Amor eterno: cumplen 70 años de un viaje compartido

Julio César Pérez (93) y Margarita Nieto (90) festejan hoy con hijos, nietos y bisnietos. Dicen que uno de sus secretos para un matrimonio tan largo fueron las travesías por todo el país en casilla rodante.

Julio César Pérez (93) está sentado, costumbre o no, junto a su compañera de toda la vida, Margarita Nieto (90), que es la que lleva las riendas de la charla. Llevan juntos 70 años y toda la familia se ha reunido para festejar a lo grande.

Sí, 70 es un número que resulta gigante al escucharlo cuando se habla de matrimonio, pero que por lo que cuentan ellos son años que discurrieron con alegrías, viajes, hijos, nietos y bisnietos. Es una inmensidad que en años de hombres y mujeres suena a mucho, pero como dice Julio, cada cosa a su tiempo y así el reloj avanza manso entre historias nacidas de lo compartido.

Sobre la mesa de la casa de Godoy Cruz en la que viven desde hace 37 años descansan las cartas que Julio le mandaba a Margarita hace más de medio siglo, cuando estaba en el servicio militar, en Tupungato. Aquel fue el momento más largo en que la pareja estuvo separada. También hay una “cartaflor” (una carta en forma de flor, con pliegues que contienen diferentes mensajes) con la caligrafía exquisita y en cursiva de Julio.

“Son 365 cartas que me mandó, cuando aún estábamos de novios, durante la conscripción”, describe ella. “Él era muy romántico, todas las cartas están en letra cursiva y nosotros siempre decimos que no hay hombres que escriban estas cosas ahora”, agrega la segunda hija del matrimonio, Elena, que admite que ha leído todas las cartas que alguna vez corrieron el riesgo de ser quemadas para que no pudieran ser leídas nunca más por nadie.

Margarita y Julio forman una pareja que se sostiene de pie, con una conciencia lúcida, con actitud atenta y ejemplar. Con esa base fundaron una familia de tres hijos, ocho nietos y seis bisnietos que lleva el ADN de ambos. “Hemos tenido una vida muy feliz. Siempre estuvimos juntos a pesar de que somos muy diferentes. Es sencillo”, revela Margarita sin muchas vueltas.

“¿El secreto? ¡Viajar!”, afirman con convicción al unísono y cuentan que recorrieron todo el país en casilla rodante. “Para nosotros todo lo que sea viajar siempre fue una inversión”, cuenta Julio, agregando que en ese vehículo también fueron a Chile, Brasil y Paraguay.

70 años de matrimonio

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Posted by Los Andes Diario on Friday, July 28, 2017

Una flor de papel

Como las palabras de la flor de papel que descansa en el comedor familiar, las historias van apareciendo de a poco. Se casaron un 26 de julio de 1947: él tenía 23 años y ella 20. Fueron a la escuela primaria al mismo grado, tercero, pese a la diferencia de edad, pero cuando la terminaron y como en Bowen no había secundaria, se separaron.

“Recién volvimos a vernos cuando yo tenía 15 y comencé a ir a los bailes. Ahí nos volvimos a juntar”, dice Margarita. Desde ese momento, Julio empezó a caminar todos los días 3 kilómetros, desde su casa pegada al ferrocarril -al que el “progreso” aún no se había llevado- hasta el campo, donde vivía su novia.

Las familias ya se conocían porque “allá todos nos conocíamos”, dicen. Y tras un noviazgo que los padres de ambos juzgaron prudente, contrajeron matrimonio.

Graciela, la primera hija de la pareja, llegó al año y medio de casados; y Elena, un año y cuatro meses más tarde. Pasarían 14 años antes de la llegada de Daniela, la última de las niñas de don Julio y Margarita.

Hoy a la noche es el gran festejo de estos 70 años. “Vamos a hacer una comida, un banquetito para hijos nietos y sobrinos de Bowen. Acá nosotros siempre recibimos a todos los primos, teníamos una asociación (inventada) de primos que siempre se reunieron en nuestra casa para que todos nos conociéramos”, interrumpe el relato histórico Margarita con noticias más frescas.

Un conocido de Los Andes

Para Julio no es su primera vez en Los Andes. El "joven" de 93 años fue citado como "El señor de los rompecabezas" en una nota de 2013 que contaba sobre su colección de piezas encastradas, que en aquella época eran de 45 mil. "Hoy son 60 mil y me han regalado tres rompecabezas más, tengo para rato", dice.

El hombre, que antes de jubilarse trabajó como camionero, bodeguero y en la electricidad del automóvil, dice que es una actividad que lo entretuvo porque “algo había que hacer” y de paso ese algo es saludable. En tanto, su mujer siempre se dedicó a los quehaceres domésticos, aunque advierte convencida: “También hice tejido…   como mil pulóveres, lo he calculado”.

Hoy les espera la celebración de sus Bodas de Titanio. Eso sí, sin alcohol ni cigarrillos, otra de sus recetas para alcanzar los 90 años de edad como lo han hecho estos abuelos, que seguramente serán las celebridades del barrio por algunas semanas.

Elena, para terminar, interviene con su mirada de hija: “Si están juntos y con la salud que tienen es porque siempre tuvieron una actitud positiva por la vida, por los gestos hacia la familia, porque siempre supieron ser felices con poco”.

Margarita, en tanto, se permite una confesión antes del final de la nota. Julio sonríe, seguramente adivina lo que su esposa va a decir. “Una vez le pregunté por qué se había enamorado de mí. Y él me contestó que porque soy bolillera (muy habladora) y que era ideal para una persona tranquila como él”.

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