Cómo tocar fondo en la década ganada

La ley de endeudamiento no soluciona los problemas financieros, ni siquiera se sabe quién financiará el descalabro en el que está el Estado.

Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes

Finalmente la Legislatura provincial aprobó, con pequeñas modificaciones, la ley que autoriza al Ejecutivo actual y al futuro a endeudarse por 5.800 millones de pesos, incluido un bono por $ 1.000 millones adicionales.

Esta no es una buena noticia porque genera un compromiso futuro que marcará a los mendocinos por varios años más de los que pueda durar la gestión de Alfredo Cornejo. Es que la deuda no servirá para que Mendoza crezca sino para hundirla a niveles más profundos, como producto de los deplorables niveles de la clase dirigente que la provincia haya tenido, tanto a nivel político, gremial y empresarial.

Una historia con varios actores
La provincia tenía aceptable nivel de actividad económica, en consonancia con la recuperación económica argentina producto de un contexto internacional en el que se juntaron una muy baja tasa de interés, depreciación del dólar a nivel mundial, mayor demanda de China que crecía a tasas de dos dígitos y un inédito aumento del precio de las materias primas que llegaron a ser más valiosas que los productos industrializados.

Este “viento de cola” no fue aprovechado por la mayoría de los países emergentes para fortalecerse. Por el contrario, muchos países, bajo sistemas populistas, decidieron aumentar sus gastos en un mecanismo que nada hizo por terminar con la pobreza estructural sino que terminó generando castas de ricos que aprovecharon las dádivas intencionadas de los políticos, con la complicidad de los dirigentes gremiales.

En los inicios del gobierno de Néstor Kirchner, cuando Argentina crecía y Mendoza recibía gran cantidad de fondos de coparticipación, el entonces gobernador Julio Cobos consintió las políticas de la Nación, una de las cuales congeló el precio del petróleo, causando un perjuicio notable a las provincias.

Mientras tanto, los gremios estatales comenzaron a avanzar tras un objetivo político, el cual era que el 80% del Presupuesto provincial fuera destinado a sueldos. Estos dirigentes tenían y tienen objetivos políticos y, de hecho, se han adueñado del Estado y tienen acorralados a los cobardes dirigentes políticos mendocinos.

Para evitarse problemas, los políticos comenzaron a ceder a las presiones de los gremios. Ellos tenían, además, vicios que cubrir. Llenaban los organismos públicos de asesores, amigos, ñoquis y amantes.

Los gremialistas, sabedores de estos vicios, supieron sacar partido y consiguieron avanzar sobre el Presupuesto público. Es recordada la anécdota de una protesta frente a la casa de Cobos en la cual el entonces gobernador se desvaneció, al parecer, sofocado por la presión que recibía.

Mientras consentía a los gremios, Cobos consentía a Kirchner y esto le valió ser vicepresidente en la primera gestión de Cristina Fernández hasta que la fatídica resolución 125/08 lo obligó a tomar una posición negativa para el gobierno. Su voto “no positivo” marcó el perfil político de Cobos.

Lo continuó Celso Jaque, otro incondicional de Kirchner, que continuó aumentando el gasto y el endeudamiento provincial, mientras seguía llenando de personal la administración pública. La gestión de Jaque, de la que fue parte Francisco Pérez, se caracterizó por mantener la inoperancia, la falta de ideas y la poca claridad en la administración de los recursos.

A pesar de los éxitos de la economía, tanto Cobos como Jaque gastaron muchos fondos públicos en políticas asistencialistas al sector productivo que se quedó sin incentivos para mejorar y hoy depende de fondos públicos como si  no estuviera capacitado para andar solo.

Luego llegó Pérez, cuando las políticas nacionales que admiraban tanto él como sus antecesores. Así comenzaron a sentirse los efectos letales del derroche del kirchnerismo, cuyos logros comenzaron a desmoronarse como un castillo de arena. La economía en su conjunto comenzó a paralizarse, la inflación se consolidó, los subsidios se multiplicaron y el deterioro comenzó a salir a la superficie, sin que las estadísticas truchas pudieran ocultarlo.

Pérez también sucumbió a los gremios mientras veía que la economía provincial se caía. No obstante, siguió aumentando el gasto con obras faraónicas destinadas más a su gloria personal que a cubrir una verdadera necesidad social.

Sin recursos antes de tiempo
Pérez tuvo problemas con los Presupuestos de 2014 y 2015 después de que en las elecciones de 2013 emergiera Alfredo Conejo como nuevo líder opositor. En todos los casos, el discurso radical era pedir al gobernador que no tomara deuda y que ajustara el gasto.

Sin embargo, después de ganar las elecciones, Cornejo y Pérez decidieron acordar un contexto para posibilitarle endeudamiento a Pérez a cambio de un permiso de endeudamiento sin límites al próximo gobernador por los próximos dos años. El sueño (nada democrático) de Cornejo era que la autorización fuera por cuatro años para prescindir de la Legislatura durante toda su gestión.

La realidad es que, aun con la ley, Pérez no consiguió que el Banco Nación le ampliara el crédito sino que tendrá que conseguir fondos vía préstamos o con bonos, para saldar la deuda con el banco antes de fin de año. Mientras tanto, los sueldos los está pagando: un poco, con recursos propios; otra parte, con adelantos de coparticipación que le descontarán a Cornejo en diciembre. ¡Bienvenido al juego!

El resto de la autorización de endeudamiento tendrá que buscarla en momentos en que nadie quiere prestar al Estado, salvo a tasas usurarias, hasta que no haya cambio de gobierno. Pérez deberá lidiar con pagar sueldos de octubre y noviembre y solucionar algunos problemas urgentes con proveedores de servicios básicos al Estado.

La ley no soluciona nada, llegó muy tarde. En parte, por culpa del oficialismo y en parte, por culpa de la oposición que jugó este juego, que no es gratis, aunque gane. Ya le pasarán sus propias facturas.

Lo real es que Mendoza se verá paralizada por un Estado megalómano manejado por políticos inescrupulosos e ineptos que, seguramente, le echarán la culpa a la gestión anterior. Hasta ahora no se ven ideas distintas a las viejas recetas populistas para los años que vienen y el destino de la provincia no luce positivo. Es para que los mendocinos aprendan y se hagan responsables de lo que votan.

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