Adiós a Jorge Marziali, Mendoza despide a un gran poeta popular

El autor de “Cebollita y huevo”, “Coplas para la libertad” y otros tantos temas emblemáticos, murió en la mañana de ayer en Cuba, donde había participado del Festival del Caribe. Tenía 70 años y sus restos serán velados en Mendoza en los próximos días.

Curiosamente fue frente a la tumba del Che Guevara, en el mausoleo que guarda los restos del héroe revolucionario en la ciudad cubana de Santa Clara, donde ayer por la mañana se desplomó de un infarto el cantautor mendocino Jorge Marziali.

Visitaba el lugar junto al actor cordobés José Luis Serrano, famoso por su personaje de Doña Jovita, luego de haber actuado ambos en el Festival del Caribe, que se celebra anualmente en la ciudad de Santiago de Cuba y donde la noche del sábado, entre fervorosos aplausos, Marziali cerró su show con la canción “El niño de la estrella”, dedicada precisamente al Che Guevara.

De la delegación argentina del festival también participaban la bailarina y coreógrafa bonaerense Silvia Zerbini y el artista cordobés Pocho González.

Entre nosotros

El 19 de febrero pasado Marziali había cumplido 70 años y, según quienes lo conocían de cerca, no registraba ningún tipo de antecedentes cardíacos.

La noticia la confirmó ayer al mediodía el Secretario de Cultura de Mendoza, Diego Gareca, en su cuenta de Twitter donde decía: “Con inmenso dolor despedimos a mi gran amigo Jorge Marziali. Trovador, juglar y referente de la Música Popular. Buen viaje, buena gira”.

Su pareja, la cantora entrerriana Marita Londra, con quien Marziali vivía desde hace años en Bola Loma, un pueblito cordobés de Traslasierra muy cercano a Merlo, también confirmó que su cuerpo sería trasladado e Mendoza para ser velado en su amada provincia.
Un camino fructífero

Ex periodista y artista emblemático de la música popular argentina que trascendió con creces las fronteras de Mendoza, que lo había visto nacer en Guaymallén, Marziali fue el creador de temas como “Cebollita y huevo”, “Los obreros de Morón”, “Ese Manuel que yo canto”, “Coplas para la libertad”, “Elijo criollos”, “El Cuchi musiqueador”, “Cuando Perón era Cangallo”, “La Sixto violín” y otros temas que forman parte del cancionero argentino en los que supo expresar nuestra realidad, nuestra historia, el amor, las tristezas y alegrías de nuestro país y de la América Latina toda.

Muchas de sus creaciones le pusieron palabras al calor democrático de los años 80 y fueron replicadas por numerosos intérpretes.

Su canto marcó con huella propia a la música criolla. Y se lanzó a recorrer el país, alternando sus recitales con charlas y conferencias en universidades, escuelas y centros culturales.

El canto popular fue su elemento. “Me gusta recordar lo que Violeta Parra decía: ‘Inventen ritmos, el arte es un viaje sin plan de vuelo”.

Con nombre propio

Jorge Marziali empezó a andar el camino de la música argentina mucho antes de su primer y recordado disco “Como un gran viento que sopla”, aparecido en el ‘83.

Ya algunos de sus temas eran parte infaltable de peñas y guitarreadas.

En 1986, el disco “Marziali cerca nuestro” lo afirmó en la nueva canción argentina. Y sus temas viajaron a Uruguay, Chile, Venezuela y México.

Su tercer disco es de 1990,  “Marziali de diario”, llegó con portada de Hermenegildo Sábat y presentación de María Elena Walsh. Y, luego de componer la banda sonora del largometraje “El general y la fiebre”, dirigido por Jorge Coscia en 1993, debutó como actor en ese mismo film.

En 1999 editó “Miradas”, su cuarto álbum. Y en octubre de ese mismo año fue declarado “Maestro del alma” por la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

En 2000 apareció “¿Y por qué?”, un disco con 12 canciones para “niños y nenas y gurises y changuitos y pibitos”, según constaba desde la tapa. Y en 2004 editó “Padentrano”, un trabajo en el que profundizó su visión de la música argentina de raíz criolla.

Pero también supo cantar la poesía de otros. Y así en 2012 apareció “En la brasa del presente”, sobre poemas de su amigo Daniel Giribaldi (1930 - 1984), un artista que, según el propio Marziali, “siempre se mantuvo al margen de senáculos grises y academias sospechosas” y que conciliaba la sensibilidad poética y el testimonio político a través de un “estilo quevediano, casi lunfardo argentino”.

Y además fue autor de un libro de poemas, “El amor en otro sitio”, que Marziali publicó en 2013 y sobre el que dijo: “sentí que estas letras debían expresarse así, desnudas, porque son palabras que han nacido para ser abrigadas por el papel”.

Junto a su compañera, Marita Londra, creó varios temas conjuntos, a la vez que acompañaba los pasos en la música de su hijo Simón.

El regreso

El sábado 6 de mayo de este año, Marziali volvía a Mendoza para presentarse después de mucho tiempo en su provincia natal.

Fue precisamente en el Teatro Independencia, en un espectáculo que dio en llamar "La fiesta interior" porque marcaba su reencuentro con el público de la provincia que lo vio nacer. "Me da un ataque de responsabilidad. Puedo hacer el mismo espectáculo que hago en otros países, pero acá es como que te está mirando tu mamá", dijo en entrevista con Los Andes.

Sobre el título del espectáculo, dijo en la misma entrevista: “Es la fiesta que llevo adentro pero puesta en escena. La alegría del canto compartido”.

En ese mismo mes de mayo recibió el reconocimiento de las autoridades de su Guaymallén de origen, con una placa en su honor que se ubicó en la casa donde había nacido.

