Por el cambio climático, Mendoza modificará su riego

Los expertos dicen que nevará menos y lloverá más, por lo que desde el Estado se apunta a construir grandes reservorios para almacenar el agua de esas precipitaciones.

El nuevo informe del Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC ) puso en alerta una vez más al mundo sobre las devastadoras consecuencias del cambio climático. Inundaciones, olas de calor y fenómenos extremos son sólo algunos de los efectos que padecerá el planeta si no reduce las emisiones de CO2.

En Mendoza este proceso ya se hace visible a través de la retracción de los glaciares, reservorios naturales de agua dulce. Además, se espera que en los próximos años haya menos nieve, llueva más en el llano y suba la temperatura.

Ante este panorama, desde la Agencia Mendocina de Cambio Climático ya se han trazado algunas líneas de acción y una de las más importantes tiene que ver con la adaptación del sistema de riego de toda la provincia.

"Actualmente nosotros tenemos un sistema de riego a oferta: cuando hay agua en los ríos producto del deshielo la distribuimos -explicó José Pozzoli, coordinador de la agencia que depende del Ministerio de Tierras, Ambiente y Recursos Naturales-. La idea es pasar a un sistema de recolección de lluvias, que va a ser distinto porque no vamos a tener el agua acumulada por las nevadas o los glaciares, sino que va a ser necesario embalsarla o contenerla a medida que vaya cayendo".

Con este objetivo trabajan junto a Irrigación en la proyección de lo que serán grandes reservorios de agua que se distribuirán en diferentes puntos de la red. Los mismo posibilitarán, por un lado, aprovechar el agua de las precipitaciones y, por el otro, hacer un mejor uso del recurso, ya que permitirá almacenarlo cuando, por ejemplo, una finca no lo necesite.

"Hemos proyectado un plan de obras que entran en el Plan Agua 2020 para adaptarnos a esta nueva realidad", aseguró José Luis Álvarez, titular de Irrigación.

Para concretar estos nuevos reservorios primero se deberá estudiar todo el territorio para determinar en qué lugares colocarlos ya que, según detalló Álvarez, en muchos casos habrá que expropiar terrenos. "Por ahora estamos trabajando con el INTA para colocar un reservorio en la zona Este y tres en la zona Sur. Más adelante tendremos definiciones sobre la zona norte y el Valle de Uco", precisó.

Además se pretende pedir financiamiento externo. "Ya hemos solicitado un subsidio internacional porque se trata de rediseñar todo el sistema de Mendoza", recalcó el superintendente de Irrigación.

Álvarez también destacó que estas nuevas obras permitirán planificar mejor el riego y así lograr ser más eficientes. "Esto es fundamental teniendo en cuenta el crecimiento de la población, lo que conlleva un mayor nivel de demanda", apuntó.

Para Pozzoli, intervenir en este proceso de adaptación es fundamental para evitar futuros problemas sociales. "Los que tienen más recursos pueden adaptarse rápidamente por su cuenta a través de otros sistemas de riego, pero los pequeños y medianos productores, por su extensión y tipos de cultivo, no pueden acceder a otras alternativas", señaló.

La mirada científica

José Boninsegna, investigador superior del Conicet y miembro del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla), aportó su visión científica sobre los nuevos retos que deberá enfrentar la provincia.

"Todos los modelos de circulación y los pronósticos indican que va a disminuir la cantidad de nieve y que los glaciares van a continuar disminuyendo", informó el ingeniero agrónomo que trabaja con modelos de lo que sucederá hasta 2100.

Según explicó, la reducción en las precipitaciones níveas no significa que vayan a cesar: "Lo que va a pasar es que vamos a tener años con muy buena cantidad de nieve y otros años con muy poca, que van a ser más frecuentes", precisó el investigador.

Por otro lado, remarcó que las lluvias en el llano están aumentando: "Hace 10 años teníamos una media de precipitaciones de 150 milímetros en el verano y ahora ya vamos por 250", graficó Boninsegna y puso como ejemplo que en febrero pasado cayeron más de 110 milímetros, casi toda el agua que se esperaba durante el verano.

Otro componente que mencionó fue la elevación de las temperaturas: "Actualmente el caudal máximo de los ríos se da entre fines de diciembre y principios de enero porque la nieve se va derritiendo, pero si tenemos más temperatura vamos a esperar que ese caudal máximo ocurra más cerca de primavera, por lo que en el verano vamos a tener menos agua". Boninsegna indicó que esta suba del termómetro también tendrá implicancias en el llano afectando, sobre todo, a cultivos como frutas y vid.

Frente a esta situación, para él serán necesarias dos tipos de medidas: por un lado, de mitigación, para lo que habrá que concientizar a toda la población para que se disminuyan las emisiones de CO2: por el otro, las de adaptación, para lo que será necesario revisar el manejo de las presas que generan hidroelectricidad, así como la proyección de sitios para recolectar el agua para el verano. También sugirió la vuelta de los aljibes para que cada persona recolecte el agua de lluvias en su propio hogar.

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