El mundo de dragones, hadas, ángeles, mujeres guerreras y castillos es el mundo del pintor y dibujante Ciruelo, el talentoso artista nacido en Buenos Aires y radicado en Barcelona desde 1987.
Ciruelo demuestra en cada obra su despliegue técnico y virtuosismo, producto de un trabajo meticuloso y obstinado. “Mi inspiración viene de mi pasión por las culturas ancestrales, por la cosmovisión que tenían y por la cercanía con la naturaleza y con el universo”, confiesa.
La pintura que eligió para ilustrar esta nota es la que realizó para la edición por los diez años del bestseller “Eragon”, del escritor estadounidense Christopher Paolini, que tiene a su hijo Ángelo como protagonista.
-¿Cómo surge tu interés por el arte fantástico?
- Viene de muy chico, desde los cuatro o cinco años, cuando empecé a dibujar y a mirar revistas y libros. Mi primera pasión fueron los animales. Para mí no había diferencia entre animales reales y animales fantásticos. Esto es muy común en los chicos, yo no era original en ese sentido, pero ocurrió que al ir creciendo el interés por dibujar fantasía también crecía, hasta que supe que esa iba a ser mi profesión.
-¿Lograste profesionalizarte como artista fantástico al irte a Barcelona?
-Sí. Porque hasta ese momento yo trabajaba en Buenos Aires haciendo ilustraciones para diferentes agencias de publicidad, pero el arte fantástico me tiraba mucho y en Argentina no había un campo específico para eso. Así que tuve que buscar un mercado en Europa para poder desarrollar mi carrera y me radiqué en Sitges, cerca de Barcelona, donde todavía vivo.
-El dragón es un animal mitológico que aparece en diversas formas, en varias culturas, y siempre con diferentes simbolismos asociados, ¿cómo te especializaste en ellos?
- En Barcelona empecé a trabajar para una editorial de literatura fantástica en la que me pedían especialmente dragones para las tapas de los libros. Al mismo tiempo me encontré con que Barcelona es la ciudad del dragón, ya que San Jorge es el patrón de la ciudad y su figura siempre está acompañada de la figura del dragón.
Por todos lados hay esculturas y forjas en las rejas de las puertas y de los balcones con la imagen del dragón, sobretodo en los edificios diseñados por Antoni Gaudí.
-Gaudí a su vez es una influencia muy importante para vos, ¿no?
-Sí. Es un gran maestro para mí porque, además de ser un increíble arquitecto, es un artista fantástico y yo me siento muy identificado con su trabajo. Murió hace casi cien años pero el legado que dejó es para siempre. Con él comparto la misma pasión por las formas orgánicas de la naturaleza, los animales y el dragón.
Yo me especialicé en dragones a partir de mi libro “El Gran Libro del Dragón”, publicado en 1990 en varios idiomas, y durante los ‘90 trabajé mucho para editoriales de Estados Unidos y Europa. Al mismo tiempo, continué una investigación personal del tema porque los dragones están presentes en todas las culturas ancestrales del mundo y eso los convierte en algo misterioso y mágico.
- La familia, ¿apoyó siempre tu decisión de nclinarte hacia el arte?
-Mi situación familiar fue un poco particular. Mi padre falleció cuando yo tenía cuatro años, mi mamá quedó sola para criarnos a mi hermano y a mí y trabajaba todo el día. Prácticamente, mi hermano y yo nos criamos gran parte del tiempo solos. Mi mamá, a quien adoro, no tuvo el tiempo, o la capacidad, de obstaculizar o apoyar mucho mi carrera artística.
Pero su esfuerzo estaba siendo el principal ejemplo para mí. Así que fui muy libre para decidir mi futuro y nunca dudé que me iba a dedicar a algo que me apasionara. Como nuestra situación económica era precaria no tenía nada que perder dedicándome a ser artista.
-Te insertaste en el mundo laboral siendo muy joven y estabas rodeado de varios ilustradores profesionales, ¿cómo fueron los comienzos en la década del '80?
-Cuando egresé me resultó fácil empezar a trabajar en publicidad, aunque tuve que empezar desde muy abajo, pero pronto estaba trabajando como ilustrador y a los diecinueve años ya estaba ganando buen dinero. Nuestra situación familiar mejoró rápidamente también y me había convertido en el sostén principal de la familia.
Yo tenía talento y mucha capacidad de trabajo y con mi técnica para pintar imágenes hiperrealistas, con aerógrafo, pude avanzar mucho en poco. Sin embargo cuando tuve veintidós años tomé una decisión radical, dejé la publicidad porque quería hacer arte fantástico.
