“Te quito una foto”

“Te quito una foto”
“Te quito una foto”

Levantá la frente, así, no, un poco más abajo porque así se te ve e chichón y pareces una especie de elefante …. mirá hacia arriba, hacia el extremo de los edificios aquellos, casi al sol pero nunca directo-directo porque te estalla la cabeza, no seas tímida cuando no corresponda, seguí mi mano, déjame sostener tu rostro con mi mano, así, ¿ves?, mansa carás tenés, delicia, onda no parpadear, así que los ojos brillen y se sequen, me gusta cuando sobre la bola aceitosa que es tu ojo se forma una especie de membrana de sequitud, no te vas a quedar ciega, no seas no profesional, necesito que reflejen esos ojos todo el mundo, no tengas miedo, nadie puede vernos, no te hagas problema por los demás, esto me trae tantos recuerdos, recuerdos de la época donde primaba la experiencia, tanto recuerdos que quisiera ahogar algunos, no en el agua, sino con mis propias manos, no tiembles, el miedo puede hacerte visible, no temas a nada, ni a nadie, ni a ninguna palabra; temé pero en soledad; yo por ejemplo soy feliz, estoy feliz pero tengo miedo, ten cuidado con el sol, si llega a las pupilas todo acabó, demasiado brillante, demasiado puede ser fatal; quédese así, bien quieta, ensaye todos los grados probables de inmovilidad: un dibujo incompleto, una porción de helado, mansos labios, mansa piel, no hablés, tus palabras deshacen una especie de armonía, ah…que delicia de paisaje eres, lo más hermoso son mis manos también, mis dos manos poniendo tu ser en posición, acomodando tu contorno, vos apareciendo frente a mí como aparece la figura de un rompecabezas: despacio, certero, temeroso; y ese minúsculo centímetro tuyo, ese pedacito de terreno entre el ojo y la sien, comienza a latir, eso no puede ser, los movimientos involuntarios no son buenos, lo único deseable es la inmovilidad extendida, como un galgo antes de salir corriendo, pensá en otra cosa, en nadie, sonreí, aunque no quieras hacerlo, aléjate del sol, no cierres demasiado los ojos, que no aparezcan las arrugas, NO por favor, deténte, se está desarmando todo, mi trabajo de años, por favor deténte, detén ese aleteo, ese pulso silencioso, cuidado, no te acerques demasiado al sol, ¡Dios!.

¡Comienza a desaparecer!, debo alejarme despacio, en silencio, en puntas de pie, ya no puedo hacer nada, fíjense sino en ese ave, apenas sabe que hay alguien ahí tirado, con el rostro fruncido, tomándose con fuerza la cabeza entre las manos. Únicamente lo que ya sabíamos o practicábamos a los quince años constituirá algún día nuestro atractivo.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA