Ascenso social y narcotráfico en Mendoza

Por Gastón Bustelo - gbustelo@losandes.com.ar

Si bien lo datos de pobreza no son alentadores en nuestra provincia -310 mil personas están en esa situación según datos del Indec difundidos esta semana-, hay otro número que la administración Cornejo hizo conocer la semana pasada relacionado con la disminución de la mortalidad infantil en Mendoza, concretamente la tasa se ubicó el año pasado en el 7,7 por mil y en 2015 estaba en 8,5 por mil. Al gobernador Cornejo no se le escapó destacar que el indicador era el más “bajo de la historia” y la ministra de Salud, Claudia Najul explicó que se logró llegar a ese descenso por la política de Estado que tiene Mendoza. Así es como gobierno tras gobierno, dependiendo del escenario económico que les haya tocado, lograron ir bajando la mortalidad infantil.

Estos datos sin dudas merecen ser celebrados y mucho por varios motivos. Primero porque vivimos quejándonos con razón, de que no existen políticas de Estado en Mendoza para solucionar un montón de problemas. Y también porque en nuestra provincia los niños de madres embarazadas tienen más posibilidades de nacer vivos. Pero... aquí viene otro desafío y vayamos guardando las copas del festejo.

Si bien hay más niños vivos y todos sabemos que los que más probabilidades tienen de nacer muertos son los de sectores con menos recursos, cómo se hace ahora para que esos niños a los que ya se les está garantizando la vida, logren estar bien alimentados, estudien y con el tiempo tengan un oficio o se desempeñen en la profesión que haya elegido y podido estudiar.

El desafío es gigante y una vez más sabemos todos que excede un gobierno, pero sin dudas hay que debatirlo porque hay muchas aristas.

Una de las más complejas es el accionar del narcotráfico en Mendoza. La foto sacada por un policía que participó del allanamiento a una vivienda de Guaymallén y fue publicada por el diario El Sol, Clarín y La Nación habla sola. Cuatro niños almorzaban tranquilos mirando la tele al lado de más de 800 kilos de marihuana.

Las complicaciones son enormes debido a que, si bien el Estado ya intervino y comenzó a trabajar en este caso puntual, hay otras familias que viven del narcotráfico. Las quejas de los punteros políticos del interior profundo de la provincia de Buenos Aires son delicadas: “No podemos ganarle a los narco, mueven más plata y la gente ya no nos da ni bola”. Y parece que el problema empeora, esta semana los diarios nacionales difundieron que aterrizó una avioneta con 500 kilos de marihuana que venían de Paraguay en General Belgrano, a 100 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Los que recorren la calle y ven la realidad de cerca, tienen muy claro que en distintos barrios de nuestra provincia en donde vive gente de trabajo, se ven autos de media y alta gama, a los que obviamente no accede una persona con un empleo común. Los pudieron comprar porque viven del narcotráfico. Los punteros políticos despotricando, algunos preocupados porque ven que la realidad social es más dura de lo que pensaban y otros porque los narco les sacan gente, votos y por lo tanto peligra también su “trabajo”.

Es sabido que en Mendoza, además del ascenso social que garantiza la política -los jóvenes camporistas son un buen ejemplo de eso por los trabajos y salarios que consiguieron en el Estado y también los negocios a los que accedieron aunque en este último punto no fueron los únicos-, también se puede vivir mejor dedicándose al narcotráfico. Lo que tantas veces vimos en películas y series, sucede en la provincia en la que vivimos. Otra herencia de la Revolución Pop K.

Hay mucho para debatir y discutir, sobre si hay zonas liberadas para que los negocios de los narco se lleven a cabo, sobre la actuación y responsabilidad que vienen teniendo políticos, policías y miembros de la justicia en este problema que avanza y se está llevando puesta a una generación de jóvenes que acceden al negocio y al consumo sin mayores complicaciones. El esfuerzo diario, la cultura del trabajo, la importancia del estudio, los logros que genera la constancia, el cuidado de la salud y la definición de objetivos personales que no estén reñidos con la ley y que le aporten beneficios a la sociedad no son problemas para estas personas. En Mendoza, según el Indec, tenemos 34.800 indigentes, en concreto la categoría técnica significa que son pobres estructurales; es decir, que no van a salir nunca más de la pobreza, por lo tanto, serán objetivo fácil de narcotraficantes para que sus negocios prosperen y ellos podrán ganar más dinero que trabajando o con un plan social.

¿Hay motivos para pensar que la situación cambiará? No en el corto plazo. Será difícil que baje la pobreza que dejó el kirchnerismo en poco tiempo. Sabemos que la inflación es la principal fábrica de pobres y en los últimos 70 años la tasa promedio fue del 63% anual. Pero sí hay ejemplos para creer que se puede hacer algo. Así como bajó la mortalidad infantil debido a que la política decidió avanzar en una política de Estado, tienen que debatir una vez más un programa serio y avanzar en la contención necesaria para los niños y adolescentes que hoy son indigentes y pobres. Sobre todo en educación y trabajo, dos áreas complejas por muchos motivos, desde económicos hasta sindicales con dirigentes y docentes que se resisten a que se evalúe la calidad de la educación de la escuela pública.

Las soluciones deben ser rápidas, es que para que los adolescentes que están en la pobreza puedan trabajar, deberán poder disputarle el empleo a una máquina. Esa es la realidad laboral. ¿La escuela pública hoy lo garantiza?

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