¡Que vayan presos ya! ¡Y hablemos de futuro ya!

¡¡Presos ya!!

El humorista Dady Brieva dijo en el programa radial El destape: “A veces pienso que sería bueno que Cristina Fernández  y Julio De Vido fueran presos así Macri tiene que demostrar qué hace de verdad en su presidencia”.

Este comentario refleja a mi juicio lo que hoy necesita con urgencia nuestro país: fin de la impunidad y avocarse los responsables (oficialismo y oposición, empresarios y sindicalistas etc) a  los graves problemas que nos aquejan con el Presidente a la cabeza.

Este clamor por el fin de la impunidad resulta más que justificado a la luz de los hechos que cotidianamente conocemos, por lo que la lentitud de la Justicia no resulta tolerable atento que dicho reclamo, por numeroso que sea, no puede suplir la sentencia de un juez.

No puede ser que un país con todos sus dramas a cuestas esté demorado en la resolución de los mismos por una inexplicable morosidad de nuestros jueces. Esta discusión sobre quiénes deben o no ser condenados sólo la puede saldar la Justicia si queremos ser un país serio, con fuerte impronta republicana. Siempre el interés de la inmensa mayoría debe estar sobre el interés de unos muy pocos ciudadanos por importantes que hayan sido los cargos que detentaron. El estado de sospecha subsiste y se acrecienta por la falta de sentencias.

Todos presos, no sólo algunos

En el reconocido derecho de este reclamo de cárcel para Cristina y compañía a que se refiere Brieva no puede pretenderse que estos sean los únicos que deban ir presos, y que los demás son los buenos y los dueños de la moral.

Deben saber, y explico la dureza del lenguaje que utilizo en la necesidad de ser claro, que no puede admitirse que en este querido país los únicos que roban y robaron son los peronistas y los negritos. Primero, porque de ninguna manera eso es verdad; segundo, porque a los que somos una u otra cosa, o las dos, no nos pueden pedir que en silencio contemplemos cómo nos agravian sistemáticamente.

El grueso de la corrupción política pasa por el manejo de la obra pública y los subsidios a determinadas actividades económicas. En uno y otro caso, el actor principal es el o los políticos que la fomentan, pero también los que se beneficiaron con la ilicitud a los que les corresponde la misma pena.

Que quede claro entonces: todos los responsables presos ya, sin distinción de banderías políticas ni origen social.

Las víctimas y los victimarios

En este desgraciado proceso de reiteración de crisis que sufre el país en las últimas décadas y cuya principal responsabilidad cabe a los gobiernos de turno, obviamente también al que terminó en diciembre de 2015, la víctima principal, y por cierto injusta, es ese 30% de conciudadanos pobres que padecen esa situación. Pero hubo también minorías que se enriquecieron sistemáticamente y en muchos casos utilizaron cuanto menos artilugios que las ponían al límite de la ley. Podría nombrar empresas y sectores, por cierto pocos y concentrados. Y permítaseme nombrar sólo a una, y por supuesto la elección no es al azar ni ingenua, pero no por ello menos verdadera: el grupo Macri.

Duros y claros, sobra y estamos hastiados de tanta corrupción, pero no se nos ocurra que sólo un sector, un grupo político, fue el único y exclusivo culpable, y los otros “exitosos” económica y socialmente son los buenos y los morales.

Nos alienta en este complejo y doloroso proceso el que se haga al fin justicia con fallos que condenaron a los autores militares y civiles de los delitos de lesa humanidad. Tarde pero llegaron. Los condenados no son peronistas ni “negritos”, sin perjuicio de que alguno habrá, pero su pertenencia principal no es a ninguno de estos dos sectores.

El futuro

Recuperar el equilibrio macroeconómico resulta imperativo y urgente. Esto hace a la existencia y viabilidad de un país y las posibilidades de que el mismo sea más justo. Sólo los buitres pueden no coincidir con este objetivo, y los hay, aunque pocos.

Estábamos consiguiendo ese equilibrio allá por 2009/10 y comenzamos a perderlo a pasos acelerados y no por factores externos. Esto a mi juicio hay que decirlo fuerte y el peronismo debe asumir su error, porque para salir del trance no se puede insistir en recorrer el mismo camino que nos llevó a esta situación.

Pero igual de cierto que esto es que las políticas implementadas por el actual gobierno no nos están llevando a recuperar ese tan ansiado y necesario equilibrio. Algunas de ellas han demostrado en tiempos relativamente recientes su fracaso. Me refiero a la insistencia en controlar la inflación con la receta exclusivamente monetarista de elevar las tasas de interés que permiten amasar ingentes fortunas a los especuladores de siempre. O el altísimo endeudamiento externo a tasas impagables destinadas a gastos corrientes. Como así también la anárquica reducción de subsidios a elementos básicos del consumo popular como es el transporte y la energía, mientras otros sectores aumentan sus ganancias por encima de las que esas mismas actividades reciben en economías más ordenadas que la nuestra.

El centro del debate

A mi criterio hay que bajar el gasto público, aumentar la recaudación, alentar el consumo de los sectores más desvalidos. Fácil de decir, ¿cómo hacerlo? Hay experiencias dispersas en el mundo que algo similar han logrado. Sin ir mucho más lejos, Chile, Perú, Ecuador y aún Bolivia han logrado estabilidad macro y mejoras de algunos indicadores sociales.

Este tema es urgente y de difícil resolución. No podemos postergarlo porque alguien por importante que sea vaya preso, ni por la discusión farisea sobre quiénes somos los buenos, los morales y quiénes los malos y los inmorales en esta nuestra triste historia reciente. Mientras siga esa cantidad desmesurada, absurda, de pobres, culpables somos todos, mucho más los que tenemos responsabilidades dirigenciales tanto de lo público como de lo privado.

¡¡Hay que avocarse al futuro ya!!

Las opiniones vertidas en este espacio no necesariamente coinciden con la línea editorial de Diario Los Andes.

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