“Los que aman, odian”: el caso de un ardiente vínculo sentimental

Este jueves se estrena en las multisalas del país, el thriller basado en la novela de Bioy Casares y Silvina Ocampo, y en el que Guillermo Francella y Luisana Lopilato viven una peligrosa y tórrida relación sentimental.

En una playa solitaria, se alza un viejo hotel perdido en el tiempo. Enrique Hubermann (Guillermo Francella), médico homeópata, viaja huyendo de un amor. Por una broma del destino, en ese sitio lejano se encuentra con la mujer que quiere olvidar (Luisana Lopilato), una joven bella como un demonio que manipula a los hombres y desencadena pasiones peligrosas.

En medio de una descomunal tormenta que los aísla del mundo, la historia vuelve a repetirse. Pero esta vez, el odio de los que habían amado demasiado, despierta lo peor de cada uno.

-Hacía algunos años que no filmaban una película argentina, ¿qué les llamó la atención de esta propuesta en particular?

Lopilato: -A veces tiene que ver con las historias que te llegan. Tengo ganas de hacer mucho cine y contar buenas historias. Aunque eso es relativo, porque lo que a mí me puede parecer una buena trama al otro no.

Esta película en particular la tenía hace mucho y desde que me ofrecieron el libro tuve siempre ganas de hacerla. Me encantó. Los pintores tienen millones de pinturas, pero hay una que dicen que ésa es su elegida. Para mí, ésta es mí película.

Francella: -Después de El Clan (2015) tuve muchos ofrecimientos, leí la propuesta de muchas películas, pero ésta me sedujo en particular. Me gustó el universo que tiene. Sacando lo que puedan pensar de mi relación con Luisana porque hicimos de padre e hija en la ficción y ahora acá tenemos una relación amorosa, me pareció muy atractivo este mundo para contar, diferente a todo lo que filmé. Me parece que el espectador se va a enganchar y le va a gustar.

-¿Leyeron la novela original o sólo se concentraron en el guión?

Lopilato: -No, pude leer el material original. Está un poco cambiado lo que hicimos, adaptado a nuestras necesidades. No sólo leí el libro, sino que también me basé mucho en la vida de los Ocampo.

Quería contar la historia de esta mujer un poco como decían que eran ellas: unas mujeres viajadas, que hablaban muchos idiomas, bien habladas, que se paraban de una forma particular, que a la gente les infundían respeto y hasta una cierta forma de temor al verlas.

Con Mary, mi personaje, traté de buscar eso. Me juntaba a ensayar con Lucas, un compañero mío de teatro. Él es coach, y era como un trabajo en casa. Lucas me pasaba las escenas y pulíamos las cosas. Como, por ejemplo, la forma de fumar o agarrar la cigarrera. Como no fumo, tenía que hacerlo de la manera correcta.

-La recreación de la década es fantástica. Captaron todos los detalles de esa época.

Lopilato: -Eso fue un trabajo muy puntilloso de Alejandro Maci, el director. Él me decía o me marcaba cómo caminaban las mujeres en esa década, me aconsejó que mirara películas nacionales y extranjeras de esos años. Me recomendaba que mirara a determinadas actrices, qué zapatos usaban, que eligiera los más cómodos, que aprendiera a usar los encendedores con chisperos.

Los que hacían el arte, el vestuario, el maquillaje, todos fueron meticulosos con la parte que les tocaba. La verdad es que fue un trabajo de producción y de arte realmente increíble.

Francella: -En mi caso no vi ninguna. Sí me metí mucho en esos años y en ese mundo hablando mucho con el director. Me interioricé mucho de la historia del matrimonio de Bioy Casares con Silvina Ocampo. También hablamos bastante del libro y de la adaptación que hizo de la novela, que es bastante distinta a la versión cinematográfica. Y eso se nos metió en la piel.

-Hay un excelente trabajo de recreación de época, sin dudas.

Francella: -La década del cuarenta, las cosas de época… La dirección de arte fue extraordinaria. Los vestuarios, las luces, el arte, el empapelado de las paredes; han logrado algo muy lindo. El lenguaje, el modo de hablar. Hubo gente que nos vino a acompañar y a asistir por el comportamiento en una mesa, los modales, los gestos. Todo tenía que ser muy austero, muy económico, y todo eso lo aprendimos. Fue muy lindo. A mí, particularmente, me transportó a ese momento.

Filmamos en la Villa Ocampo, además, adonde se podían percibir los perfumes de Silvina, de Victoria, la esencia de Bioy Casares, de Borges, y esas charlas… Estaba ahí, con ellos. Y Maci fue un gran piloto de este avión, porque era necesario tener a alguien que supiera adónde quería llegar. Y que lo haga con verosimilitud, con veracidad, naturalmente, que no pareciera algo forzado. De verdad me hubiera gustado vivir en esa época, de gran elegancia. Bueno, era gente de un gran nivel social y económico, con mucha cultura.

