Alberto M. De Agostini, un salesiano poco conocido

Alberto María De Agostini nació en un pequeño pueblo de Piamonte, exactamente en Pollone, al pie de los Alpes, cuna del alpinismo italiano, el 2 de noviembre de 1883.

Ese mágico y fascinante entorno, con sus picos desafiantes y glaciares despertó en el salesiano, su gran pasión por las montañas.

Nuestro salesiano era religioso, pero en su espíritu estaba la llama viva de la exploración, y por eso incursiona e investiga lo desconocido.

Todo lo registraba en sus escritos, fotografías y filmaciones, y eso posibilitó que el mundo conociera la Patagonia. En 1909, con 26 años, se consagró como sacerdote en la orden Salesiana, cuyo fundador fuera Don Bosco.

El religioso entendía que su propio castillo estaba en las montañas, siendo su culto de vida la peregrinación de la palabra de Dios.

Corría 1910 cuando llega por primera vez a Tierra del Fuego, totalmente desconocida e inexplorada, y queda impresionado por las grandes fogatas que surgían del interior de los bosques, encendidas por los nativos, los únicos y legítimos habitantes, los onas, yámanas y alacalufes, que lamentablemente fueron extinguidos por la encarnizadas y brutal persecución de algunos blancos, la mayoría provenientes del continente europeo. Hubo numerosos intentos de poblar estas tierras tan australes, uno de los cuales fue llevado a cabo en 1584 por Pedro Sarmiento de Gamboa, quien dejara triste recuerdo en Bahía del Hambre.

Este territorio pertenece una parte a la República de Chile y la otra a Argentina, es decir la parte oriental de Tierra del Fuego y la Isla de Los Estados.

La línea divisoria fue trazada en conformidad entre ambas naciones por el tratado de 1881 (ver Francisco Pascacio Moreno).

Nuestro salesiano fue un incansable peregrino, apóstol de la caridad y benefactor entre las  tribus. Su mayor actividad evangelizadora la desarrolla en Ushuaia, nombre indígena yámana, cuyo significado es ushu, tierra adentro, y “aia” bahía.

De Agostini, en sus incursiones, se dedicaba a los relevamientos topográficos, estudios étnicos, toponimia, fotografías y filmaciones de sus expediciones. Fue precursor, pionero y explorador de Tierra del Fuego, Cabo de Hornos y los peligrosos fiordos que conducen al monte Sarmiento.

La fortaleza volcánica de la voluntad lo hacían un predicador caminante de los valles y montañas, se conectaba con las tribus. Los onas vivían de la caza, a diferencia de los yámanas y alacalufes, que se desplazaban por el mar en pequeñas embarcaciones, y las mujeres se sumergían en las heladas aguas del Beagle para pescar.

La relación entre las tribus era de mucha armonía a pesar de sus diferentes estilos de vida y contexturas físicas, siendo los onas los que más se destacaban.

Alberto M. de Agostini se familiarizo con todos ellos, en su afán de la evangelización. Respetaba sus costumbres y libertad. Pero, el hombre blanco asomaba sus intenciones, llevó progreso como también la causa de que estas tribus desaparecieran, producto de las enfermedades como tuberculosis, escarlatina, sarampión, y por el alcohol.

Los salesianos hacían lo imposible para aislarlos, pero ello no fue suficiente.

Sin perder su pasión por el alpinismo decide subir el monte Olivia. En 1902 ascendió el monte Martial, que ese nombre por el capitán de fragata Luis. F. Martial, jefe de la expedición francesa al Cabo de Hornos.

Su carrera en los escalamientos era cada vez mayor. Ascendió el monte Carbajal y le puso este nombre en reconocimiento al salesiano Lino Carbajal. Su afán de descubrir y conquistar lo llevaron a poner su mirada en el monte Olivia (por una de las hijas del gobernador de Malvinas, Olivia Robertson), una aguja de perfecta verticalidad, donde sus paredes juegan con el abismo en todas sus rutas de ascenso.

En 1902 intenta su ascenso entre glaciares y empinadas paredes de rocas inestables. A 300 metros de la cumbre desisten de continuar por la terrible verticalidad que ellas presentaban. Vuelve  años después con los guías alpinos Abel y Agustín Pession. Luego de grandes dificultades, logran alcanzar la cumbre dejando como testimonio la bandera argentina. Esto ocurría en 1910.

La noticia de tan importante hazaña, corrió rápidamente debido a que desde el acorazado Almirante Brown, fondeado en la bahía, comprobaban el éxito de la ascensión por medio de los telescopios de a bordo.

De Agostini con su incansable solicitud de evangelizar recorre el área por diferentes valles, tomando contacto con los onas, observando la fauna y flora de la región. Su material fílmico, fotográfico y topográfico fue recorriendo el mundo, especialmente en el continente europeo y  despertando el interés a los hombres de ciencia y alpinismo sobre la Patagonia.

Sin embargo, algunos integrantes de la orden salesiana no compartieran su estilo de evangelizar por su gran atracción a las montañas. Sin embargo fue respaldado por monseñor José Fagnano, que se encontraba en Punta Arenas.

Sería imposible detallar las distintas actividades en montaña de este salesiano. Como por ejemplo el ascenso al monte Sarmiento (3.700 m).

En 1912 se organiza una misión desde Italia, compuesta por el doctor J.B. de Gasperi, con la intención de llevar a cabo trabajos naturalistas y glaciológicos. Los guías Abel y Agustín Pession acompañaban dicha empresa. En enero se embarcaron en el cúter Júpiter, que zarpa de Punta Arenas y enfrenta los riesgos de la navegación. Atravesaron el canal Foward, sumamente peligroso por las tormentas e inmensas olas. Ya en la base del Sarmiento, quedaron sorprendidos por su belleza y los glaciares de inmensa verticalidad. Las fuertes tormentas los decidieron a suspender la expedición para el próximo año (1913). En 1913 y 1914 realizan la segunda incursión, acompañado por los guías Guillermo Guglielminetti y Eugenia Piana. Es mucho lo que se rescata de la obra de este sacerdote evangelizador, con su gran contribución a la ciencia y la difusión del sector más austral de la Patagonia.

Luego de haber pasado 30 años en esas latitudes, ya enfermo regresa a Turín, donde fallece el 25 de diciembre de 1960.

Las opiniones vertidas en este espacio no necesariamente coinciden con la línea editorial de Diario Los Andes.

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