Aceite de oliva, un negocio que sigue atrayendo bodegas

Si bien la situación general de este sector no es alentadora, muchas empresas deciden apalancar pequeñas producciones premium con sus vinos.

En Argentina cada vez son más las bodegas que diversifican sus marcas y ofrecen aceite de oliva. Es que sumado a la buena publicidad que tiene la dieta mediterránea, que incluye estos dos productos, las empresas aprovechan sus canales de comercialización y marketing para introducir al mercado un producto de alta gama, sin el costo de tener que abrir nuevos mercados, ya que van de la mano de los vinos.

De las más de 20 mil hectáreas con olivos que tiene Mendoza, unas 2.000 se encuentran en trincheras, por lo general, rodeando viñedos.

Éste es un esquema típico de cuartel, puesto en marcha por los inmigrantes europeos, principalmente españoles e italianos, que replicaban en Mendoza sus esquemas de trabajo heredados, diseño que en muchos viñedos tradicionales se mantiene hasta la actualidad.

Por lo tanto, muchas bodegas con viñedos Premium, tienen, en algunos casos, trincheras con olivos. Eso ha hecho que muchas compañías decidan trabajar nichos de aceite de alta gama fraccionado, con precios por litro que arranca en los $ 300 en los cadenas de supermercados más importantes.

Un caso de testigo de “apalancamiento” entre vino y aceite de oliva es Bodega Zuccardi.

“En 2004 arrancamos con la producción de aceite de oliva, con la inquietud de desarrollar un producto de alta gama”, cuenta Miguel Zuccardi, tercera generación de la empresa familiar fundada en 1963. Los resultados están a la vista: en la actualidad producen más de 400 mil litros de este producto, y además fueron pioneros en introducir el concepto de varietalidad en el aceite, con su desarrollo realizado con Arauco.

Hoy producen aceites en botellas de 250 ml y 500 ml, entre otras presentaciones, de variedades como Changlot, Frantoio y Arauco. “El prestigio que ya tenían los vinos fue la base de la que partimos. Por supuesto que compartimos los canales de comercialización. Sin el vino no podríamos llegar a las tiendas en Argentina por los costos que implica”, cuenta Zuccardi, quien coloca el 10% de su producción en Brasil y Perú también apalancado por el desarrollo que la marca de los vinos tiene en esos lugares.

Para Eduardo López, otra de las firmas tradicionales de la vitivinicultura en Argentina, el negocio del aceite de oliva tiene mucha historia: “Nuestro bisabuelo, José Gregorio López Rivas, en su pueblo natal de Algarrobo en Málaga, cultivaba tanto la vid como el olivo. Desde su llegada a Mendoza y la fundación de la bodega en 1898, esta tradición nunca se dejó de lado, si bien la actividad olivícola comercial en Bodegas López comenzó en los años 30”.

López fue pionero olivícola inaugurando la primera fábrica de aceite de oliva en 1932 en el departamento de Maipú en Mendoza y en la actualidad produce unos 40.000 litros de aceite de oliva virgen extra de primera presión en frío.

“Tenemos plantadas 97 hectáreas de olivos. El resto de la aceituna que necesitamos para abastecer nuestra producción, la compramos a terceros”, dice López.

Patricia Ortiz, dueña de Bodega Tapiz, Zolo y un proyecto vitivinícola en Viedma, que es asesorada por Jean Claude Berrouet, enólogo por más de medio siglo de Chateau Petrus, también decidió apostar a un proyecto consociado.

“El negocio del aceite es difícil pero que nos seduce bastante. Hacemos unos 10 mil litros propios y después elaboración para terceros otros 10 mil litros más”, señala Ortiz.

Otra bodega que también está trabajando en el negocio del aceite de oliva es Lamadrid.

“Guillermo García Lamadrid, en Puerto Rico, tiene 15 restaurantes y en 2005 cuando llegó a la Argentina, trabajó la idea de tener su propio aceite para ser comercializado en Puerto Rico. La idea fue comenzar con un aceite de Mendoza. Entonces empezamos con un varietal de Arauco para luego cambiar un blend”, cuenta Héctor Durigutti, socio con Lamadrid en la bodega.

“Estamos haciendo unas 5.000 botellas por año. Unas 1.500 se comercializan en Argentina y el resto va a Puerto Rico y algo también a Estados Unidos”.

Durigutti, al igual que el resto de los empresarios que apuestan a este producto saben que la clave es la calidad. En Argentina el consumo per cápita se estima en 140 ml por habitante por año, en tanto en España ese valor supera los 13 litros per cápita.

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