Boca-River: una cuenta pendiente que nunca van a cancelar

El Superclásico puede reeditarse en la Sudamericana, si el Xeneize y el Millo pasan cuartos de final. Una historia viva de gloria y fracaso.

Boca-River: una cuenta pendiente que nunca van a cancelar
Boca-River: una cuenta pendiente que nunca van a cancelar

Será la segunda quincena de noviembre próximo el escenario posible para un duelo que ya hace rato ha excedido las fronteras de la Argentina. La primera en calificarlo como un choque internacional de máxima resonancia fue la prensa inglesa, quizá la más influyente del mundo a la hora de marcar tendencia a escala global en la opinión del planeta fútbol. Para The Sun, un superclásico se trata de "la experiencia deportiva más intensa del mundo". Otra publicación británica, The Observer, supo calificarlo como "uno de los 50 espectáculos deportivos que hay que ver antes de morir". Y es esta  actual Copa Sudamericana la que ofrece la posibilidad de ver enfrentados a Boca Juniors y River Plate en dos duelos destellantes por una hipotética semifinal.

Es cierto, también, que los dos rivales que se les presentan a partir de esta semana respectivamente a "xeneizes" (Cerro Porteño) y "millonarios" (Estudiantes de La Plata) presentan cartas credenciales de formaciones sólidas y de alta competitivIdad, pero lo cierto es que las especulaciones respecto de ver en pugna a los dos clubes de máxima convocatoria de nuestro país tampoco es un hecho menor. En 2014, inclusive, podría continuarse con la tradición de los años terminados en el dígito cuatro en las dos anteriores décadas, ya que sendos equipos se enfrentaron en la Supercopa 1994 (cuartos de final) y en la Copa Libertadores 2004 (semifinales); en ambos casos, el triunfo fue auriazul.

Los enviados especiales de la prensa nacional que cubrieron el regreso de la delegación boquense desde Paraguay, luego del angustiante éxito por penales contra el Capiatá, el jueves pasado, destacaron que el cántico predominante entre los jugadores de Boca no tenía que ver con el adversario vencido ni por el que vendrá ahora en la serie de cuartos de final; todo lo contrario, el foco estuvo puesto solamente en River. El "Che gallina, che gallina, qué amargado se te ve…" tronó en el vuelo de retorno. Una exclamación que por cierto fue confirmada por los futbolistas que fueron consultados, entre ellos el delantero Jonathan Calleri, el volante Federico Carrizo y el defensor "Chiqui" Pérez. Si se hubiera dado el caso contrario, más allá de las formas, en el plantel riverplatense habría pasado lo mismo.

A Boca lo acompaña un halo triunfalista en relación a cada definición frente a su rival tradicional en certámenes continentales oficiales. En Copa Libertadores, por ejemplo, ya en 1977 sacó ventaja sobre la banda roja en la primera fase, que daba acceso al triangular de semifinales. Un año después, defendiendo el título vigente, el xeneize ratificó su supremacía dejando atrás a su archirrival en la instancia semifinal. Volvieron a enfrentarse en el máximo torneo de clubes de la CONMEBOL en 1991, cuando dos triunfos (4-3 de local y 2-.0 de visitante) le permitieron a los de la Ribera ratificar su ventaja en primera ronda. La última competencia del siglo XX fue un hecho bisagra en la memoria: tras el 2-1 riverplatense en el Monumental sobrevino el 3-0 en la Bombonera con el recordado tanto de Martín Palermo en su vuelta a las canchas.

Más allá de esta seguidilla de enfrentamientos, bien podría escribirse un capítulo aparte con la serie de la Copa Libertadores 2004, debido a una sucesión de hechos que trascendieron al tiempo y que hoy mantienen su vigencia.

En el partido de ida, por ejemplo, disputado en la Bombonera, se registraron situaciones que contribuyeron a levantar la temperatura desde el mismo comienzo: una plancha de Javier Villarreal a Marcelo Gallardo, trompis de Horacio Ameli a Fabián Vargas y Antonio Barijho, faltas descalificadotas sobre Miguel Caneo y Maxi López, el gol de Rolando Schiavi (de cabeza), la pelea entre Alfredo Cascini y Gallardo, que terminó con la expulsión de ambos por decisión del árbitro Claudio Martín, el tumulto entre jugadores de los dos equipos, el tirón de pelo de "Coco" Ameli a Roberto Abbondanzieri y luego el arañazo del "Muñeco" Gallardo al "Pato", la roja a Ariel Garcé por una fuerte infracción a Vargas y la mano de Eduardo Coudet en el área tras un tiro libre de Carlos Tevez.

En el encuentro de vuelta, la definición ingresó en la leyenda del fútbol argentino. Sólo se disputó con público de River – algo inusual para la época – y contó con un cierre de alto voltaje emocional. El "Millo" había pasado a ganar con un gol convertido por "Lucho" González y promediando el segundo tiempo fue expulsado el colombiano Vargas por el juez Héctor Baldassi. En un clima caliente dentro y fuera de la cancha, Guillermo Barros Schelotto fue agredido por plateistas locales, quienes le arrojaban cuanto objeto tuvieran a su alcance. En medio del caos, el "Mellizo" convenció a Rubens Sambueza de que estaba expulsado, cuando el árbitro aún no habia tomado ninguna decisión; poco después, sí vio la tarjeta roja el volante "millonario". A poco del final, Tevez aprovechó un centro de Franco Cángele y marcó el empate, a lo cual le sucedió un festejo desmedido (aleteando a lo "gallinita"), por lo que fue sancionado con una expulsión. Ya en el descuento, Cristian Nasuti alargó la esperanza local y con su tanto forzó la definición por penales.

En un ambiente caracterizado por la alta tensión en estadio y con millones de televidentes también impactados por la suba de adrenalina, la serie desde los doce pasos fue antológica. Carlos Bianchi designó para la serie de cinco remates a tres defensores (el "Flaco" Schiavi, Nicolás Burdisso y el juvenil Pablo Álvarez) más dos mediocampistas (el también juvenil Pablo Ledesma y Javier Villarreal). Las ocho primeras ejecuciones habían sido exitosas (Marcelo Salas, Schiavi, Daniel Montenegro, Pablo Álvarez, Fernando Cavenaghi, Pablo Ledesma, Luis González y Burdisso), hasta que Abbondanzieri atajó el disparo de Maxi López. Le tocaba el turno a Villarreal, ante la silbatina de alrededor de 60.000 hinchas del "Millo" y su tiro hizo inútil el esfuerzo de Germán Lux. Fue tal el desahogo "xeneize" tras la victoria, que pasó de largo la posterior final perdida frente al semi desconocido Once Caldas. Para los hinchas auriazules, ninguna celebración podía compararse a la vivida previamente en Nuñez.

Diez años después de este hecho, River parece dispuesto a torcer la historia de la mano de Gallardo, nada menos, quien tuvo un rol protagónico involuntario en 2004. Es cierto, faltan Estudiantes y Cerro Porteño, pero – ante la posibilidad – tanto “millonarios” como “xeneizes” quieren arreglar cuentas pendientes cara a cara. Y cuanto antes, mejor.

Por Fabián Galdi - fgaldi@losandes.com.ar

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