han reconocido que la célula que estuvo detrás de los ataques de París era mucho más grande de lo que se creyó en un primer momento, y los acontecimientos de esta semana sugieren que el mismo grupo podría haber llevado a cabo los atentados de Bruselas.
El ministro de Justicia belga dijo el miércoles que el país seguirá en su nivel más alto de alerta terrorista hasta nuevo aviso. Esto supone la existencia de una amenaza de ataque ``inminente''.
El aeropuerto y varias estaciones del metro de Bruselas permanecían cerradas el miércoles. Las fuerzas de seguridad hacían guardia en el vecindario que acoge las sedes de instituciones comunitarias, mientras los nerviosos resientes de Bruselas regresaban a la escuela y al trabajo bajo una fina lluvia.
Como corresponde a una ciudad cosmopolita como Bruselas, el ministro de Exteriores dijo que entre los muertos sumaban 40 nacionalidades distintas.
"Es una guerra que el terrorismo ha declarado no solo en Francia y en Europa, sino en el mundo'', dijo el primer ministro de Francia, Manuel Valls, el miércoles en la radio Europe-1. Valls, que tiene previsto visitar la capital belga más tarde en el día, pidió la imposición de controles más estrictos en las fronteras externas de la Unión Europea.
"Debemos ser capaces de enfrentar la extensión del islamismo radical (...) que se extiende en algunos de nuestros vecindarios y pervierte a nuestros jóvenes'', apuntó. Los atacantes de París eran en su mayoría ciudadanos franceses y belgas, con raíces en el norte de África, y algunos procedían de barrios marcados por al discriminación, el paro y el aislamiento.
En su reivindicación de la responsabilidad por el ataque, el grupo Estado Islámico dijo que sus miembros hicieron estallar chalecos suicidas tanto en el aeropuerto como en el metro, donde mucho pasajeros lograron ponerse a salvo por los oscuros túneles llenos del humo resultante de la explosión. La milicia radical advirtió de más ataques, prometiendo ``días negros'' para los países que forman parte de la coalición para derrotarla, apuntó en un comunicado.
Responsables europeos de seguridad llevaban semanas preparados para un ataque importante y habían advertido que EI estaba preparándose para atacar.