Mientras desde el Ministerio Público se habla de abrir una investigación sobre la fiscalía que trató la exclusión de la casa de Roque Arroyo (54) -hecha hace 15 días-, su hija y denunciante Ayelén (19) está sobre la fría chapa de la morgue judicial a la espera de la necropsia ordenada judicialmente y que determinará cómo la mataron y la hora de su muerte.
Sin embargo, pese al secreto del sumario impuesto por la fiscal Claudia Ríos y los comunicados dados por el Ministerio Público Fiscal (el primero llegó minutos después de las 8), se conoció que tras la medida judicial Arroyo se había mudado a un asentamiento ubicado casi enfrente del domicilio al que no podía acceder.
Pero ayer, bien temprano, desandó los 200 metros y sorprendió a su hija que, junto con su beba de poco más de un año, dormían sobre el piso de la planta alta de la casa 36 de la manzana C.
Violencia sin límite
Pero no fue una visita cordial, sino que hubo gritos, empujones y mucho ensañamiento por parte del padre, que doblegaba en peso y altura a la joven.
"La golpeó brutalmente", dijo aún sorprendido uno de los policías que tuvieron acceso a la escena.
Y esto coincide con los golpes que prácticamente provocaron el desprendimiento de su ojo derecho y le fracturaron el tabique nasal.
Sangrando, Ayelén buscó refugio bajando una escala de palos para llegar al comedor de la casa y allí recibió no menos de seis puntazos con una cuchilla -arma que la Policía secuestró- sobre una mesa, que le afectaron el pecho, cerca de la clavícula, otro a la altura del vientre y cuatro en la espalda. Algunas lesiones menores en las manos y brazos indican un vano intento de defensa.
Ayelén murió en el baño de la casa (por un shock hipovolémico, según los médicos), mientras que la sangre tiñó de rojo paredes, piso e incluso el techo.
Mientras, el homicida, que había intentado escapar del lugar, fue detenido en medio de un basural y llevado primero al Cuerpo Médico Forense, donde se le realizaron tomas de sangre para un ADN con la víctima, para terminar el día en un calabozo a la espera de ser indagado por la fiscal.
El hermanito de Ayelén, Luciano, de 10 años, con Pilar (la hija de la víctima) en brazos, involuntarios testigos de esta tragedia, estaba sentado sobre un tronco en el patio de la casa. En el operativo ambos fueron puestos a disposición del Organo de Administración Local de aplicación de la ley nacional de protección de niños, niñas y adolescentes (OAL).
Finalmente, con un policía de custodia, la casa quedó cerrada y en silencio.
Opiniones y versiones
La gente del barrio Las Flores, en Ugarteche, Luján, no daba crédito a lo ocurrido en la casa de dos pisos (única del barrio) que se levanta a un costado de la ruta, frente a la terminal de ómnibus de la línea 380. "En la zona hay muchos abusos que no son denunciados, pero nunca una muerte como ésta…", confió un obrero rural que se arrimó al lugar.
Mientras que los vecinos, cada uno a su turno, quisieron opinar y dar sus puntos de vista distintos, todos son coincidentes en que "esta muerte se podría haber evitado" si la Justicia hubiera actuado cuando Ayelén lo denunció. "Pero -explicó una mujer- hay que ir hasta Luján (a 30 kilómetros), porque acá (el destacamento está sobre la ruta 15) "no te la reciben".
Otro recuerda que “el Roque hacia changas, como la mayoría de la gente, pero era un tipo bravo, calentón". Llegó al barrio hace muchos años y alquiló una casita hasta que hizo esta donde mató a su hija.
Por su parte, María Galdame, responsable, desde su creación, de la Unión Vecinal, recordó que la mujer de Roque "lo dejó hace muchísimos años", al igual que su hija mayor, sobre la que se cree "lo hizo después de ser violada por su padre". Hoy ambas viven en Buenos Aires.
La sinrazón
Ayelén, que durante muchos años "hizo de madre de los chicos", también había abandonado el hogar cuando, junto con su pareja (padre de Pilar, de un año), se fueron a vivir al barrio San Expedito, "acá cerca" explicó, pero al poco tiempo "ella volvió a la casa con su hijita".
Finalmente quedó confirmado que la joven lo denunció hace 15 días, concretamente el 14 de setiembre. En esa oportunidad, si bien lo llevaron detenido hasta el destacamento, lo dejaron libre a las pocas horas.
Y en ese tiempo el hombre amenazaba a su hija con sacarla de la casa. No fue la única agresión. sino que ahora, en medio del dolor por lo irreparable, se supo que la "gota que colmó" el vaso de años de violencia, golpes y abusos fue el día que, cambiando los pañales de su hija, Ayelén encontró a su padre besándole la cola".
El sujeto quedó imputado por homicidio agravado por el vínculo, femicidio y desobediencia y ayer a la tarde fue enviado al penal.