Cierre de lujo para los caminos del vino

Hoy es el último día del 17º ciclo Música Clásica por los Caminos del Vino. Cerrará con un concierto en el Independencia que tendrá como solista al violinista porteño Rafael Gintoli, que tuvo un mano a mano con Estilo; habló de su notable carrera. De los

Aquí hay dos historias. Una que empieza en 1923, cuando fue construido, y sigue en 1930, cuando ganó un primer premio de sonoridad en Bruselas.

Pocos violines podrían presumir de tamaño reconocimiento, de tal calidad, y de tener en su interior la firma del belga Eugène Ysaÿe, uno de los virtuosos más notables de finales del siglo XIX y principios del XX. Además, fue usado en sus últimos años por Lucien Capet, otro virtuoso de la época.

Este violín llegó, en algún momento del siglo, a nuestro país, donde estuvo varios años dormido en una colección privada. Cierto día salió a remate, y aquí es donde empieza la segunda historia: cuando el padre de Rafael Gintoli, que tenía por entonces apenas 18 años, se lo compró con mucho sacrificio, y con la convicción de que llegaría lejos.

Desde entonces están juntos: hombre y madera. Así que, cuando Gintoli estremezca las cuerdas de su violín en el concierto que cerrará esta edición de Música Clásica por los Caminos del Vino (hoy en el Teatro Independencia),  habrá un magnetismo de casi cien años dando vueltas por la sala.

Repartido en 51 conciertos en toda la provincia, el último encuentro será en nuestra Sala Mayor, y convocará a la Orquesta Filarmónica de Mendoza, dirigida por Gustavo Fontana, que acompañará a Gintoli en el Concierto para violín y orquesta Nº1 de Max Bruch.

También interpretará dos de los Movimientos Tanguísticos Porteños de Ástor Piazzolla y la Sinfonía Nº9 "Nuevo Mundo" de Antonin Dvorak, que la orquesta repetirá el jueves próximo en su debut en la Ballena Azul del Centro Cultural Kirchner.

Pero ahora Gintoli está en Mendoza (una vez más), donde reconoce tener muchos buenos amigos y disfrutar del malbec. Una geografía que, además, le recuerda los encantos de Trento, en el norte de Italia: el clima, apenas llegado, le provocó una sensación debajo de la nariz que lo hizo viajar hasta otro punto del planeta, hasta otra etapa de su vida. "Todo está cuidado acá: las calles, las veredas, los árboles, pero también se parecen en la forma de vivir, en el vino…", comenta al pasar.

Después de sintetizar la historia de su pequeño compañero de vida, mientras está sentado en el bar del hotel tomándose un té "five o' clock", repasa con Estilo anécdotas de su larga carrera.

Es desinhibido y las palabras le salen fáciles: recuerda, por ejemplo, la vez que en ocasión de unos conciertos en La Sorbonne (París) casi le quitan su instrumento por no tener en ese momento los documentos que acreditaban que lo había adquirido de una forma legal. Lo creían perdido, le decían…

-Venís con un concierto arduo, ¿cómo lo describirías?

-Es una de las obras románticas por excelencia. Ha sido siempre uno de los hits de la música hecha para violín. Obviamente, le gusta al gran público, es una obra muy densa, bastante complicada tanto para la orquesta como para el violín. Es una obra típicamente virtuosa, una de las que se tocan con placer...

-¿Es que hay alguna obra que se toque con displacer?

-No... hay obras que se tocan con un cierto compromiso; con un poco de sacrificio, digamos. Si bien hay obras que son grandes, hermosas e importantes, son más distantes de la oreja del público, e incluso de la oreja de nosotros, los violinistas. No es en este caso. Es una obra "cartón lleno", te cumple todos los roles: tenés que ser virtuoso, la obra va a gustar seguramente al público, etcétera.

-¿Y sucede que se tenga que tocar algo por compromiso?

-La cuestión es la siguiente: si te llaman para tocar una determinada obra y vos te comprometés, aunque la obra no sea de tu total convencimiento muchas veces, vos tenés que analizarla y verla tal como la vio el autor. ¿Sabés qué sucede? Creo que cada autor tiene una época, un lugar, un idioma, una forma de vivir, una forma vestir, una forma que pertenece a su núcleo social, y creo que uno tiene que entrar dentro de todo eso, tiene que mimetizarse con lo que ve escrito.

-Algunas cosas resultarán un poco más o menos lejanas…

-Algunas veces sí, pero no sé si tanto, porque cuando te vas metiendo adentro, cuando conocés ciertas cuestiones "idiomáticas", por ejemplo, eso se te abrevia muchísimo.

-¿Te sentís muy cercano, por ejemplo, al tango?

-Muchísimo, me encanta. Además de estar en la Orquesta Nacional de Música Argentina "Juan de Dios Filiberto", me siento cercano porque me gusta y porque considero que hay autores de tango que son grandes autores, que cubrieron el "esquema tango" como también podrían haber cubierto el "esquema" de una sinfonía.

-Y también cercano al chamamé, porque tocás seguido con el Chango Spasiuk en el espectáculo "Tierra colorada en el Teatro Colón", ¿no?

-Tenemos muchos conciertos con Chango, y son fantásticos. ¡Ves, eso es lo que yo te digo! Son mentes creadoras, fantásticas, que de pronto con sus creaciones junto con, por ejemplo, Popi Spatocco, que hace los arreglos y las adaptaciones orquestales, hacen surgir una música muy genuina, muy buena, de un nivel muy alto.

