Alumnos gestionan su biblioteca

Los estudiantes de la UTN San Rafael utilizan un sistema para retirar libros que administran ellos mismos. La Fundación de la universidad compra los ejemplares y los distribuye en las aulas, de donde se retiran y devuelven en forma personal.

La responsabilidad es la base educativa que por más de 20 años ha destacado a la Universidad Tecnológica Nacional Regional San Rafael.

Esa es la idea que han hecho suya todas las promociones y tal es el caso de la “Auto biblioteca” o “biblioteca gestionada” por los propios alumnos.

Debe aclararse que el proyecto cuenta con el apoyo permanente de la Fundación de esa casa de altos estudios, ya señera en la sociedad sanrafaelina por el excelente nivel académico demostrado y por poseer un atractivo centro de perfeccionamiento en la zona de Los Reyunos, donde existe un lugar de esparcimiento que está abierto a la comunidad en general.

El de la biblioteca, como tantos otros, es un proyecto ideado por el ingeniero Horacio ‘Bocha’ Pessano, decano de la universidad hace 20 años, y sus colaboradores, explica la encargada Olga Rivas, quien trabaja junto a la bibliotecaria Ana María Manzanares.

Buenos hábitos

“El alumno toma el libro, se hace cargo de él, lo lleva por el tiempo que lo necesite y luego lo devuelve. Eso queda registrado en una planilla que es similar en la central o en las áulicas, que son en total 11 como la cantidad de salas”, dice. Olga señala que el alumno se acostumbra y hace de esto una metodología, y que no hay ningún problema.

Señaló que sólo existen algunos inconvenientes con los alumnos de primer año algunas veces porque vienen del sistema secundario, que es distinto y deben adaptarse a éste que es de absoluta responsabilidad personal.

“Siempre devuelven los libros y por ahí cuando se demoran es necesario recordárselos -dice Olga con una sonrisa. Ahora uso las redes sociales y por Facebook les mando un mensajito recordándoles que deben un libro e inmediatamente lo traen”.

Cuenta que en una oportunidad, los chicos se habían juntado a comer un asado en la casa de uno de ellos y fue ahí cuando otro compañero vio un libro de la biblioteca que hacía tiempo tenía. “¿Cuándo lo devolverás?”, le preguntó y al otro día el “olvidadizo” lo llevó a la biblioteca.

“Así uno ayuda al otro a ir tomando responsabilidades”, reflexiona orgullosa Olga.

Dos bibliotecas en una

En la UTN existe una biblioteca central y otras aúlicas que tienen alrededor de 400 volúmenes cada una, los que pueden ser consultados en clase por los alumnos y profesores o bien pueden llevárselos con el mismo sistema de planilla, aunque cada aula tiene un encargado que es quien tiene una llave que retira en la mañana cuando llega y la devuelve cuando termina la jornada.

“Él es el responsable absoluto del movimiento pero nunca hay problemas. Los encargados son los alumnos becados, que deben responder por su beca con alguna prestación para la facultad; esta es una buena oportunidad” para que lo hagan, agrega Olga.

Daniela Taranto y Rocío Moreno, que ya están en 6° año de Ingeniería Civil, explican que el sistema las beneficia ya que los libros son difíciles de conseguir porque se obtienen en librerías especializadas y son muy caros: “Esto nos facilita el estudio porque podemos estudiar aquí, consultarlo en el aula y de ser necesario podemos llevarlos a casa y luego devolverlos para que los usen otros alumnos”.

Cada una de las 11 aulas de la universidad tiene su anaquel con la biblioteca a la vista y con sus libros prolijamente ordenados por tema y nivel del curso.

En total, la UTN San Rafafael posee alrededor de 4.000 volúmenes actualizados y de consulta. La encargada de este mantenimiento de “stock” es precisamente la Fundación, que compra libros de acuerdo a los requerimientos académicos.

La entidad, además de estar integrada por las autoridades de la universidad, tiene activa participación de los alumnos y ex alumnos, que una vez recibidos tienen acceso también a este servicio, al que califican de muy importante,  “elemental” para estudiar y trabajar.

El "autoquiosco", una experiencia única

Junto con la biblioteca a cargo de los alumnos se fundó, y ya ha cobrado notoriedad nacional, el denominado “autoquiosco”. Este lugar no tiene una persona para que atienda a los clientes.

Ellos, los mismos alumnos, leen el valor de lo que van a consumir, lo retiran de un anaquel que está al alcance de todos y colocan el dinero en una especie de alcancía pero abierta.

Si necesita el vuelto, el mismo alumno lo retira y si por alguna circunstancia no tiene el dinero, confecciona ahí mismo “una carta de crédito” que coloca hasta cuando abona el consumo.

Según relata el decano, ‘Bocha’ Pessano, los chicos toman así su propia responsabilidad y el no cumplimiento de esta simple norma de responsabilidad los excluye automáticamente del sistema, “aunque no se dan estos casos”, se apura a aclarar.

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