Me fui a vivir a Barcelona y empecé de cero otra vez trabajando para editoriales que publicaban arte fantástico y que pagaban muy poco. Varias veces en mi carrera se volvió a repetir esa situación: dejar de lado las ventajas económicas para jugarme por hacer lo que a mí me gustaba más.
- ¿Cómo evalúas el momento actual del cómic y la ilustración en la Argentina? ¿Creés que hay nuevos valores?
- Sí. Hay grandes artistas en Argentina, dentro del cómic sobre todo. En los años ‘80 el país fue una usina muy especial de creadores de cómic y también de arte fantástico.
Ya en los ‘90, todo esto empezó a mutar hacia el fenómeno manga que aún hoy es predominante en todo el mundo. Los artistas de cómic vemos una predominancia de este estilo que viene de Japón y que nos invadió suavemente a través de las producciones de animé de la televisión y el cine, con un estilo muy característico. Yo no soy consumidor de manga pero lo respeto. Me quedo con el cómic de estilo europeo.
En esta época el cómic perdió terreno ante la televisión, el cine, internet y las apps de los celulares. Aún así sobrevive en Argentina quizá más de lo que sobrevive en España y el país sigue produciendo buenos artistas. Muchos de ellos se ganan la vida en Europa y Estados Unidos con mucho éxito. Y por suerte hoy pueden trabajar desde su casa, a través de internet, sin tener que mudarse a otro país como tuve que hacer yo.
-Teniendo en cuenta que sos daltónico, ¿tenés un sistema particular para trabajar el color?
- Ese es un gran misterio. Es difícil explicar el daltonismo, pero siempre necesité a alguien a quien preguntar qué colores estaba poniendo en mi obra. Cuando era chico, era mi madre. Cuando me casé, en 1987, era Daniela quien miraba por encima de mi hombro controlando los colores que ponía, y en los últimos años es mi hija Lys. Pero es un tema muy extraño y misterioso.
Tengo que pensar en los colores para verlos, si no, veo todo en blanco y negro, creo. Manejo muy bien los valores de grises y las formas, y esa es la base de mi pintura. Mis análisis previos a pintar son más intuitivos y teóricos.
Estoy seguro de que lo que el público ve en mis pinturas es diferente a lo que yo quise poner. También sé que los colores y los valores son bastante relativos y subjetivos. En el arte fantástico tengo más permisividad para componer los colores de una pintura y ésa es también una razón por la que me siento cómodo en este campo.
-¿Se puede decir que esa dificultad para interpretar la lectura cromática te otorgó algún tipo de peculiaridad?
-Claro, tengo la capacidad de ver más o mejor los valores de grises, los volúmenes, las formas. Así como el daltonismo me representó una desventaja para la pintura, también me presentó una ventaja a la hora de crear mis Petropictos, que es mi técnica de pintar sobre piedras.
Cuando agarro una piedra y la miro, veo formas en las texturas, en los colores, en los accidentes que tiene, y esto es lo que yo aprovecho para conseguir una obra tridimensional sólo a través de la pintura. Evidentemente esto está relacionado con mi daltonismo porque el color no me distrae y veo las formas de manera realzada.
- El fondo en tus trabajos parece tener la misma atención que la figura central, ¿es así?
- Yo generalmente trato de lograr un equilibrio entre el fondo y las figuras que están adelante, los protagonistas. Pero las dos cosas me interesan por igual. Principalmente podría decir que lo que más me inspira es la naturaleza, soy un admirador y un apasionado de la naturaleza.
Todo el tiempo estoy mirando el cielo, fotografiando las nubes, viendo los colores de los atardeceres, los árboles cómo se recortan, o cómo se iluminan por el sol en diferentes momentos, las montañas, etc. Eso es lo que se ve en mis pinturas, los paisajes. Los personajes son generalmente fantásticos - dragones y hadas-, mezclados con personajes humanos que en general son mujeres.
En los últimos años hay una relación muy fuerte que establecí especialmente entre las mujeres guerreras y los dragones. En un principio fue algo muy intuitivo, surgió simplemente porque me gusta el tema pero más adelante fui comprendiendo el origen de ese interés.
-La relación entre las mujeres y los dragones ha sido siempre muy fuerte…
-La sociedad judeo-cristiana en la que vivimos demonizó al dragón que fue puesto del lado del mal. Se lo opuso a lo que era correcto, bueno y bonito y de algún modo también se demonizó a la mujer, ella fue la que tentó al hombre y por su culpa fueron expulsados del paraíso. Entonces se menospreció a todo lo femenino: la Tierra, la Pacha-mama y la luna, que quedó fuera de nuestro calendario.
