Celebraron en Tupungato el Día de la Madre Tierra

Alumnos, docentes, representantes de pueblos originarios y gran parte de la comunidad departamental celebraron esta festividad ancestral.

Las hojas de laurel, de orégano y palo santo ardieron y perfumaron el aire frío de la mañana en la plaza tupungatina; recordando “nuestros orígenes  de chispa y luz”. Las whiphalas, los carteles, un canasto con verduras cortadas de sus huertas de La Arboleda y hasta los bombos y sikus confeccionados por ellos mismos fueron parte del regalo que cientos de niños de escuelas rurales de Tupungato quisieron darle a la Madre Tierra, por su “cumpleaños”.

La gran ofrenda colectiva a la Pachamama brotó de su música y su canto. “Sin olvidar y sin callar. Hace mucho, mucho tiempo dentro de nosotros cantaba el sol”, entonaron los chicos en idioma Milcayac y al ritmo de baguala que marcaban sus tambores. Una emocionada Sandra Amaya, también se sumó con su voz.

“Es nuestra forma de celebrar a la Tierra. La queremos ver linda y sana... y por eso todos tenemos que cuidarla”, resumió de manera impecable Morena Cano (11). Ella va a 6to grado de la escuela Lindor Castillo y -como el resto de los alumnos y escuelas que participaron de esta ceremonia- lleva meses preparando las canciones e instrumentos, que ayer tornaron en fiesta y ofrenda a la vez.

Un colorido 'Tukuy Tinkukus' (Encuentro de Todos) convocó a alumnos, docentes y vecinos entusiastas a celebrar la  'corpachada' a la Pacha por las calles y en la plaza departamental. Se trata de un ritual ancestral con el que las comunidades originarias de regiones andinas de Latinoamérica rinden culto a la madre tierra para su festividad, el 1 de agosto.

Agradecerle “el tener un plato de comida en nuestra mesa” y recuperar el sentido profundo de estos homenajes ancestrales fue lo que movió a la comunidad de la Lindor Castillo, de La Arboleda, a organizar esta iniciativa.

El motor de la movida fue la profe de Música, Nora Castellanos, quien con su convicción y fuerzas interminables convirtió al colegio en una especie de “centro estratégico” de organización de la Corpachada y luego se fueron sumando otras escuelas.

“Recuperemos la tierra y vivamos en libertad”, sonó una saya por los parlantes cuadras antes de la rotonda Urquiza. Entonces, asomó la gran bandera wiphala y detrás venía un grupo de estudiantes, los primeros bailando y el resto, acompañando con sus bombos y sikus. Eran los chicos (de 4to, 5to, 6to y 7mo) de la escuela Castillo. Venían con sus padres y docentes. Habían atravesado fincas y barrios, caminando por más de 7 kilómetros para llegar con su música y alegría a la villa. “No veían la hora de llegar. Han estado felices, preparando todo para hoy”, contó María Cruz, una de las mamás que acompañó el recorrido, “escuché los bombos desde mi casa y me sumé”.

El encuentro fue tan cálido, que cortó el frío extremo de la mañana. Es que a metros de la rotonda, esperaban ansiosos y ensayando los temas los alumnos de otras escuelas; como la Juan González Ozo y Hermenejildo Hidalgo -de Gualtallary-, la Lucas Bombal -de La Carrera-, la Guillermo Marconi y la Juan García del Río del Zampalito.

Allí se armó la fiesta. La bochinchera marcha fue avanzando por Belgrano, mientras la gente se detenía o salía de los negocios para aplaudir o bailar a su ritmo.

“Es muy bonito que esto pase. Hay que incentivarlo en todas las escuelas”, comentó emocionado don Gautier González desde la vereda. El hombre nació en Chile, vivió en distintos lugares del país y se quedó en Tupungato. “Tiene como pegamento, de acá no te vas”, rió.

Luciano Rocha (3) iba feliz al final de la comparsa. Tocaba con ímpetu el bombo que armó para la ocasión y al que adornó con dibujos de amigos y dinosaurios. “Estuvimos aprendiendo la importancia de cuidar el medio ambiente en el grado”, dijo Alejo González, de 6to de la Hidalgo.

“A los chicos les gusta aprender las canciones que tienen que ver con nuestra identidad", dijo la seño de Música, Cintia Bellido. Sandra Amaya acompañó a las bandas y coros de chicos con su tema Caluyo del Desierto.

Espacio de convivencia

“El cambio está en nosotros, creando conciencia. Es hora de descolonizar el pensamiento. Estos son chicos del pueblo, los chicos que sienten el valor de la tierra, los chicos que estaban antes de que Argentina fuera Argentina. Eso la educación lo tiene que entender”, dijo emocionada la cantante Sandra Amaya.

El proyecto del área de Música, realizado por Nora Castellanos, busca mejorar la “convivencia creando un espacio de de identidad cultural” y de rescate de la memoria. “La profe les enseña música, pero también marcando los orígenes y transmitiendo los saberes de los pueblos originarios”, acentuó la seño Paola Salvatierra, de la escuela Marconi.

“Este fue un encuentro de bombos, como los que se realizan en Santiago del Estero. Este golpe nos sensibiliza porque es el despertar de la vida, es el primer sonido que escuchamos, el latido del corazón de la madre”, explicaron Carolina Bragado y Rocío Vargas, de un grupo de mujeres que se reúnen periódicamente a celebrar la vida y a la Pacha.

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