Adverbios de moda

Que padres e hijos y, en muchos casos, también nietos, no hablan del mismo modo no constituye ninguna novedad. Esto es consecuencia del dinamismo propio de la lengua: tanto a nivel fonético, como en el orden morfológico y en el ámbito semántico, hay permanentes innovaciones. Lo vamos a ejemplificar a partir de algunos adverbios que hemos visto enriquecerse en sus valores significativos: se trata de ‘sensiblemente’, de ‘terriblemente’ y de ‘totalmente’.

Si decimos, por ejemplo, “La segunda jornada de paro tuvo un acatamiento sensiblemente menor”, podemos advertir más de una interpretación. Para el diccionario académico, el vocablo posee dos acepciones: la primera dice que es el equivalente a la locución “de manera sensible, evidente e importante”, también, “notablemente”.  El ejemplo que se consigna es “sensiblemente mejor”. La segunda dice, también, “de manera sensible, perceptible por los sentidos”. El ejemplo transcripto es “Las ondas del sismo se detectaron sensiblemente“. De acuerdo con estos dos valores, la oración planteada debe interpretarse conforme a la primera acepción, esto es, “La segunda jornada de paro tuvo un acatamiento evidentemente menor”. Sin embargo, la Fundación del español urgente ha detectado un nuevo valor significativo, sobre todo entre jóvenes menores de treinta años: para ellos, ‘sensiblemente’ es un adverbio que indica ligereza. Ello implicaría, en nuestro ejemplo, dar una interpretación contraria a la que expresamos, pues equivaldría a decir “La segunda jornada de paro tuvo un acatamiento ligeramente menor”. Esta nueva acepción, aún no incorporada, nos hace reflexionar acerca de la necesidad, para ser más precisos, de sustituir el adverbio ‘sensiblemente’, por ‘notablemente’ o, todo lo opuesto, ‘ligeramente’. Imaginemos un ejemplo, referido al aspecto económico: “Las jubilaciones han aumentado sensiblemente”. ¿Qué queremos decir: que han aumentado notablemente o, por el contrario, que han aumentado apenas, ligeramente? En la práctica, lo advertirá de inmediato el beneficiario de una jubilación; pero, además, el mensaje debe ser claro. Evitemos, entonces, usar ‘sensiblemente’ y sustituyámoslo por términos inequívocos.

Otro adverbio que ha visto enriquecida su significación es ‘terriblemente’: si nos atenemos al valor del adjetivo ‘terrible’, a partir del cual se forma el adverbio, le damos a este una connotación negativa. En efecto, el adjetivo tiene los valores de “que causa terror” y “que es difícil de tolerar”; pero, además, lo cual no se tiene en cuenta, equivale también a “muy grande o desmesurado”. A partir de estos tres valores, podemos encontrar contextos en que ‘terriblemente’ es equivalente a “espantosa, violenta u horriblemente”: “Diluvió tan terriblemente que no había forma de llegar al pueblo” o “Lo han amenazado terriblemente”. En cambio, si su valor se vincula a la tercera acepción del adjetivo, entonces variará su significado ya que será el de “extraordinaria o excesivamente”.  Si digo, por ejemplo, “Tu exposición ha estado terriblemente buena”, no quiero descalificar en modo alguno esa exposición, sino ensalzarla de manera superlativa: “ha estado muy buena”, “ha sido buena en demasía”. En la vida cotidiana, oímos este adverbio, junto a adjetivos con connotación positiva, para ponderar la alabanza de una persona o de un objeto: “Melisa es terriblemente generosa” y “Esta tarta está terriblemente buena”.

Ha pasado ya la época del uso desmedido del adverbio ‘obviamente’, sobre todo por parte de los jóvenes y de quienes imitaban su modo de hablar.  Hace una década, aproximadamente, este adverbio constituía una especie de comodín: servía para indicar que alguna realidad se presentaba de un modo evidente, como en “Obviamente, los chicos estaban felices por un receso tan prolongado”; también, podía acompañar a un adjetivo calificativo, para marcar una especie de gradación: “Lo descalificó con términos obviamente injuriosos”; el adverbio junto al adjetivo ‘injuriosos’, no solamente indicaba un agravio, sino que realzaba ese carácter ofensivo: “claramente injuriosos”.

Además, en las elípticas respuestas de los jóvenes, el uso de ‘obviamente’ era el equivalente a una contestación afirmativa: “-¿Le darás ese dinero? –Obviamente”. Esa respuesta, dicha con una entonación exclamativa, implicaba, muchas veces, cierto dejo de ironía o de supuesta superioridad del que respondía respecto del que preguntaba.

Algo similar en cuanto al uso de un adverbio como equivalente al “sí”, se da con ‘totalmente’. Si nos atenemos al significado académico, ‘totalmente’ quiere decir “enteramente, en forma total”; así, toma ese significado junto a un verbo en “Cambió totalmente”; también, junto a un adjetivo, en “La obra está totalmente lista”; otro tanto junto a una locución con valor adjetivo, como en Las autoridades se mostraron totalmente de acuerdo con los pedidos”; por fin, también posee ese significado junto a otro adverbio, como en “Ya está totalmente bien”. Pero, a ello debemos sumar el valor coloquial de confirmación que adquiere, sobre todo en diálogos, en los que el hablante, al brindar una respuesta, economiza una serie de palabras, aún presentes en la mente de su interlocutor: “-Es necesario volver a instalar en las aulas el orden, la disciplina y el respeto, ¿no creen? –Totalmente”. Ese único término en la respuesta está cargado con el significado de la oración precedente y equivale a confirmar, en forma elíptica y económica, el contenido de aquella: “Coincidimos absolutamente con la afirmación de la necesidad de instalar en las aulas orden, disciplina y respeto”.

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