Con cada minuto que pasa, la indignación y la consternación por los abusos denunciado en el instituto Antonio Próvolo (al que asisten chicos mendocinos con hipoacusia y otras discapacidades) se acrecienta aún más.
Es que luego de que salieran a la luz las denuncias de padres y familiares de estos chicos contra curas y trabajadores de esa institución ubicada en Luján de Cuyo -a quienes acusan de haber cometido abuso sexual contra los alumnos-, otros episodios han ido haciéndose públicos y muchos adultos se han animado a radicar nuevas denuncias contra las autoridades de la escuela, también vinculadas a esta temática.
Durante la mañana de ayer, la Justicia dispuso la detención de un quinto empleado del instituto, por lo que ya son 5 (2 curas y 3 administrativos), mientras que también por la mañana 3 de los investigados fueron trasladados al complejo penitenciario San Felipe.
En tanto, hasta el mediodía de ayer, en la Oficina Fiscal 15 se hablaba de “no menos de doce denuncias”, mientras que el expediente ya contaba con 250 fojas -y contando-.
El fiscal a cargo de la causa, Fabricio Sidoti, detalló que se siguen acercando a la fiscalía (ubicada en San Martín 7686, de Luján) personas a declarar. Hasta ahora, los hechos relatados son de unos pocos años atrás e incluyen abuso sexual, maltrato y explotación.
En cuanto a las últimas denuncias que se sumaron en la jornada de ayer, señaló que se trata de casos de violencia física, no de abuso sexual.
Entre tanto, la Dirección General de Escuelas tomó cartas en el asunto y decidió intervenir la institución (ver página 11), que tiene una tradición oralista, por lo que no fomentan la enseñanza ni se manejan con lenguaje de señas.
“Hace un tiempo mi hijo (12) volvió de la escuela llorando, con moretones en los brazos, espalda y en las piernas. Fue algo que se repitió durante el último año. Cuando íbamos a poner la queja en la escuela, las mismas maestras nos frenaban para que no pusiéramos la denuncia y nos prometían que iban a hablar y resolver el tema. Pero nunca pasó nada. Y ayer, cuando veía la noticia, le pregunté a él y -con señas- me explicó que había visto cómo tocaban a otros chicos y se señalaba el cuello, haciendo alusión a los curas. No sé si le habrán hecho algo a él, me he quedado con un nudo en el estómago y ahora quiero que le hagan estudios”, contó Liliana Villegas, una de las mujeres que durante la mañana de ayer radicó la postergada denuncia en la dependencia judicial.
“Hasta el viernes pasado seguía yendo a la escuela. Ahora quiero sacarlo y cambiarlo”, continuó desesperada la mujer, quien no pudo aguantar la bronca y estalló en gritos de furia cuando uno de los patrulleros salió con dos de los detenidos en su interior para trasladarlos a la Penitenciaría.
De los casi 90 chicos que asisten al instituto, entre diez y 15 estaban internados en el lugar por lo que pernoctaban en el edificio ubicado en calle Boedo de lunes a viernes. Esto lo decidían los padres de los chicos y, generalmente eran aquellos que vivían en departamentos o sitios alejados del Gran Mendoza.
Destrozados
El regente del instituto y el primer detenido por estos casos (si bien las denuncias salieron a la luz recién ahora, algunos episodios datan desde 2007) es el cura Nicolás Corradi (82).
Lo llamativo es que su nombre ya estaba vinculado a casos de abusos sexuales cometidos en el instituto homónimo de Verona (Italia), por lo que resulta imposible de entender que haya sido designado como la cabeza de la sede mendocina. También fue el sacerdote el primero en ser trasladado durante la mañana de ayer a San Felipe.
El también cura Horacio Gorbacho (55) y el empleado administrativo José Luis Ojeda -quien también es hipoacúsico- completaron el trío de miembros del instituto que fueron derivados al penal ayer.
En tanto, Jorge Bordón -también administrativo y monaguillo del establecimiento- y otro empleado identificado como Armando Gómez permanecían hasta ayer en la Oficina Fiscal 15 a la espera de que se resuelva su situación.