Ojalá hubiera tanta música clásica también de este nivel, ese chamamé tan lindo.  Ese espectáculo lo venimos haciendo desde hace bastante tiempo (N. del R.: lo trajeron a Mendoza en diciembre de 2015) y goza de una gran aceptación de la gente, pero también de una gran aceptación nuestra, porque amamos ese programa.

"Yo creo que uno hace música. ¿Con qué? Con lo que tenga alrededor. Llega un momento en que la música es todo, no solo un instrumento, es una forma de expresar, una forma de querer, una forma de vivir", dice, recordando que en un momento tuvo que elegir entre especializarse en el violín o piano. Una elección difícil y dolorosa, pero de la que no se arrepiente.

-De todos los públicos que te vieron, ¿cuál es el que más recordás?

-El taiwanés, es impresionantemente fervoroso, cosa que no me imaginaba. Tanto en la música clásica como en el tango. Yo toqué mucho allá, y ahora voy a China como jurado en el Primer Concurso Internacional de Violín en Beijing (somos 14 jurados de 14 países distintos).

-¿Y cómo se mira desde Buenos Aires este festival?

-Primero, los músicos lo ven con muchas ganas de venir y de tocar. Segundo, el público con mucha expectativa. No te olvides que este festival mendocino es uno que tiene ya mucha trascendencia, que está en la mira de toda la gente. Está metido no solo en el calendario cultural melómano, sino de la Argentina.

-Esta edición, como la anterior, tuvieron la particularidad de que los músicos, casi en su totalidad, fueron locales. ¿Cómo lo ves?

-Está muy bien, porque le da cabida, ¡y mucha! a los músicos locales, que es algo que se necesita para poder desarrollarse: uno tiene que tocar para hacerlo. También es muy importante lo otro para el público, escuchar un poco de todo, pero para el músico local es muy importante tener siempre la oportunidad de que cada tanto tiempo uno pueda "exponerse". Para mí es una oportunidad de lucimiento, pero para el músico local es una oportunidad de desarrollo.

Sobre el solista

Rafael Gintoli no solo es un virtuoso, sino un infatigable del violín: sus profesores fueron Emilio Pelaia, Humberto Carfi y Szymsia Bajour. En 1968 ganó el Premio Municipal (Buenos Aires) y en 1972 recibió una beca del Mozarteum Argentino y del Ministerio de Ciencias, Cultura y Educación de La Haya para perfeccionarse en Holanda.

Desde entonces colaboró con innumerables orquestas, y realizó giras en Estados Unidos (New Orleans, Washington, Los Angeles, New York) y en Europa (Amberes, Sofía, Kiev, París, Milán, Roma), entre otras ciudades.

En sus largos años en el exterior, llegó a ser concertino del Teatro Massimo de Palermo y del Teatro La Fenice de Venecia (dos salas legendarias del arte lírico), Orquesta Haydn de Bolzano, Sinfonietta del Teatro Lirico di Cagliari y Sinfonietta Roma. Hoy es concertino y solista de la Orquesta Nacional de Música Argentina "Juan de Dios Filiberto".

Programación para hoy

Sólo quedan entradas disponibles para el concierto de las 12 (Basílica San Francisco) y el de las 19 (Rodeo del Medio). El público puede ir directamente hasta el lugar para canjearlas por una caja de 800 gr. de leche en polvo.

A las 12. Cristian Canaviri, órgano de tubos. Lugar: Basílica San Francisco (España y Necochea)

A las 17.30. Ensamble Barroco Francés. Integrado por Lisandro Pelegrina, Javier Gelati, Eloisa Donatone y Hélène Daupin. Lugar: Capilla Patrimonial - Ex Hospital Emilio Civit (Parque General San Martín)
    
A las 18. Mendoza Lírica. Integrado por: Liliana Ruvira, soprano; Andrea Vaia, mezzosoprano; Marcelo Zelada, tenor y Pablo Fascio, pianista. Lugar: Teatro Municipal Luis Encio Bianchi (Rivadavia).

A las 19. Sotto Stelle. Integrado por: Jimena Semiz, Emilio Mini, Elda Pineda, Carmen Saraví, Agustina Guillen y Sebastián Zabala. Lugar: Santuario de María Auxiliadora (Ruta 50 s/n, Rodeo del Medio, Maipú)

A las 19. Vientos del Plata . Integrado por: Rosa Ynés Batura, piano; Irina Gruszka e Inés Batura, flautas. Lugar: ECA Sur (Mitre esquina Libertador, San Rafael)

A las 19.30. La música y voz. Integrado por: Griselda López Zalba, soprano; Mariana Rodriguez Rial, soprano; Mariano Leotta, tenor; Denis Di Marco, piano y Rodrigo Olmedo, tenor. Lugar: Casa de la Cultura Juanita Vera (Ruta Provincial 34, Lavalle)

A las 21.30. Concierto Clausura del Festival, a cargo de la Orquesta Filarmónica de Mendoza. Solista: Rafael Gintoli, violín. Director: Gustavo Fontana. Lugar: Teatro Independencia (Chile y Espejo)

Actividades de Extensión del Festival: Clases Magistrales sobre "Música de cámara del barroco francés", a cargo de Helene Dauphin (Francia). Mañana, lunes 17 de abril, de 10 a 12.30 y de 18 a 21. Lugar: Auditorio de la Alianza Francesa (Chile 1754)

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