De espaldas al asunto

El gobernador Alfredo Cornejo pidió hace meses que el camarista José Valerio fuera a la Suprema Corte local. Valerio está considerado como "magistrado mano dura". Pero lo acusan de firmar fallos misóginos y homofóbicos.

Cuando Cornejo pidió a Valerio, la sociedad mendocina solicitaba la mano dura que un juez duro como él bien podía encarnar.

Sin embargo, en setiembre -con cuatro femicidios- y en octubre -con el caso  Zalazar- la demanda mutó sin que nadie lo esperara: la inseguridad -igual de latente como siempre- pasó a segundo plano casi suplantada por el reclamo de mujeres para pedir que se haga algo para que Mendoza no se presente como la "capital nacional del femicidio".

Hubo marchas de "Ni una menos", y en la última frente a la Legislatura nadie del poder apareció para escuchar a quienes dicen estar hartas del machismo.

Por eso la postulación del Valerio de la mano dura terminó llegando a destiempo. Porque las mujeres sospechan que un juez que cree que un gay lleva una vida licenciosa y que por eso tiene más posibilidades de ser asesinado, es alguien que no va a velar por sus problemas.

Ellas trastocaron la agenda y bajaron del primer lugar al "flagelo de la inseguridad". La idea de Cornejo acerca de un integrante de la Suprema Corte que sea impiadoso con los chorros se agotó de modo natural por el reclamo de mujeres para que se haga algo desde la política con la endemia de la violencia machista.

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