La detención de Gómez se concretó por disposición del fiscal Fabricio Sidoti y fue la noticia más significativa de la jornada de ayer.
“Soy de Perdriel y con mi mujer dejábamos a mi hijo (7 años) internado acá. Así lo hicimos durante un año, pero hará seis meses decidimos sacarlo porque se había puesto muy violento. Llegaba los fines de semana a casa y se peleaba con su hermano (de 4 años).
Hubo un cambio en su conducta y no sé qué pensar. Por las dudas voy a hacerle estudios completos con la obra social, para saber si le hicieron algo”, contó Federico (25), otro de los humildes padres que durante la mañana de ayer esperaba infructuosamente que alguna de las autoridades institucionales diera la cara.
Sin embargo, en el extenso predio ubicado en Luján ni siquiera se habían asomado para levantar el diario que reposaba tal cual lo habían arrojado sobre una de las calles internas aún a horas del mediodía.
“No podemos creer todo esto, es muy duro y feo pasar por algo así. Imaginate lo que nos costó tomar la decisión de dejarlo acá”, siguió el joven. Su niño también es hipoacúsico y nació a raíz de una violación que sufrió su madre. Hace unos meses decidieron sacarlo del internado, pero no de la institución ya que no existe otra de características similares para chicos con este tipo de discapacidades.
“Estando en casa habíamos logrado que dejara de usar pañales y hasta iba al baño. Pero cuando lo dejamos en el instituto, empezó a hacerse caca encima de nuevo”, continuó con la angustia marcada en su rostro.
“Hace unos tres años hubo un percance con el monaguillo y un chico que venía al instituto. La madre sacó de la escuela a su hijo y al acusado lo separaron por un tiempo, pero después volvió a sus funciones y quedó en la nada”, acotó del lado exterior del portón de ingreso Liliana, madre de otro chico de 15 años que asiste al Próvolo.
Los padres comenzaron a llegar a las 8 de ayer al establecimiento con la esperanza y la necesidad de que alguna autoridad del colegio los recibiera y diese alguna explicación. Sin embargo, lo único que tuvieron -oficial y extraoficialmente- era un mensaje de WhatsApp donde la directora comunicaba la suspensión de clases ayer y convocaba a una reunión a las 19 (“sin chicos y sin medios”).
“Si no dejan entrar a los medios, nosotros no vamos a entrar. Necesitamos que se sepa lo que ha pasado y qué versión nos dan desde la escuela”, advirtieron durante la mañana.
“Traje a mi hijo hasta el año pasado, pero decidí sacarlo después de que unos chicos contaran que un maestro le había querido mostrar sus partes íntimas. Me reuní con las autoridades y hasta amenazaron con ponerme una demanda por la acusación. Ante la duda, decidí sacar a mi hijo”, contó Ana Olivera, otra de las madres que también se decidió ayer a hacer la denuncia.
“No parecía una escuela, era más bien una cárcel. Mi hija salía siempre llorando. Los chicos necesitan una escuela así, pero sería fundamental que saquen a esas autoridades y no sea más una escuela de curas”, manifestó a su turno Emilce.
“Es terrible. Podría haber sido mi hija la víctima y lo peor es que nadie da la cara. No nos dan ninguna respuesta, nos convocan a la tarde, sabiendo que muchos venimos desde lejos. Durante 7 años mandé a mi hija aquí, pero la voy a sacar”, completó Rosalía Arce, mamá de una nena de 12 años que tiene una hipoacusia profunda completa.
“Hace más de tres meses que mi hijo no quiere venir al instituto y llora, se enoja. Como somos de Tupungato, lo dejábamos internado -de lunes a viernes-, pero un día comenzó a llegar con rasguñones y moretones. Nosotros pensamos que se los hacía jugando, pero ahora no sabemos qué pensar”, siguió preocupado Jorge Muñoz, otro de los padres que se acercó a la oficina fiscal.