Brigitte Macron, la liberadora

El nuevo presidente francés tiene 39 años. Y su esposa 64. Ella es su principal asesora y dicen que ha contribuido a “humanizarlo”.

Esta es una ciudad de momentos robados, su romance ligado con el realismo sobre los caprichos del corazón. Nada sorprende. Poco se juzga. En el ámbito del sexo y las parejas, un encogimiento de hombros es todo lo que se obtiene de los franceses. O como dicen ellos con desdeñosa franqueza: “Bof”.

La intimidad, para el francés, no le importa a nadie más. Prevalece un fuerte respeto por la privacidad. Y se combina con la reticencia de conferirle cualquier apelativo moral a la vida amorosa de los demás. El efecto es liberador. En Francia, el sexo y la comida se hacen con aplomo. La culpa no es su fuerte, la mera verdad.

La gente viene a Francia por su belleza, pero lo que a final de cuentas la seduce es su civilización, a la vez formal y sensual, un arte de vivir y de amar.

He estado pensando en este don francés de no juzgar ahora que el recién electo presidente, Emmanuel Macron, y su esposa Brigitte, se preparan a irse a vivir al Eliseo la próxima semana. Ellos son una pareja inusual. Él tiene 39 años; ella, 64. Se conocieron, como todos sabemos ahora, cuando él era adolescente y ella su profesora de teatro, una mujer casada con 3 hijos. A través de ella, Macron ahora tiene 7 nietos que él acepta como propios.

A todo esto, la respuesta de los franceses ha sido: ¿A quién le importa? Ha habido una celebración, especialmente entre las mujeres, del hecho de que se haya invertido la norma del hombre viejo con la esposa mucho más joven. (La diferencia de edades entre los Macron corresponde más o menos a la que hay entre el presidente Donald Trump y su esposa Melania.)

Macron declaró a Le Parisien que “si yo tuviera veinte años más que mi esposa, nadie hubiera pensando ni por un minuto que yo no podría ser su pareja íntima”. Tiene razón.

Privacidad

Hubo varios artículos en revistas sobre la pareja. Uno de ellos es una entrevista con Brigitte en Paris Match. Como lo comentó Le Monde: “Fue juntos como esta pareja atípica escaló los peldaños del poder. Nunca, la esposa de un candidato había estado tan presente en una campaña presidencial.” Pero la salacidad y el sexismo han brillado por su ausencia.

Macron tuvo que enfrentarse al rumor -propalado por un sitio web ruso- de que era gay. Y lo hizo con un humor muy efectivo. Charlie Hebdo, la revista satírica, publicó una caricatura después de la victoria de Macron, de una Brigitte visiblemente embarazada, con la leyenda: “Él va a realizar milagros”.

En los medios sociales franceses, la revista fue muy criticada por su sexismo (pero, por supuesto, Charlie Hebdo es igualitario en sus ofensas, por lo cual es amada y odiada desde hace mucho, y por lo cual perdieron la vida varios de sus empleados).

Lo que es nuevo en el contexto político francés es que Macron y su esposa cooperen tan intensamente. Ella es su principal asesora.

Renunció a su empleo como profesora de francés para trabajar con Macron cuando este fue nombrado ministro de Economía en 2014, y ha permanecido a su lado.

Para muchos, ella contribuyó a humanizar al banquero tecnócrata con tendencias (no contenidas) a usar lenguaje rimbombante. Nacida en una familia provincial de fabricantes de chocolate, ella tiene buena antena para sintonizarse con la “Francia profunda”. Desde que fue lanzada la canción hace medio siglo, nunca se había dado una respuesta más enfática a la pregunta de los Beatles: “¿Me seguirás necesitando, me seguirás alimentando, cuando tenga 64 años?”

Los anteriores

En los últimos años ha sido rara una convergencia conyugal en el Eliseo de la variedad de los Macron. François Hollande, que el domingo le entregará el poder a Macron, dejó a su compañera, Valerie Trierweiler, al principio de su presidencia, en favor de la actriz Julie Gayet. La madre de sus 4 hijos, Segolene Royal, se desempeñó mientras tanto en su gabinete.

Tan pronto como el predecesor de Hollande se había instalado en el Eliseo, decidió separarse de su esposa, Cecilia Ciganer. Después se casaría con Carla Bruni. Jacques Chirac y su esposa tenían departamentos separados. François Mitterrand llevó una vida doble; tanto su esposa como su amante asistieron a su funeral.

Los franceses se encogen de hombros. Así es la vida. Así son las pasiones. No son metódicas.

El conocimiento de la sexualidad madura y sus ventajas y problemas es muy francés, como lo son Macron y su esposa.

La victoria de Macron y su esposa es una victoria liberadora.

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