Artes Plásticas: ascender por la canción

¿Un ascensor pensado como obra de arte? ¿Un edificio que homenajea al Nuevo Cancionero? El escultor Elio Ortiz participa de un proyecto inspirado por un particular: extender el mapa escultórico de la ciudad y generar, frente a la Plaza Fundacional, un pol

Elio Ortiz atiende desde arriba de un algarrobo. Sí, hasta allí se ha trepado en medio de la ruta desierta que conduce a su pueblito natal en La Rioja. Entre las ramas, capta la señal de teléfono y se arroja a hablar de la obra que acaba de concluir en Mendoza, su tierra  por adopción.

"No es sólo un ascensor, es una obra interactiva", nos había aclarado ya Isabelino Rodríguez, el responsable de que Elio plasmase en el hueco de un edificio parte de la historia cuyana.

El escultor explica que el ascensor del "Nuevo Cancionero" es parte de un proyecto mayor, que involucra además una serie de esculturas. "Todo, con la idea de no olvidar nuestras raíces". Suena curioso, claro. Pero entendemos de qué se trata cuando nos paramos justo en la esquina de Costanera y Pedro Molina, el acceso esa zona conocida como la Media Luna. En ese segmento del canal Cacique Guaymallén fueron arrojadas las cenizas de Mercedes Sosa. A pocas cuadras de allí, vivió el poeta Tejada Gómez. Enfrente, de hecho, se avista el área fundacional con su aura de la vieja Mendoza.

Precisamente allí, en esa esquina, se alza una escultura llamada "Las huellas de América". Esculpida en piedra, vertical, simboliza la obra que unió a músicos y poetas (casi todos mendocinos) y que los proyectó a Latinoamérica como movimiento. 

 El Nuevo Cancionero, creado en Mendoza en 1963, caracterizó a la música popular argentina durante las décadas de 1960 y 1970. Estaba integrado, entre otros artistas, por Mercedes Sosa, Armando Tejada Gómez, Manuel Oscar Matus, Eduardo Aragón, Tito Francia y Juan Carlos Sedero.

La base de la escultura que realizó Ortiz contiene algunas frases del Manifiesto que ellos redactaron; la cima representa a los siete caciques.

Ahora bien, junto a esa obra se está terminando de construir un edificio. En el ascensor del mismo, Elio ha continuado desarrollando el tributo. "Quien suba va a poder escuchar las canciones emblemáticas del Movimiento. Mientras se asciende por los pisos, se verá la partitura del Continente".

El sueño que reúne a Ortiz y Rodriguez es lograr, con el tiempo, que ese sector urbano se convierta en un paseo artístico- histórico y en un punto de referencia para los propios habitantes.

Transitar por la historia

Años atrás, Elio Ortiz fue el encargado de realizar dos esculturas ubicadas en Costanera y Beltrán. Una, en homenaje a los pueblos originarios. Otra, simbolizando la Conquista.

Del otro lado de las aguas del Cacique Guaymallén, realizó la tercera, dedicada el Nuevo Cancionero. De hecho, a un metro, está la placa que recuerda que, en esa misma esquina, fueron arrojadas las cenizas de la gran cantora.

La inauguración de “Las huellas de América” convocó al hijo de Mercedes, Fabián Matus, a los descendientes de Tejada y a figuras de la canción cuyana.

La escultura está en el exterior, pero el ascensor pertenece a un edificio privado. ¿Cómo se podrá visitar la obra, entonces? Tanto Elio como Isabelino piensan generar visitas guiadas y actividades relacionadas con un itinerario que involucre todo el proyecto.

Quien suba por el ascensor del edificio ubicado en Costanera y Pedro Molina podrá ver lo siguiente: en el primer piso está representada nuestra tierra, sus habitantes, sus cultivos; al llegar al segundo piso se avista el continente americano con los representantes más destacados de la canción popular (aquellos que encendieron la conciencia a través de la música en los ‘60s y ‘70s). Hay, también, una mención al “Negro” Castillo, el mecenas que nucleó a la bohemia artística mendocina en los tiempos de Pantagruel.

El tercer piso muestra el cielo americano donde el cóndor alza el vuelo. Y todo está ligado por un pentagrama que esboza las primeras líneas de “Zamba del riego”. La idea -cuenta Elio- es que en el recorrido suenen  temas como “Hay un niño en la calle” o “Canción con todos”.

Ortiz recuerda la famosa anécdota de Tejada. Cuando el poeta mendocino viajó a Cuba y, en la plaza abarrotada de gente, comenzó a escuchar “Canción con todos”. Perplejo de emoción, el autor de la letra se dio cuenta de que sus versos eran cantados como himno de la revolución. Y habían sido escritos aquí, en las calles próximas a donde ahora “Las huellas de América” nos señala coordenadas para la memoria.

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