-Tu trabajo en este largometraje es distinto a todo lo que hiciste hasta ahora. ¿Cómo lo sentiste?

Lopilato: -Fue raro cuando me vi por primera vez. Me mostraron la película y estaba con Michael (Bublé), mi marido, y cuando salimos de verla me dijo que le parecía increíble. Me dijo que no se esperaba algo así, que le resultaba buenísima y que no defraudaba al espectador. Él salió muy copado y yo como más tranquila.

Y todos los productores me preguntaban insistentemente si me había gustado. La verdad es que estaba como en shock. Para mí, no era una película que había hecho yo. Me sentía como si hubiera ido al cine a ver un film de otra persona, no mi trabajo. Fue raro.

A medida que fueron pasando los días y la fui decantando, les escribí al director y a los productores diciéndoles que no podía creer que yo la haya hecho. Ahí la empecé a sentir como mía.

-Bueno, hace rato que venís diciendo que querés hacer cine y para eso tenés que jugar con papeles diferentes.

-Sí, exacto. Pero bueno, el resultado final también es muy importante. Uno actúa, hace, escucha, está en el set, deja que lo dirijan, no depende todo exclusivamente de mí.

Francella: -El personaje de Luisana, más allá de lo mala que es y cómo juega, ya que es una titiritera con él y hace lo que quiere, es riquísimo. Es una traductora y una mujer muy leída. Y Enrique, mi personaje, lee los libros que ella traduce. A ella algo le pasa cuando va a su consultorio, porque es un hombre muy culto, muy preparado, homeópata, que si hoy es combatida esa disciplina en esa década era mucho más todavía.

A él se le aparece este diablo que le hace conocer esta pasión que desconocía y que no puede manejar. Se enamora perdidamente y se enloquece. Y a ella no le pasa lo mismo, lo admira, pero juega con él. Le gusta gustar, como dice en algún momento.

-Ustedes no trabajaban juntos desde "Casados con hijos" (2005-2006), ¿qué diferencias profesionales encontraron entre ustedes al volver a compartir un proyecto?

Francella: -Ella ya es una mujer hecha y derecha. Tiene 30 años, es madre. La vi con mucha madurez interpretativa. Está desconocida en este rol. No es fácil hacer de una femme fatal y menos del modo en que lo hizo ella.

La vi muy madura como actriz, serena, siempre con ese profesionalismo que ya lo tenía cuando hacíamos Casados con Hijos. Yo también me vi diferente, distinto, en un color en el que no acostumbro a verme. Y eso me gustó mucho. Para mí, es misión cumplida.

Lopilato: -No sé, lo que pasa es que él es alguien muy cercano a mí. Lo quiere un montón, tengo mucha confianza y nos conocemos mucho. Ya es sólo mirarnos y saber qué necesitamos. Es divertido que te pase eso con alguien. Y más en un set.

Disfruto mucho encontrarme con Guillermo siempre. Es muy agradable, y trabajando es súper profesional. Me gusta escucharlo, verlo, aprender, que me aconseje. Trabajar en equipo con él me encanta

.-¿Cómo ven la actualidad del cine nacional?

Francella: Muy bien. Se hacen muchas películas y con muchas tramas diferentes: Mamá se Fue de Viaje, La Cordillera, El Fútbol o Yo, todas largometrajes muy diferentes entre sí. Y el público argentino acompaña mucho las propuestas nacionales

Lopilato: -Me encanta. Me parece que hay buenas historia para contar, que Argentina tiene buenos autores y creadores. Y que hay que seguir adelante por este camino.

-¿Conocen Mendoza? ¿Tienen algún recuerdo de la provincia?

Lopilato: -Sí, conozco la provincia. He ido muchas veces cuando era muy chica, y de mayor pude ya disfrutar de los tours que hay para probar los distintos vinos. Todo lo que sea gastronómico me gusta.

Francella: -Sí, me encanta. Fui de gira por allá con una obra de teatro y también por placer una vez a unos viñedos que me encantaron. También fui a ver al Doctor Zaldívar que me operó de mis ojos. La caminé mucho, comí cosas ricas, tomé buenos vinos. Es una muy linda provincia.

-¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Lopilato: -En octubre comienzo a filmar Perdidas, basada en la novela Cornelia, de Florencia Etcheves. La trama es sobre una mujer que trabajo en la policía en la parte de trata de mujeres y que empieza a buscar a una mujer que está desaparecida.

Francella: -Estoy filmando ahora Mi obra maestra, con Luis Brandoni, con dirección de Gastón Duprat y producción de Mariano Cohn. Y para noviembre voy a comenzar otro largometraje con Armando Bó, así que estoy bastante metido en el cine. A veces los films se dan seguidos, y otras veces espaciados.

En estos últimos años, con estas dos ya son 10 películas, pero me gusta que los contenidos sean heterogéneos. Por suerte, tengo bastante trabajo por delante.

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