Anorgasmia: una problemática primordialmente femenina

Aunque es una disfunción más común de lo que se cree, quienes la sufren no lo explicitan. Esta conducta agrava una situación que no sólo impide el disfrute sino que atenta contra la autoestima. Aunque los hombres también la padecen, es el universo de feme

Algunas mujeres lo padecen y no se animan a hablarlo, otras temen realizar una consulta con un especialista y, en muchos casos, no saben de qué se trata. La anorgasmia es una de las disfunciones sexuales más frecuentes y se ve reflejada en la ausencia de excitación o deseo y en las dificultades para sentir un orgasmo.

Los estudios arrojan que:

El 10 % de las mujeres no experimentan el orgasmo.
 El 10 % lo alcanza casualmente.
 El 30 % llega a través de la penetración.
 El 50% lo logra gracias a la estimulación del clítoris.

Por otro lado, desde la desinformación, muchas personas creen que el orgasmo es equivalente a la eyaculación. Pero se pueden tener orgasmos sin necesidad de eyacular. Cuando van juntos, normalmente el orgasmo aparece unos segundos previos a la eyaculación. La anorgasmia hace referencia a la inhibición de toda la situación de placer: tanto de la eyaculación, como del orgasmo femenino.

No sólo hay situaciones emocionales o psíquicas que no permiten llegar al clímax en una relación. También existen distintos factores que impiden alcanzar un orgasmo; como la menopausia, el estrés, el consumo de ciertos medicamentos, el alcohol. A los que se suman la baja autoestima, la presión y el entorno social en el que crecemos, entre muchos otros motivos.

“Para prevenir y mejorar la condición es muy importante educar sobre actitudes sexuales saludables. Formas simples de estimulación y placer, tanto individual como compartido. Entender que debemos conocernos, saber lo que nos gusta, poder guiar al otro y pedir sin timidez“, explica la especialista en sexualidad Mariela Tesler Hansen.

Y agrega que: “generalmente, en casos de anorgasmia secundaria, la causa reside en una comunicación de pareja deficiente, problemas maritales u otras cuestiones independientes al sexo; pero que se traducen en anorgasmia a la hora del encuentro en la cama. Es por eso que muchas mujeres esperan una pastilla milagrosa, pero la realidad es que tienen que resolver cuestiones de pareja para poder volver a sentir. Es importante también entender que no podemos forzar una respuesta sexual. Cuando el acto sexual no está acompañado por el placer, pasa a ser un deber, y es allí donde existe una traba para que no haya disfrute o ganas de repetirlo“.

Existen distintos niveles de anorgasmia:

 La primaria, que se trata de aquella persona que nunca ha llegado al orgasmo, ni siquiera a través de la masturbación.

 La secundaria, que es cuando la mujer ya ha tenido experiencias anteriores en donde alcanzó el orgasmo, pero que repentinamente deja de tenerlo.

 La anorgasmia relativa, que es cuando solo se llega al orgasmo de una manera determinada, por ejemplo, en una posición sexual a la que se está acostumbrada.

 La anorgasmia situacional, que es cuando se logra alcanzar el orgasmo pero solo en situaciones específicas o en lugares determinados.

 La anorgasmia fortuita, que hace referencia a aquellas mujeres que han experimentado orgasmos en algún momento de su vida, pero sin continuidad, y casualmente o de forma poco frecuente.

Otras disfunciones sexuales que aparecen son la  dispareunia, que es el dolor coital en la penetración y durante el coito, y el vaginismo que es la contracción involuntaria de las paredes de la vagina que impiden la penetración. En estos dos últimos casos se ven afectadas las mujeres que tienen sequedad vaginal y necesitan una mayor lubricación para no sufrir irritaciones, o molestias, a la hora de ser penetradas.

¿Cómo superarla?

Existen algunos temas a tener en cuenta, que pueden servir a la hora de evaluar el caso particular de cada una y cómo afrontarlo, compartirlo con la pareja o tratar la disfunción con un especialista.

Mejorar la relación con la pareja, tener más comunicación y charlar sobre el problema.

Consultar a un especialista en sexología y practicar una serie de ejercicios básicos que enseña el especialista, que ayudan a estimular las zonas genitales femeninas.

Tener una actitud positiva cuando se produce el encuentro sexual y liberar la mente.

Practicar la automasturbación, para explorar las zonas del cuerpo y conocer qué nos da satisfacción y quitar todo tipo de inhibición.

Intentar llegar al orgasmo, sobre todo en el período de ovulación, ya que a mitad del ciclo la testosterona aumenta y desata el impulso sexual.

Hacer ejercicio, porque aumenta la testosterona.

Cumplir la fantasías sexuales y trabajar la imaginación.

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