Desde el lunes, la investigación por el crimen del médico Sebastián Prado tiene dos sospechosos: Andrés "Pipi" Merlo (26), acusado de participación secundaria en el homicidio, y Marcos "Johnny" Morales (24), sobre quien pesa la acusación más grave: la autoría del homicidio.
Ambos fueron delatados por dos testigos de identidad reservada que declararon ante el fiscal especial Daniel Carniello.
Sin embargo, un testimonio que puede cambiar el curso de la investigación es el de los propietarios del bar La Linda (ubicado sobre calle Colón de Ciudad), empleadores de Morales.
Según explicó ayer Diego Becerra, uno de los dueños del local, Johnny estuvo trabajando la noche del crimen. "El negocio estaba abierto. Mientras atendíamos a los clientes, vimos por el noticiero la noticia del homicidio del médico. En ese momento estábamos comiendo unas papas revueltas que él nos había preparado", contó Becerra.
Según el comerciante, Johnny (quien no se detuvo a ver las noticias ya que tenía trabajo en la cocina) alcanzó a comentarles que el lugar donde había ocurrido el crimen era cercano a su casa. "Nunca más volvimos a hablar del hecho", agregó Becerra.
Morales empezó a trabajar en La Linda el 16 de julio pasado. Es el único empleado con que cuenta el local, que tiene dos propietarios. Según sus registros, trabaja de lunes a sábado desde las 9 hasta las 16 y luego regresa a las 18.30 para quedarse hasta las 23.30 aproximadamente. Es el encargado de la cocina (según sus jefes sólo él tiene la receta del flan de huevo) y de la bacha. Todos sus movimientos quedaron registrados la semana pasada en una inspección realizada por personal de la Subsecretaría de Trabajo.
"Además tenemos comprobantes firmados por él. Puedo dar fe de que cuando ocurrió el asesinato, Jonathan estaba trabajando", confesó Becerra, quien agregó que la detención de su empleado "es injusta". "Es muy triste que alguien inocente pague por eso. Cuando abrimos el negocio buscamos a alguien de confianza y lo elegimos a él porque es una persona trabajadora". finalizó.
Hasta ayer por la tarde, los Becerra no habían sido citados a declarar aunque aguardaban el momento de poder estar frente a los investigadores.
Morales es padre de dos pequeños niños, a los que muchas veces lleva a su lugar de trabajo.
Habla su hermana
Liliana Morales, hermana de Johnny, asegura que él es inocente. "El periodismo y la policía le están tirando a él y su familia un muerto que no es suyo", sostiene. Recalcó que a la hora del hecho el joven estaba trabajando y que sus patrones pueden confirmarlo.
Se pregunta, igual que el resto de los vecinos y familiares, quién va a lavar la imagen de este joven si se demuestra que es inocente luego de todo lo que se ha dicho. Desde su punto de vista, "a alguien tienen que culpar".
Los vecinos de los barrios Escorihuela y Villa Malargüe (ubicados entre calles Tiburcio Benegas y Perú) se sienten señalados como los responsables de los delitos que ocurren en la zona. "Vivís acá y ya sos delincuente", dicen pero destacan que también es el lugar donde se ocultan quienes vienen desde otros barrios con malas intenciones.
Según dijeron, el día del crimen la policía hizo un operativo cerrojo durante el que revisaron a todos para entrar y salir. Contaron también que en muchas ocasiones los efectivos ingresan violentamente, golpeando a la gente y maltratando incluso a los niños.
En tanto, Eliana (23) la esposa de Merlo, dijo cómo fue la detención de su esposo. "Cuando la policía entró le pegaron a mi marido y no dejaron de apuntarle a los niños (de 4, 3 y 1 año y medio) con un rifle con mira. Ellos lloraban mucho, entonces les pedí por favor que ya no lo hicieran pero me dijeron que me callara y me insultaron", cuenta.
Ahora estos pequeños no pueden dormir de noche porque tienen temor, "escuchan que los perros ladran y tienen miedo de que venga la policía".
La joven, con un embarazo de seis meses, está con pérdidas debido a la situación que está atravesando, por lo cual los médicos le recomendaron reposo.