Y esa misma casa fue el escenario de su último cumpleaños, cuando en plena vereda un grupo de amigos le organizó una guitarreada en un festejo especial que él agradeció encantado. “Estoy feliz de que se acuerden de mi nacimiento, porque en general los tributos a los artistas se les hacen en el día de su muerte y eso no me gusta”, dijo entonces.

Tres de sus más queridos amigos lo recuerdan

Daniel Talquenca. Músico, compositor, guitarrista, docente

Hoy es un día muy triste para mí, porque se ha ido un amigo del alma con el que nos conocimos desde niños.

Tenemos la misma edad y hasta empezamos juntos en el Club  Murialdo, en las peñas.

No puedo creer que se haya muerto, si hasta cuando yo estuve internado hace muy poco, que estuve grave, él vino a reconfortarme y a darme el aliento generoso que tenía siempre para sus amigos.

Era un ser entrañable y aunque él y yo seguimos caminos distintos en la música, la amistad fue total. Lo recuerdo como lo que era: un ser transparente y de una entrega absoluta. Perdón si no puedo continuar, pero este dolor no me deja hablar. Y es mucho peor que si fuera un dolor físico.

Pupi Agüero. Gestora cultural

Era mi hermano. Compartí con él años de una amistad maravillosa, de charlas interminables, de guitarreadas con amigos.

Cómo será el grado de amistad que forjamos que hasta me nombra en la canción “Hilario, viejito lindo”, dedicada al gran Hilario Cuadros.

Es una cueca y en una parte habla de una reunión en la que estaban Scafatti, Carlos Alonso, el Coco Yáñez y yo, todos sus amigos. A mí me puso muy orgullosa porque ese tema se ha escuchado mucho, hasta en las fiesta de la vendimia.

Incluso cuando recién se había mudado al pueblo cordobés de Bola Loma con su pareja Marita Londra, hace menos de un año, me vino a buscar para que fuera a conocer su casa. Estuve tres días y, por supuesto, todas las mañanas me preparaba un desayuno con cebollita y huevo.

Nunca faltó a un cumpleaños mío. Me llamaba desde donde estuviera y se aparecía.

Tuve la felicidad también de producirle su último espectáculo en Mendoza, en mayo pasado en el Teatro Independencia. Quedó fascinado porque el teatro estaba repleto y él sentía que el público mendocino no lo había abandonado, aunque no tocaba en el Independencia desde hacía como 20 años.

Algo que también lo pinta a Jorge Marziali de cuerpo entero es su amor por Marita Londra. Aquella vez que me invitó a Bola Loma, me mostró la casita a medio construir que esperaba estrenar con Marita.

“Es increíble que a esta edad yo esté tan enamorado y lleno de sueños”, me dijo mirando la casa.

Polo Martí. Guitarrista, compositor, docente e investigador

La impresión fue tremenda, porque estuve con él y con Marita unos días antes de que se fuera a Cuba y me contaba la felicidad que tenía.

Desde que lo conocí, más o menos en el 89 cuando yo recién llegaba de Entre Ríos, se generó una amistad muy grande, con muchas cosas en común, anhelos y proyectos.

Compartíamos reuniones y nos quedábamos horas charlando. Era como mi hermano mayor. Él mismo me presentó a Juan Falú, que fue muy importante en mi vida y en mi carrera.

Fue tan grande la amistad con Jorge que un día nos dijimos que teníamos que componer algo juntos. Y como los dos admirábamos a Manolo Tejón, que entonces estaba vivo, hicimos “La de Tejón”, una cueca que después yo incluí en mi disco ‘Frutos’.

Y otro día, hablando de músicos, coincidimos en que las dos guitarras más grandes de la Argentina habían sido las de Eduardo Falú y Atahualpa Yupanqui. De ahí salió el tema “Las dos guitarras” que también hicimos juntos.

El recuerdo de Juan Falú

El guitarrista y compositor tucumano evocó al trovador mendocino con un sentido texto y lo definió como “alguien capaz de hacer, casi sin querer, una escuela de la memoria, de la estética, de la justicia social, del amor, de la esperanza”.

Falú, de 68 años, se conoció con Marziali (quien entonces trabajaba como periodista en el diario Clarín) hacia 1982, recién llegado de su exilio en Brasil. Desde entonces trabaron una honda amistad y compartieron canciones y espectáculos, entre ellos el emblemático “De aquicito nomás”, que se hizo disco en 2015.

A través de su cuenta de Facebook, Juan escribió un extenso y sentido texto donde señaló: “Tengo que tratar de imitarte, imaginándote duro y silencioso ante la peor de las noticias. Y parar de llorar. Tengo que aprender de tu hija Amaqui, que me acaba de decir serena y firme ‘el viejo se ha ido en su ley’.

En otro tramo de la misiva, sentencia: “Te quiero decir en lenguaje tucumano lo que diríamos después de unos vinitos fraternos: Que se caguen, Jorgito. Que se cague el mundo indiferente, el que no canta buenas canciones, el que vota a gente fea, el que no llora con su gente, el que no sufre su tierra. Aunque sea hoy, por un rato, que se caguen”.

En la carta donde recuerda la primera y la última canción que urdieron juntos (“Del buen riego” y “Tonada de antiguo ruego”, respectivamente), Falú expresa: “Se nos ha ido Marziali y a levantar sus canciones. A multiplicarnos en miles de Jorges denunciadores de esta inmundicia que vivimos. Te abrazo hermano y nos abrazamos todos en tu honor, desde el centro de gravedad cuyano hasta todos los rincones de esta patria que tanto amaste”.

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