200 años del "Encuentro entre San Martín y Belgrano"

Transitando los Bicentenarios de la Patria, mañana, 17 de enero, se cumple uno muy especial pues, según la tradición histórica, ese día pero de 1814, tuvo lugar un encuentro ilustre: El Abrazo de Yatasto, como proverbialmente se conoce la reunión que ma

Desde 2010 en adelante, cada año hemos recordado los distintos bicentenarios que marcan el calendario nacional y latinoamericano y que constituyen aniversarios históricos y relevantes ya que han significado hitos destacados en el camino de la independencia, desde aquel prematuro 25 de Mayo de 1810 y hasta el 9 de Diciembre de 1824, en que se libró la batalla definitiva por la libertad de América en los Campos de Ayacucho.

En estas fechas trascendentes, el encuentro entre ambos patriotas y fundadores de nuestra identidad: Manuel Belgrano y José Francisco de San Martín, reviste un momento característico de nuestra historia, no por ser un acto político o militar estratégico para la revolución, de hecho no lo fue, pero sí de gran significado para los argentinos ya que el 17 de Enero de 1814 los líderes de la revolución y los dos hombres más importantes de nuestro país sellaban en un abrazo su sincera amistad y compromiso de colaboración mutua, que venían entrelazando vía epistolar en beneficio de la libertad americana.

A mediados de 1813 el General Belgrano había solicitado al gobierno de Buenos Aires que le enviara al entonces comandante del Regimiento de Granaderos a Caballo, coronel Don José Francisco de San Martín, solicitud que fue desatendida por el poder central en aquellos días.

Luego de las derrotas de Vilcapugio (1/10/1813) y Ayohuma (14/11/1813), apesadumbrado y fatigado por las dolencias de la guerra, el 8 de diciembre, desde Humahuaca, Manuel Belgrano escribía a San Martín lo siguiente: "No siempre puede uno lo que quiere, ni con las mejores medidas se alcanza lo que se desea: he sido completamente batido en las pampas de Ayohuma cuando más creía conseguir la victoria; pero hay constancia y fortaleza para sobrellevar los contrastes y nada me arredrará para servir; aunque sea en la clase de soldado, para la libertad e independencia de la patria (...) lo pedí a usted desde Tucumán, no quisieron enviármelo; algún día sentirán esta negativa...". Así, en una clara crítica al gobierno de Buenos Aires, Belgrano se desahoga con su compañero de causa exponiendo la falta que le hubieran hecho sus conocimientos y su colaboración en las batallas que acababa de perder.

Posteriormente, Belgrano disponía el repliegue y acuartelamiento de sus tropas a la espera del enemigo. Conocedor ya de la noticia de que San Martín había sido designado al frente del refuerzo que tantas veces había solicitado al gobierno central, nuevamente desde Humahuaca, el 17 de diciembre tomaba la pluma y le expresaba: "No sé decir a usted lo bastante cuánto me alegro de la disposición del gobierno para que venga de jefe (...) Vuele usted, si es posible; la patria necesita que se hagan esfuerzos singulares y no dudo de que usted los ejecute según mis deseos, para que yo pueda respirar con alguna confianza y salir de los graves cuidados que me agitan (...) Crea usted que no tendré satisfacción mayor que el día que logre tener la satisfacción de estrecharlo entre mis brazos y hacerle ver lo que aprecio el mérito y honradez de los buenos patriotas como usted...".

El 3 de diciembre, San Martín había sido designado jefe de la expedición que debía reforzar el ejército del norte con 700 plazas de infantería del batallón N° 7, 100 artilleros y especialmente con 250 hombres de los 2 primeros escuadrones de Granaderos a Caballo; Belgrano esperaba con ansia pues aseguraba a su cofrade de armas: "Celebro los auxilios que usted trae así de armas como de municiones y particularmente los dos escuadrones de su regimiento, que ellos podrían ser el modelo para todos los demás en disciplina y subordinación..."; tal la fama que ya habían alcanzado los "muchachos" de San Martín.

El 12 de enero San Martín ya estaba en la provincia de Tucumán, y aunque muy enfermo por los efectos del clima lluvioso y húmedo, se aprestaba a seguir las instrucciones de hasta ese momento su jefe, el General Belgrano, quien le solicitaba que se apresurara a subir hasta Cobos para cubrir su retirada ya que desde los primeros días de enero las fuerzas realistas perseguían los restos del ejército del Norte para exterminarlo.

Belgrano, gravemente afectado de tercianas, bajaba presurosamente y cruzando el río Juramento llegó hasta la posta de Algarrobos, no la de Yatasto como se ha afirmado tradicionalmente, y allí se encontró con el jefe de los refuerzos, cumpliendo las aspiraciones que había expresado anteriormente al decir: "Deseo mucho hablar con usted de silla a silla, para que tomemos las medidas más acertadas y formando nuestros planes, que sigamos sean cuales fueren los obstáculos que se nos presenten, pues sin tratar con usted a nada me decido".

Así, en el encuentro que recordamos, Manuel y José pudieron conocerse personalmente, compartir sus impresiones sobre la revolución y, por sobre todas las cosas, sellar una alianza y amistad que perdurarán por siempre hasta la prematura muerte de Belgrano.

Luego de 3 meses de compartir experiencias y trabajar juntos por el mantenimiento de la frontera alto peruana, Belgrano deberá viajar a Buenos Aires para someterse a un consejo de guerra, quedando San Martín al frente de aquel teatro de operaciones; a partir de ese momento ambos próceres mantendrán una fluida correspondencia que será continuación de aquel abrazo.

Desde 1814 hasta 1820 Manuel se convertirá en un activo colaborador político y militar de San Martín utilizando sus influencias para apoyar la ascendente carrera del Libertador, recomendándole en cada misiva que cuidara su salud pues reflexionaba: "La Patria lo necesita a usted mucho, en estas circunstancias, más que nunca.

Es preciso, pues, cuidarse y adoptar un método para estar capaz de vivir...", en tanto que considerará a San Martín el "Salvador de la Patria" que, como el Cid Campeador, aún muerto, podía ponerse al frente de sus ejércitos y conducir las huestes hasta la victoria, en tanto que San Martín opinará sobre el creador de la bandera que es el más metódico y dedicado de los generales "siendo lo mejor que se tenía en América".

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