A la vitivinicultura déjenla crecer en libertad

Tenemos que tener en cuenta que hacer algo que trascienda, en todos los ámbitos, lleva tiempo y trabajo.

En la viticultura argentina observo un presente que trasciende y un buen pronóstico del futuro. En la actualidad, se han creado infinidad de elementos útiles en toda la cadena de valor, como por ejemplo la generación de puestos específicos de trabajo con su consabida especialización de los insumos que se requieren para lograr el objetivo final; es inconmensurable (corcheras, tapones sintéticos, imprentas, diseñadores gráficos, cartoneras, aserraderos para cajas de madera, insumos enológicos, metalmecánica, etc). Pues esta actividad ha llevado ya al diseño de máquinas y herramientas con resultados altamente competitivos (léase, bombas, fraccionadoras, tanques de acero inoxidable y cemento, etc); se han involucrado también las empresas constructoras y los estudios de arquitectura.

Se ha despertado el interés por la especialización y el profesionalismo, el enseñar y aprender a beber vino (la carrera de sommeliers, el periodismo especializado, etc). Y también podemos destacar que hay cada vez más interesantes emprendimientos en los confines de los faldeos de la Cordillera de los Andes.

Desde lo técnico, podemos decir que es fantástico lo que se ha logrado desde los estudios del terroir, riego, selección de clones, manejo de los mismos, siendo el resultado final la calidad de los productos con reconocimiento mundial por su alta tipicidad y, valga la redundancia, calidad en todos los estamentos.

Hace años la Argentina era una estadística de consumo (orillo los 90 litros/año/capita) y suma de hectáreas cultivadas. Hoy se la reconoce por su tecnología y la alta calidad de sus productos en diferentes zonas y sus profesionales, obsesionados sanamente en aprender más y compartir. En Mendoza, por ejemplo, existen cuatro entidades dedicadas al rubro del estudio y especialización en esta industria, sin contar la avidez por cursos cortos o maestrías integradas con entes extranjeros, sin dejar de lado la calidad de la mano de obra que se integra a este proceso.

El reconocimiento a todo este mundo no solo lo da la calidad del producto sino también la radicación de empresas extranjeras dedicadas a este rubro, en toda la cadena tanto de insumos como de producción.

Este esfuerzo hace recordar el famoso dicho pergeñado hace tiempo: “a la vitivinicultura dejenla crecer en libertad”, y la mejor ayuda es dejarla volar, a ella y a sus actores para alejarla del comodity y acercarla a su potencial.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA