Caso Soledad Olivera: “Mi hermana está viva, Luque la vendió”

La joven explicó que el 18 de noviembre de 2011, ella miró su teléfono y leyó un mensaje del acusado Mariano Luque donde pactaban un encuentro.

Mientras los jueces de la Tercera Cámara del Crimen decidieron que se juzgue a Mariano Luque (32) por el asesinato de Soledad Olivera (31), la principal testigo sostiene que la mujer desaparecida en Lavalle "está viva".

Ayer, en la segunda jornada del debate que comenzó el lunes, los jueces Eduardo Martearena, Laura Guajardo y Diego Lusverti aceptaron el pedido del fiscal de Cámara Darío Tagua, quien había solicitado un cambio de carátula: de privación ilegítima de la libertad a homicidio simple. 

El cambio fue aceptado pese a la oposición de los defensores -María del Carmen y Armando Aguilar- y luego comenzaron a desfilar los testigos, entre ellos, Romina Giménez (20), hermana menor de la víctima y principal testigo del caso, por la cercanía que tenía con Soledad.

Romina tenía 15, cuando Soledad desapareció. La por entonces adolescente era muy cercana a su hermana: se encargaba de cuidar a los tres hijos de Soledad cuando la mujer salía y por otra parte, en secreto, leía los mensajes de texto de la mujer desaparecida.

"Yo pienso que mi hermana está viva. En ese momento (cuando desapareció) pensé que se había ido. La tiene el Mariano; el Mariano la vendió. Fue para hacerle daño porque estaba obsesionado con ella", afirmó Romina.

La joven explicó que el 18 de noviembre de 2011, cuando Soledad fue al baño, ella miró su teléfono y leyó un mensaje de Mariano: "Te estoy esperando".

Luego Soledad le dijo que iba a la finca de Don Mario a buscar trabajo pero la hermanita no le creyó porque sabía que frente a la finca de Don Mario estaba la casa en la que vivía Luque.

"Soledad y Luque eran novios pero se peleaban porque Soledad quería volver con Armando Chacón", afirmó la testigo.

Chacón es un joven que fue novio de Soledad hasta que la mujer se quedó embarazada, de su hija menor, Milagros. Soledad mantenía relaciones fluctuantes con ambos. "Mariano lo sabía pero estaba obsesionado. La quería a fórceps (sic). Ella me contaba todo y yo le miraba el celular", afirmó Romina.

La joven testigo se refirió también al momento en que fueron con sus hermanas a la finca donde vivía Luque a preguntarle por su hermana.

El imputado -contó la joven- les dijo que no había ido a verlo y se ofreció a mostrarles el teléfono, cuando le dijeron que ella le había mandado un mensaje.

También mencionó otro mensaje de texto, uno que ella envió al celular de la víctima y que recibió como respuesta algo así como "poné la denuncia porque no voy a volver más". Luego, la chica pensó que no le había contestado su hermana sino otra persona porque su hermana nunca escribía con abreviaturas.

Otros sospechosos

Tanto Romina como su hermana mayor Mabel se refirieron a otras personas que habían tenido distinto tipo de relaciones -amistosas o de pareja- que podrían haber estado relacionados con la desaparición o muerte de Soledad Olivera.

Se refirieron entonces al "curandero" que iba a la casa a cambio de dinero y para solucionarle sus problemas amorosos; a Valdez, el suegro de su hermano, un hombre que vivió dos meses en la casa de Soledad y que la acompañó, la mañana de la desaparición, a reparar un DVD; a una mujer que le ofreció a Soledad trabajar en un bar como moza.

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