Caciques eran los de antes

Desde hace 20 años, los intendentes han influido y hasta condicionado a gobernadores. Cornejo dio vuelta la relación y manda sin resistencias a unos apichonados radicales. Los peronistas tienen muchos problemas que resolver y acompañan.

Caciques eran los de antes

No fue una de sus promesas de campaña, ni una de esas obsesiones personales que remarcaba en cada entrevista. Apenas ocupó alguna línea de sus declaraciones. Pero Alfredo Cornejo tenía una meta política prioritaria: cambiar la estructura de poder de las últimas dos décadas. 

El antecedente de los dos últimos gobernadores peronistas, Celso Jaque y Francisco Pérez, era la mejor demostración de lo que no debía pasar. Las decisiones de ambos estuvieron sometidas a la permanente consulta y negociación con los jefes territoriales del PJ. Y su margen de acción estuvo limitado por las presiones y necesidades municipales.

Pérez, de hecho, debió desdoblar las elecciones provinciales el año pasado porque la mayoría de los intendentes ya había decidido hacerlo y lo acorralaron.

Hoy, Cornejo es el que toma las decisiones y no ha dado lugar a presiones de propios ni ajenos. Aunque trata de cuidar las formas y los consulta. Sabe que su apoyo es fundamental para avanzar sin mayores tropiezos. Por esto también agilizó los envíos de dinero a las comunas.

Los intendentes del PJ comenzaron a convertirse en señores de su territorio con influencia provincial hace 20 años, luego de que su aporte “desde abajo” en la boleta ayudara a triunfar a Arturo Lafalla.

Para que esa dinámica cambiara en estos cinco meses, antes debieron darse muchas condiciones, empezando por el proceso de construcción política.

“Comencé a asfaltar este camino en 2011”, suele decir el radical. “Si no se tiene el poder, no se puede hacer una buena gestión”, justifica su avance, que a muchos recuerda los primeros tiempos de Néstor Kirchner en la presidencia.

Ni Jaque ni Pérez llegaron por un armado político propio, sino por la decisión de otro. La concepción feudal del aparato peronista hizo el resto, con un partido dividido en sectores y sin un liderazgo claro.

“El Celso y el Paco, sobre todo, no tenían legisladores propios y entonces debían negociar cada tema con nosotros. Si un sector se les daba vuelta en la Legislatura, entonces perdían la votación”, explica uno de los cinco peronistas que sobrevivió a la debacle de 2015. Él da la clave: las listas legislativas del PJ, desde hace años, las arman los intendentes.

Cornejo, en cambio, viene modelando esas listas distritales desde 2011. Es cierto, hay legisladores que responden a intendentes del Este y a Ernesto Sanz, pero la mayoría son cornejistas y el resto se ha alineado.

Cornejo cuenta, al igual que sus dos antecesores, con la mayoría de intendentes de su mismo partido gracias al batacazo del año pasado del Frente Cambia Mendoza. Esta ventaja, por ejemplo, no la tuvo Julio Cobos, que debió lidiar con una mayoría opositora en las comunas.

Pero, a diferencia de Jaque y Pérez, ha logrado alinear a casi todos bajo su mando.

De los once intendentes radicales, el más distante es el juninense Mario Abed, que amagó con enfrentar a Cornejo en la interna el año pasado y terminó impulsando la candidatura de Julio Cobos a la gobernación.

También es cierto que entre los apichonados radicales, la mayoría son novatos que recién están haciendo pie en su función y a algunos les está costando demasiado.

El lasherino Daniel Orozco ha dejado crecer las internas entre algunos punteros disfrazados de dirigentes y, a la vez, aún atiende su consultorio como si la función de intendente no fuera full time.

El capitalino Rodolfo Suárez parece haber perdido el empuje que mostró apenas asumió interinamente, tras la muerte de Víctor Fayad, y su protagonismo es escaso.

Al bloque oficialista se puede sumar al macrista lujanino Omar De Marchi, que mantiene un vínculo estrecho con el Gobernador y con los radicales que gobiernan en los otros departamentos del Gran Mendoza. De hecho, todos compartieron un asado el lunes pasado.

Al que nadie sabe dónde ubicar es el demócrata massista Jorge Difonso, que aunque por su doble filiación partidaria debería ser parte del oficialista frente Cambia Mendoza, siempre termina jugando solo. “El Jorge no es ni demócrata, ni massista. Es difonsista”, lo define un radical.

Lejos de aislarlos, Cornejo parece decidido a contener a los intendentes del PJ. “Hay que cuidar mucho la relación con ellos”, ordena a los suyos.

Ésa es otra diferencia con sus dos antecesores: ambos ignoraron a los caciques radicales como bloque y sólo se preocuparon por contener al fallecido Víctor Fayad, más allá de algún acercamiento de Pérez con Abed y Mansur para debilitar a Cornejo.

Los peronistas hasta ahora se han mantenido cerca. Tal vez el único reclamo que se escucha es que el Gobierno prioriza al Gran Mendoza. Pero nada como para romper relaciones.

Es cierto, ellos tienen otros problemas: deben reconstruir un partido que quedó tambaleante tras la sucesión de palizas electorales que sufrió el año pasado, desde las municipales a la nacional.

Con la mira en la Justicia

Cornejo ha ido, paso a paso, pero sin pausa, haciendo sentir el rigor a potenciales adversarios. Con distintos métodos, es cierto. Esa lista la integran los gremios estatales y también los intendentes. Pero hay otro objetivo, al que ha ido tanteando y seduciendo en parte: la Justicia.

De aquel choque a días de asumir por los límites a las detenciones que dispuso la Corte, pasó mucha agua bajo el puente y dos operadores han trajinado los despachos de jueces y fiscales buscando adhesión.

Uno es el subsecretario de Justicia, Marcelo D’Agostino, cercano a la familia Vila y con alguna llegada a fiscales. El otro es el senador Juan Carlos Jaliff, viejo conocedor del paño judicial, que tiene vínculo directo con los ministros de la Corte y le ha abierto las puertas de varias oficinas al más novato subsecretario.

La agenda oficial de los próximos días tiene varios temas vinculados a la Justicia.

Cornejo ya tiene listo el decreto por si los empleados de tribunales finalmente rechazan, el martes, la última propuesta oficial. Supone que esa decisión puede derivar en paros y espera que la Corte, esta vez, descuente los días no trabajados para finiquitar el conflicto.

El martes, el oficialismo intentará aprobar en el Senado el proyecto para modificar el Código Procesal Penal y regular las prisiones preventivas, con las correcciones que planteó el ala conciliadora del peronismo. Así, con el voto no sólo propio sino también de parte del PJ, avanzará la ley para mantener en prisión hasta el juicio a los delincuentes reincidentes o atrapados in fraganti, entre otros.

El tercer objetivo que se ha planteado el Gobernador este mes es que se inicie el proceso de Jury al fiscal Daniel Carniello, a quien una acusación lo vincula con unos delincuentes que fueron atrapados con armas policiales robadas.

El apuntado fue funcionario del peronismo a fines de los ´90  y ya zafó de otra acusación, por la que había sido desplazado de la Fiscalía de Delitos Complejos. Si con el apoyo de la Corte la UCR logra finalmente desplazarlo, algo que la pata peronista del jury resiste, será otro casillero que habrá avanzado Cornejo.

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