Adiós a Debbie Reynolds: la leyenda rubia del Hollywood dorado

La madre de Carrie Fisher, consagrada en el film “Cantando bajo la lluvia” de 1952, murió a los 84 años, apenas un día después que su famosa hija.

Dentro del género musical, había poco que se le escapara a Debbie Reynolds. Desde el claqué al rock'n roll, cada paso, cada movimiento corporal, cada gesto de la actriz alcanzaba una perfección milimétrica ante la cámara.

Ya fuera presa de la tristeza o radiante de felicidad como un niño con zapatos nuevos, Debbie Reynolds se convirtió en una de las actrices más populares del Hollywood dorado. Un Hollywood del que en la noche del miércoles se despidió a los 84 años, apenas un día después de que falleciera su también famosa hija, la actriz Carrie Fisher.

Debbie Reynolds tenía talento, y mucho. Sin embargo, esta hija de un carpintero de El Paso, Texas, tuvo que trabajarse duro su ascenso al estrellato.

Tras ganar un concurso de belleza, los estudios Warner Brothers se fijaron en aquella guapa y rubia joven, pero pronto consideraron que no era apta para el negocio y le cerraron las puertas. Sin inmutarse, Reynolds llamó rápidamente a la competencia: la Metro-Goldwyn-Mayer.

Tras varios papeles menores, el éxito llegó gracias a Gene Kelly: el actor, bailarín, cantante, coreógrafo y cineasta reconoció las dotes de la joven actriz nacida como Mary Frances pero conocida como Debbie. Y fue por ella que en "Cantando bajo la lluvia" (1952), un Kelly enamorado protagonizó entre los charcos una de las escenas más famosas del género musical. De la noche a la mañana, Reynolds era una estrella.

La actriz tenía tan solo 28 años cuando realizó el que sería el papel más importante de su carrera. Pese a las clases de baile, aquella película le supuso todo un desafío hasta el límite de sus posibilidades.

Décadas después, aún recordaba cómo le dolían los pies hasta salirle sangre durante los tres meses de ensayos. “Cantando bajo la lluvia’ y el parto fueron lo más duro que he hecho jamás”, escribió en su autobiografía de 1988 que tituló “Debbie”.

Imán para la taquilla

Aunque Reynolds participó en decenas de películas, entre ellas comedias y thrillers, el musical siempre fue su fuerte. “La inconquistable Molly Brown” (1964) y “Divorcio a la americana” (1967) le valieron nominaciones tanto a los Globos de Oro como a los Oscar, y con “Tammy”, el tema central de la película homónima de 1957, se alzó con un disco de oro.

Convertida en un imán para la taquilla, Reynolds también logró notoriedad con sus intervenciones en televisión y en musicales de Broadway sin dejar de hacer cine. En 1992, realizó una pequeña aparición en "El guardaespaldas". Gracias a su carisma consiguió ya en sus años maduros varios papeles de reparto, aunque nunca volvió a brillar como en la edad de oro del musical.

Turbulenta vida privada

En lo privado, la vida de Reynolds transcurrió entre turbulencias. Su matrimonio con el famoso cantante Eddie Fisher, del que nacieron Carrie y el después productor Todd, acabó hecho jirones cuando el cantante la abandonó por su amiga y glamorosa Elizabeth Taylor, con quien la actriz acabaría reconciliándose más tarde.

Que pese a su faceta de madre continuara con su carrera a viento y marea fue una pequeña sensación en los Estados Unidos de entonces. "Cuando era pequeña, no podía creer la suerte que tenía", recordaba Carrie Fisher. "Esa maravillosa e ingeniosa estrella de cine era mi madre. Ir por la calle con ella era como estar en un desfile. En público, tenía que compartirla. Pertenecía a todos".

Después, Reynolds se casó con un rico propietario de una cadena de zapatos, cuya bancarrota y deudas por su afición al juego le hicieron perder su millonario patrimonio.

Tampoco su tercer matrimonio con un empresario del sector inmobiliario acabó bien: tras el divorcio, en 1996, la actriz tuvo que solicitar un concurso de acreedores cuando el hotel y el casino de ambos en Las Vegas quebró.

La actriz siempre siguió vinculada al mundo del espectáculo, cuya herencia se esforzó en preservar. Adquirió unos 5.000 trajes y recuerdos del Hollywood clásico, entre ellos el bombín de Charlie Chaplin, una vaporosa falda de Marilyn Monroe y hasta el atuendo que Richard Burton lució en “Cleopatra”.

La subasta de aquella colección única, en 2011, se debió principalmente a problemas financieros después de que además hubieran fracasado los planes de crear un museo en Hollywood.

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