¿Quién arroja a dos viejitos vivos a un canal por 5 ruedas?

Una pareja de cartoneros está acusada de matar cruelmente a dos jubilados para robarle el auto, del que sólo se quedaron con las ruedas. Ambos son muy jóvenes, semi analfabetos y viven en la miseria. No tenían antecedentes. Un análisis más allá del hech

¿Quién arroja a dos viejitos vivos a un canal por 5 ruedas?
¿Quién arroja a dos viejitos vivos a un canal por 5 ruedas?

Hace exactamente una semana se producía uno de los crímenes más despiadados de los últimos tiempos en la provincia.

Tal vez el hecho de que víctimas y victimarios no eran conocidos -sumado a la desgracia del caso de la hermana del ministro Matías Roby- hizo que el hecho prácticamente pasara como uno más de los muchos sucesos en los que alguien le quita la vida a otro en Mendoza.

Pero para muchos expertos en estas lides, el hecho de ningún modo fue “uno más”. El domingo por la mañana, la pareja de jubilados Paulina Bronzini y Antonio Ortega (ambos de 76 años) se fueron, como lo hacían a menudo, a comer algo en las inmediaciones de la Virgen de Lourdes, cerca de las rutas 7 y 40 de Agrelo, en Luján. En esa ocasión la pareja llevaba un pollo para asar. La pareja iba en su Citroën C3.

Entre el mediodía y la tarde, por ese sitio aparecieron Alfredo Osorio (21) y Carolina Olmos (23, embarazada), una pareja de cartoneros que se movilizaban en una carretela tirada por un caballo famélico. Con la pareja viajaban “entre dos y tres chicos menores de edad”, relata el fiscal Santiago Garay.

Hacia la tarde, los hijos de los jubilados se preocuparon porque sus padres no regresaban e hicieron la denuncia de sus desapariciones.

Los efectivos ya estaban al tanto de que operarios de la planta potabilizadora ubicada en Zapata y Chile, en el distrito de Cruz de Piedra, habían hallado los cuerpos de dos personas.

En las primeras horas del lunes, los cuerpos ya habían sido identificados: eran los cadáveres de los jubilados. Luego el Citroën C3 apareció quemado y sin ruedas a la vera del río Mendoza, muy cerca del Bajo Luján.

Los policías, que tienen contactos en todos los barrios conflictivos, llegaron rápidamente a la conclusión de que los autores del hecho vivían en esa villa.

No fue difícil detener al cartonero Osorio y a su pareja Olmos, "ambos extremadamente pobres y con aparentes problemas de adicción", dijo Garay a Los Andes.

Mientras tanto, los datos aportados desde el Cuerpo Médico Forense indicaban lo más terrible y que ya se sospechaba: tanto Paulina como Antonio habían sido arrojados con vida al canal San Martín.

La pesquisa siguió y se llegó a detener a dos personas más: un menor de 17 años y un hombre de 23 (ambos igualmente marginales y del mismo barrio) y el fiscal Garay les adjudicó el delito de encubrimiento, aunque están a punto de recobrar la libertad.

Teorías

Acerca de cómo y exactamente cuándo ocurrieron los hechos es bastante lo que se ha dicho pero poco lo que se ha comprobado. Una de las ideas es que todo fue al voleo, que los cartoneros vieron a los jubilados y que ahí mismo llevaron adelante su plan para quedarse con el auto.

Otros policías indicaron que la chica Olmos se quebró y delató a su pareja, “pero de momento nada de eso se ha comprobado”, contó un detective a este diario.

Lo que une a los acusados con el doble crimen es suficiente como para que estén imputados: “Se les encontraron elementos pertenecientes a las víctimas en su casa, ropas con manchas de sangre y otros indicios”, siguió la misma fuente.

Sin experiencia

Más allá de lo cerca que está de tratarse de un “caso cerrado”, tanto al fiscal Garay como a muchos de los efectivos policiales les ha llamado la atención el perfil de esta clase de bandidos que ahora tienen tras las rejas.

“Es verdad, no se parecen al delincuente común con el que tratamos a diario. Esta es gente muy pero muy pobre, sin educación, que se dedica al cartoneo y que de un día para otro comete este hecho tan atroz”, dijo Garay.

A los efectivos expertos también les llama la atención el grado de “torpeza” a la hora de llevar a cabo el golpe: “Según testigos, tuvieron el C3 en la puerta de su precaria casa buena parte del domingo para después prenderlo fuego. Eso es algo que a un delincuente común no se le escapa”. Es decir que no fue complicado dar con ellos: dejaron huellas de lo que hicieron por doquier.

En materia de psiquiatría, para el experto Juan Reboredo, la pareja acusada actuó envuelta en la “teoría de la oportunidad”, “que es cuando se juntan estos tres elementos: la motivación a delinquir, un objetivo alcanzable y la ausencia de un guardián que impida el hecho”.

En ese sentido, Roboredo indica que Osorio y Olmos “son potencialmente peligrosos”, más allá de la condición humilde de ambos.

El comisario Fernando Rosa, a cargo de Investigaciones, indicó a Los Andes, al margen de las connotaciones morbosas y amarillistas que se le puedan achacar a este terrible doble crimen, que "se trata de dos personas (en referencia a los imputados) que no tenían antecedentes de ningún tipo; nosotros teníamos (solo el dato de) que eran cartoneros".

Entonces, allí donde hubo dos delincuentes pobres y faltó educación, tal como es el barrio donde fueron hallados los sospechosos, en estos días sobraron policías, siendo que siempre escasea la presencia del Estado.

La atención debe centrarse en las condiciones como para que alguien tire al agua vivos a dos viejitos por cinco ruedas de un auto. Como dice el periodista Enrique Symns: “Den la alarma”.

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