-Para todas las culturas ancestrales, la luna fue fundamental.
-Sí, porque marcaba trece meses de veintiocho días así como el sol marca los días y el año. Y se estableció un calendario de doce meses, algunos de veintiocho días, algunos de veintinueve, otros de treinta, y algunos de treinta y uno.
La luna perdió su poder en nuestras sociedades cuando en realidad es de vital importancia en la naturaleza: regula las mareas, el crecimiento de las plantas, el período de la mujer, etc. En mis pinturas estoy reivindicando esas cosas que quedaron olvidadas o dejadas de lado.
El símbolo oriental del yin y el yang me parece más lógico ya que ninguna de las dos fuerzas antagónicas prevalece sobre la otra. Son energías opuestas que se entrelazan continuamente y las dos son fundamentales para mantener el equilibrio. Mi inspiración viene un poco de todo esto; de mi pasión por las culturas ancestrales, por la cosmovisión que tenían y por la cercanía con la naturaleza y con el universo.
-¿Cómo es tu atelier?
- Está en un lugar muy especial, en la cima de una montaña a 30 kilómetros al sur de Barcelona, sobre el mar Mediterráneo, con vistas hacia el mar y hacia las montañas. La casa la construí yo mismo con ayuda de mi mujer. Es una casa de tres pisos que me llevó mucho tiempo desde que empecé a construirla en el año ‘97.
Construir mi propia casa fue una de las experiencias más fuertes de mi vida. Mi hijo, Angelo, se crió entre montañas de arena y cemento, y mi hija Lys, nació cuando ya estaba todo construido y flamante, como buena princesa que es. Realmente es el entorno perfecto para crear mi arte. Desde mi jardín tengo una vista panorámica que no tiene límites.
Hay una fauna muy poblada de jabalíes, zorros, conejos, ardillas, águilas, tortugas silvestres y puercoespines. Ahí está mi estudio, en el medio de mi casa, en el medio de mi familia. Porque no puedo separar mi trabajo de mi vida personal, para mí es todo una sola cosa.
-¿Qué podés adelantar del proyecto de trabajo con la mendocina Liliana Bodoc?
- Se trata de la producción de una película a cargo de la productora NOMAD VFX de Buenos Aires. El proyecto se basa en un libro de Liliana, “Tiempo de Dragones”, para el cual yo voy a diseñar los dragones. Por el momento eso es todo. La productora está en proceso de conseguir inversores y eso puede ser una tarea larga.
-¿Qué pintura elegiste para ilustrar esta entrevista?
-Se trata de “Eragon y Saphira”. En 2005 escribí una historia que ilustré con 80 pinturas y que se publicó como libro en España y Argentina con el nombre “Hadas y Dragones”. El protagonista de esa historia era un niño artista que amaba a los dragones y estaba inspirado en mi hijo Angelo, que desde muy pequeño estaba fascinado con los dragones.
Cuando mi agente literario en Estados Unidos empezó a buscar una editorial para publicarlo allí se encontró con que el éxito del libro “Eragon” hacía que los editores pensaran que no era buena idea publicar otro libro con la historia de un chico y un dragón.
Poco después entré en contacto con el joven escritor de “Eragon”, Christopher Paolini, que se declaró fan de mi arte y vino a visitarme a mi casa en Barcelona donde conoció a mi familia. Hace un par de años me pidió que hiciera una ilustración para la edición Décimo Aniversario de su libro que ya era un bestseller en todo el mundo.
Cuando le pregunté si quería que el chico en la ilustración se pareciera al actor de la película que se hizo en base a su libro me contestó que no y me pidió que pintara a mi hijo Angelo porque era así como él se lo imaginaba. Así que tanto en mi libro, como en el de Christopher Paolini, el niño amigo de los dragones es Angelo.
Perfil
Ciruelo nació en Buenos Aires el 20 de Julio de 1963. Vive en Barcelona, España desde 1987.
GUSTOS
Un libro: "La vida" de Nicholas Roerich
Un grupo de música/solista: Pat Metheny Group
Un disco: "Banks of Eden", The Flower Kings
Una canción: "El lenguaje del cielo", Luis Alberto Spinetta
Una película: "Avatar"
Una frase: Un día dije "no dibujo más, ahora quiero ser mago". Y cuando hice magia me di cuenta de que era igual que dibujar.
Un hobby: la guitarra
CONTACTO:
Facebook: Ciruelo
Web/Blog: www.dac-editions.com