Alejo Moguillansky: “Trabajé esta película verso a verso”

El director de “La vendedora de fósforos”, la Mejor Película de la Competencia Nacional del Bafici de este año, habló con Estilo sobre el filme, que se verá en la próxima edición mendocina de este festival, que empieza el jueves. Las coordenadas para apun

Las reseñas son claras: “La vendedora de fósforos” es el mejor trabajo de Alejo Moguillansky, dicen. Y el haberse llevado el premio a Mejor Película en la Competencia Argentina del último Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (Bafici) confirma el ascenso iluminado de esta película, que se podrá ver en nuestra provincia el sábado que viene, en el marco de un nuevo desembarco de ese festival en Mendoza (del 14 al 17 de setiembre).

¿Fue una sorpresa el premio? “Sí... sí y no”, corrige este director de 39 años. Del 2005 a esta parte, ha dirigido tres documentales y cinco películas, siempre con un sello outsider: el de El Pampero Cine, esa productiva usina en la que confluyen también miradas sagaces y transgresoras como las de Mariano Llinás, Laura Citarella y Agustín Mendilaharzu. Es decir: una plataforma hacia otras expresiones audiovisuales; independientes, desatadas de la lógica de la industria.

Pero completa Moguillansky: “Presenté varias películas en el Bafici ya y tuve la fortuna de ganar antes también dos veces ese premio. En ese sentido, esta película la hicimos realmente de manera muy casera, doméstica y familiar te diría. Hay películas que van con las plumas para arriba y con los botines de punta, y hay películas a las que medio no les importa mucho eso. Creo que ‘La vendedora de fósforos’ sería de este segundo grupo de películas: no le importa mucho tener una ‘carrera’, sino más bien que se necesitó hacer (remarca), pero no es una que necesitara ser legitimada”.

En el 2009 ganó en la misma sección con “Castro” y en 2014 con “El escarabajo de oro”, que realizó junto a Fia Stina Sandlund. En todas sus películas, la producción se convierte en una cooperación familiar, amistosa y artesanal: por ejemplo, Luciana Acuña (su esposa) y la pequeña Cleo Moguillansky (su hija) siempre están ahí para actuar en sus proyectos.

-Recordás que ya has sido premiado anteriormente, pero: ¿por qué crees que es tan bien recibido tu trabajo?

-Qué se yo…  Uno gana premios, pero no es que uno esté especulando y tenga una especie de balance al respecto, como tienen las casas de productoras de cine más industrial…  Yo sinceramente trabajo en otro sentido y esto que preguntás no lo tengo muy en claro.

-Independientemente de eso, te deben dar algún tipo de devolución, imagino.

-Las devoluciones siempre son de lugares absolutamente distintos. Yo entiendo que es una película de alguna manera muy emocional, y creo que toca una fibra que yo intento que me toque a mí, y en ese sentido quizás hay algo de esa transmisión que genera cierta complicidad a través de la película, pero tampoco es algo que uno salga a buscar de una forma deliberada. La manera de hacerse de esta película fue más parecida al trabajo de un poeta, verso a verso, más que una planificación más “maquiavélica”.

La historia de esta película confirma la idea de un trabajo más azaroso que lineal: “el guión, de hecho, nació a último momento, e incluso te diría que no existe”, nos aclara, porque todo empezó como un documental, cuando en 2014 el compositor alemán Helmut Lachenmann vino al Teatro Colón para presentar la ópera “La vendedora de fósforos”, adaptación del cuento de Hans Christian Andersen. La idea era dejar registro de esa producción, algo que tomó unos ocho días de rodaje, no ajenos tampoco a los problemas que latían en el exterior de la sala.

Explica: “Filmé eso y pasó algo muy interesante: sabía que estaba este personaje totalmente antiburgués ensayando en el Colón y, como pasa tan a menudo en nuestro país, había una huelga de transportes que perjudicaba la logística de los ensayos, por lo que transmitía un problema hacia adentro del Colón y las tensiones que naturalmente eso suscita. Y era interesante eso: ver esa música, con esa ópera, con esos problemas, ahí adentro. Ese material se fue sedimentando y yo fui rodeándolo de personajes y de ficción”, explica.

Un círculo en constante dinámica: rodaje, montaje y guión, y volver a rodar, montar y dar forma, detalla. Satelitan entorno a él historias ficticias: la de una pareja (Walter Jacob y María Villar) cuya preocupación es cómo cuidar a su hija mientras ambos trabajan y la de una pianista virtuosa (Margarita Fernández).

-Las reseñas destacan la cantidad de referencias que ponés en juego, con otros cineastas, compositores, por ejemplo: ¿fue algo consciente o se fue dando?

