Aumenta el consumo de carne de cerdo y el negocio atrae

La producción y la ingesta de carne de cerdo están creciendo en la Argentina, a pesar de tener que lidiar con preconceptos negativos.

De manera paulatina, la carne de cerdo en nuestro país gana espacios, y si bien debe competir con la carne bovina, una tradición casi ineludible para los consumidores argentinos, y el crecimiento sostenido del pollo, los porcinos exhiben números que permiten vislumbrar un lento posicionamiento.

De acuerdo con un estudio publicado por Fauba, y pese a que aún se registra una gran brecha entre la carne porcina en comparación a la bovina y aviar, 2013 registró un crecimiento que casi duplica los valores de la pasada década. Según el informe, durante los primeros cinco meses de 2013 se registró un aumento del 22,5% en comparación al mismo período del año anterior.

En esta línea, y según estadísticas elaboradas por la Asociación Argentina de Productores de Porcinos (AAPP), 2013 cerró con una faena de casi 5,2 millones de cabezas, con una producción de carne de 420 mil toneladas. Y en este escenario, desde la entidad que nuclea a estos productores señalaron que el consumo de esta carne no se quedo atrás y se ubica entre los 11 y 13 kilos por habitante por año, con una demanda sostenida.

En la faceta comercial, las oportunidades para este sector pasarán por abastecer la demanda interna en una primera instancia, para después enfocarse en los mercados externos.

Juan Uccelli, titular de la AAPP, remarcó que el potencial de crecimiento para este sector en los próximos años radica en reforzar la producción de carne fresca.

A diferencia del incremento en el consumo de carne fresca, el de chacinados crece a tasas más bajas, tendencia que puede visualizarse en los cambios que se registran en las bocas de distribución de la carne porcina. Según explicó Uccelli, mientras que hasta hace algunos años el 70% de esta carne se comercializaba vía supermercados y el resto por carnicerías, en la actualidad esta ecuación se invirtió. Así las carnicerías se han transformado en una nueva vía de expendio, con una amplia variedad de cortes y precios competitivos, sobre todo fuera de la Capital.

Por su parte, Verónica Rocha y Rodrigo Etchemendy Ratto, docentes e investigadores de la cátedra de Porcinotecnia de la Facultada de Agronomía de la UBA, afirmaron que el sector tiene un gran potencial por delante.

Para que esta carne se instale con éxito entre los consumidores argentinos el primer punto a tener en cuenta es que son necesarias inversiones, y sobre todo un cambio en los hábitos de consumo. Mientras que en el resto del mundo la carne de mayor consumo es la de cerdo, en nuestro país la tendencia es la opuesta y en la mesa de los hogares argentinos la carne bovina lidera las preferencias, con un consumo anual por habitante de 60 kilos, seguida por el pollo, con unos 39 kilos.

Pero el lento avance de la carne porcina es cada vez más evidente, y en nuestros días no sorprende encontrar en supermercados y carnicerías cortes similares a los vacunos, como nalga, bola de lomo, cuadrada o chuletas.

Otro punto donde la cadena de valor de la carne porcina debe trabajar muy fuerte es en ciertos prejuicios que existen en torno a ella, como el tema de la falta de higiene durante su crianza, además de otros preconceptos vinculados a la grasa.

En relación al primer punto, la investigadora de la Fauba explicó que cuando estos animales están en el campo, el barro les permite crear una barrera que actúa como defensa entre su cuerpo y un ambiente hostil. Los cerdos adultos sufren mucho el calor y sus glándulas sudoríparas están atrofiadas, por lo que necesitan esa capa de barro para protegerse, explicó.

Respecto al porcentaje de grasa, gracias a las mejoras alcanzadas en la alimentación, Rocha estimó que ha disminuido casi 30% en los últimos 10 años.

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