Cornejo sueña con un "operativo clamor" para la reelección

El oficialismo apura el proyecto de reforma constitucional. El objetivo es aprobarlo antes de mayo. El Gobernador no se pronuncia, aunque sus leales operan para convencer a propios y extraños de que es imprescindible.

Marcelo Zentil  -mzentil@losandes.com.ar

“El Alfredo no va a decir nada, no quiere hablar de la reelección. Sabe que si lo plantea, el proyecto nace muerto. Entonces, se lo tenemos que pedir nosotros, los radicales, y la sociedad”.

El que habla es uno de los cornejistas “de la primera hora”, con un despacho importante en Casa de Gobierno y que admite estar trabajando subterráneamente y no tanto para que haya un “operativo clamor”.

Aunque cueste imaginar a los mendocinos gritando “Cornejo no se va, Cornejo no se va”, la maquinaria ya se puso a andar y tiene como engranajes a operadores políticos del Ejecutivo y la Legislatura.

Santa Rosa, con su elección de intendente, abre hoy el año electoral y un triunfo oficialista sería una muy buena excusa para empezar a blanquear las intenciones de reformar la Constitución, que la semana pasada cumplió 101 años.

En eso piensa el oficialismo, que ve aún lejano el tiempo de definir las principales candidaturas al Congreso. Primero, hay que asegurar el proyecto político del "jefe".

El tiempo apremia y en la Legislatura ya se han puesto plazos: la ley de necesidad de la reforma para que los mendocinos definan por sí o por no debe estar aprobada antes del 1° de Mayo, para que se vote junto con las legislativas. Restará definir si el referéndum se hace en las PASO de agosto o la general de octubre.

Después de mayo, la pelea electoral se instalará en la vida cotidiana de los partidos y hará imposible cualquier acuerdo. “Es ahora o nunca”, concluye un intendente del Gran Mendoza, que anticipa su apoyo a la reelección de Cornejo, aun en contra de sus propias ambiciones.

Otro de los cornejistas de siempre coincide con los argumentos de su correligionario que impulsa el “operativo clamor” y lanza: “La pregunta es si el Alfredo se merece, por todo lo que hizo en tan poco tiempo, la oportunidad de estar cuatro años más”.

Ambos esperan que sean la dirigencia política y la ciudadanía los que contesten eso y también si ven hoy a algún otro potencial candidato con más aptitudes para el cargo. La primera respuesta debería ser “sí”. La segunda, “no”. La admiración y cierta obsecuencia se cuelan entre sus palabras.

Tal vez la convicción de ambos funcionarios suene extraña cuando nunca, ni en público ni en privado, Cornejo ha aceptado ante un “extraño” a su círculo íntimo que tiene interés en la reelección.

Pero en el “planeta Cornejo” no hay lugar para la autonomía ni las sorpresas. Por eso, si ellos hablan y militan la reforma es difícil creer que su jefe no lo sabe: él se los ordenó o, cuanto menos, los autorizó.

El Gobernador, es cierto, logró en pocos meses ocupar el centro de la escena política y no hay contendientes a la vista que puedan desafiarlo. Las razones son varias.

Con el radicalismo encolumnado sin chistar, un gabinete armado para obedecer y los intendentes alineados, anuló las ambiciones de cualquier eventual rival interno.

El peronismo, demolido tras las sucesivas derrotas,  decidió que era hora de lamer sus heridas a la espera de un nuevo líder que tarda en aparecer y acató las reglas de juego como una oposición dócil,  amable.

El juego de la seducción

En el radicalismo concuerdan en una palabra cuando hablan de la Constitución: consenso. Es la condición exigida por Cornejo. De lo contrario, el intento rápidamente quedará embarrado, como todos los anteriores.

Es sabido que al Gobernador no le gusta dar pasos en falso. Por eso, antes de avanzar, quiere tener asegurado el apoyo de una amplia mayoría política. También hubiera preferido que el Gobierno nacional no se equivocara con sus predicciones y el contexto económico ya fuera sensiblemente mejor.

Con el bolsillo lleno, la gente es más proclive a apoyar al oficialismo, incluso un plan como la reforma constitucional que siempre suena a “cosa de políticos” y genera sospechas. Igual, el oficialismo se esperanza en que la prometida mejora llegue antes del referéndum.

Pero como ya se dijo, no saldrá de la boca del Gobernador el anuncio de una reforma de la Constitución. Otros pondrán la cara por él.
El proyecto que asoma como el "oficial", aunque no lo admitirán en Casa de Gobierno, es el del senador Juan Carlos Jaliff, un hábil negociador que ya ha recorrido despachos de intendentes y legisladores peronistas para lograr apoyos.

El problema para el propio oficialismo es que la vicegobernadora, Laura Montero, abrió el camino el año pasado y comenzó a instalar en la agenda la reforma integral.

En noviembre, cuando trascendió el plan de Jaliff, hubo reproches internos y el operativo se frenó, al menos públicamente, porque el senador y ex vicegobernador siguió con su misión silenciosamente.

“Antes de avanzar, tenemos que lograr el consenso hacia adentro, porque no podemos hacer papelones”, se sinceró un operador de Cornejo.

El proyecto de Jaliff reúne cambios propuestos por los últimos cuatro gobernadores: Iglesias, Cobos, Jaque y Pérez. Pero también, para evitar nuevos choques, ha sumado varias ideas planteadas en las jornadas organizadas por Montero.

En el Gobierno confían en que el peronismo “de los intendentes”, al menos, acompañará, como ya se lo han asegurado en privado al propio Gobernador y lo han expresado públicamente.

El PJ quiere que la reforma sea integral y el radicalismo está dispuesto a dársela: nuevos derechos, el agua, la Justicia, la representación electoral, etc.

Más difícil parece convencer al siempre esquivo FIT. “Estamos dispuestos a escucharlos y que incluyan si quieren en la ley que un legislador gane como un maestro, para debatirlo en la Constituyente . Queremos que participen”, cuentan.

El objetivo imposible es que nadie haga campaña en las legislativas en contra de la reforma. Saben que el “no” siempre genera una corriente de simpatía que suma muchas votos, que pueden complicar el proyecto y también la renovación de bancas.

Aunque, para lograr la reelección, el oficialismo deberá mejorar el argumento: permitirla porque Cornejo es “el mejor” y el “más apto” para el cargo, aun cuando fuera cierto, suena débil y a la vez muy peligroso. Nadie sabe los malos que nos esperan después.

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