-Se fue dando. Yo tengo el oficio del montaje muy incorporado, y fue una manera de trabajar: hay un material documental, entonces sobre eso se trabaja una línea de ficción, se trabaja con una idea particular sobre un cuento, etcétera... Es un trabajo más escultórico, te diría.

-¿Cómo fue la financiación?

-Se hizo con muy poco dinero, con un mecenazgo de la Ciudad de Buenos Aires y nada más...

-El dinero del premio del Bafici, por ejemplo, ¿ayuda a motorizar otros proyectos?

-Naaa, ¡se reparte equitativamente! Son películas que se hacen entre muy pocas personas, entre gente que está muy comprometida con la película de una manera personal y donde las reglas industriales no juegan. Las películas se hacen con un grupo de gente y por las necesidades de ellas mimas. En ese sentido, la película no es mía, sino de las pocas personas que la hicimos: la fotógrafa, la productora y los actores.

-Independientemente de la economía de medios, vos sos bastante productivo, ¿no?

-Sí, soy productivo también porque decido trabajar en estos términos. Trabajar en el sistema industrial obviamente te lleva tiempo y cuando uno trabaja con el grado de libertad que uno pretende trabajar es otro ritmo.

-Me nombrás la libertad: ¿creés que eso es lo mejor de ser independiente o es un cliché muy visitado?

-Es cliché, porque es una verdad, porque repite algo completamente cierto. Los clichés son aburridos. La verdad es que, respecto a este tipo de películas que yo hago, no hay ningún instituto de cine que pueda contemplarlas.

-Nombrás los institutos. No puedo dejar de preguntarte cómo ves el futuro inmediato del cine argentino después de todo lo que pasó en los últimos meses...

-(piensa) No sé... Para serte sincero, soy consciente de que tenemos cierto reconocimiento, cierta confirmación, pero hay que decir también que nos movemos a un nivel de producción al borde de un peñasco. En relación al cine subsidiado, no sé muy bien, sinceramente, qué decir.

Ahora, por ejemplo, está “La cordillera”, de Santiago Mitre, que la he visto y creo que es una película valiente para la escala en la que está hecha: es un tanque, la película más cara que se hizo en el cine argentino, y tiene la valentía de no obedecer una lógica narrativa, desafiando la estructura de siempre. Y no sé cómo está siendo eso atendido por el público y los críticos. Más allá de que la película guste o no guste, ni siquiera me estoy metiendo con eso, es una película que en ese nivel de producción y enfrentándose a los grandes monstruos que te genera producir a ese nivel, es osada y me da la sensación de que está un poco sola.

-¿En qué sentido?

-Que no hay gente que esté reconociendo o festejando esa osadía.

Cómo será el Bafici

El jueves que viene se prenderán las luces para esta nueva edición del festival, que se prolongará hasta el domingo en salas como la Nave Cultural y la Universitaria, el Microcine de la Municipalidad y, por primera vez, la Sala Malvinas Argentinas de Las Heras. Es la décima vez que viene a Mendoza una selección de lo visto en la muestra porteña, que ahora llegará con más de sesenta títulos locales, nacionales e internacionales (Canadá, Francia, Bolivia, Chile, México y Costa Rica). De todo este número, habrá una selección de seis cortos premiados y 25 largometrajes que participaron en el último Bafici.

Entre ellos destaca esta película de Moguillansky, además de “Las Cinéphilas” de María Álvarez (Premio del Público Mejor Película Competencia Argentina), “Adiós entusiasmo” de Vladimir Durán (Premio Mejor Largo Competencia Vanguardia y Género), “Viejo Calavera” de Kiro Russo (Premio Especial del Jurado Competencia Internacional) y “Hoy partido a las tres” de Clarisa Navas (Premio Mejor Actuación de Elenco Competencia Internacional).

También se destaca el estreno de “Disfrutate. La mañana, el viaje, el vuelo” de Rodrigo “Cebo” Cara y Mariano Cócolo y “El túnel”, proyecto audiovisual donde realizadores mendocinos se expresan acerca de las políticas de Estado a través de cortometrajes. La sección abarca la ya tradicional muestra de cortos de la Escuela Regional de Cine y Video a la que esta vez se suman los trabajos de la Tecnicatura Universitaria de Producción Audiovisual de la UNCuyo y la Licenciatura en Realización Audiovisual de la Universidad Maza.

“Mario on tour”, donde actúa Mike Amigorena, y “Todo sobre el asado”, documental de Mariano Cohn y Gastón Duprat (“El ciudadano ilustre”) también se verán en pantallas dispuestas en la Rotonda de El Challao, el domingo.

Todas las actividades y funciones son gratuitas, excepto las proyecciones en la Nave Cultural ($30, entrada genera, disponible en boletería una hora antes de cada función). La programación completa puede consultarse en baficimza.com.ar

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA