“La Traviata” agotó las entradas en Mendoza

Si no hay ópera en Mendoza, no es por falta de público. San Juan ya se jugó por una sala formidable y nos gana la partida.

Antes que nada, lo obvio: No es fácil llenar un Teatro Independencia, y menos cuatro. Menos aún antes del estreno. Y otros agregarán también: "¡y menos con una ópera... y con artistas locales!". ¿Que a pocos les interesa este tipo de espectáculos? Bueno, la boletería de esa sala viene a decir todo lo contrario. "La Traviata", sueño proyectado, desplazado y ahora hecho realidad, agotó todo. 

Cuatro salas llenas suman casi tres mil localidades. Es decir: lo que convoca en general (sin llenar) un recital "masivo" en el Stadium de Arena Maipú. Y aquí no contamos a los que "llegaron tarde" para comprar su ticket.

Sea como fuere, aquí la discusión es otra¿por qué en nuestra provincia este género es tan poco visitado? El argumento de que la ópera no es "música popular", y que por eso requeriría, eventualmente, menos inversión estatal fue sepultado hace rato. Por pasión genuina o por esnobismo, este tipo de producciones siempre han tenido buena respuesta en la provincia. Ahora, cuatro funciones agotadas vienen a demostrar que aquí, ante todo, hay avidez.

Pero vayamos más allá. En una provincia donde tradicionalmente funcionan dos temporadas paralelas de música orquestal, con una buena agenda de conciertos de música de cámara (¡incluso un festival!), con coros distinguidos alrededor del mundo, con una estirpe teatral notable y un festival de renombre nacional, como lo es Música Clásica por los Caminos del Vino, es por lo menos contradictorio que las producciones operísticas de los últimos 17 años apenas lleguen a contarse con dos manos. 

Es que la ópera, como sabemos, conjuga estos elementos y algunos más (como danza y poesía), suponiendo siempre un desafío enorme a la hora de producirse y montarse.

Y aquí hay un punto desde donde se puede asir el tema: mucho más que cualquier recital, una ópera necesita la "concertación" de muchos recursos artísticos, de mucho ensayo y, además, de cantantes; que no sobran, justamente. Sin embargo, en muchos lugares se montan en co-producciones, y el cachet de un buen cantante (y en Buenos Aires hay muchos) no son más impagables que el de un artista de rótulo "popular". Aquí hay que insistir y encontrar, entonces, productores que "se animen".

Porque sí, se necesita de una gran cantidad de recursos económicos, de más está decirlo, pero con Estado, auspiciantes y público (en este caso, dispuesto a pagar fácilmente una entrada de $200 y $300) parecería que los números cierran en principio (aunque la cultura, valga aclarar, nunca deba reducirse a un asunto de oferta y demanda).

Destaquemos aquí el excelente trabajo de Verónica Cangemi en su Opera Studio, que ya ha ofrecido interesantes producciones, como la exhumación de una rara ópera de Stradella. Sin embargo su camino (como expresó en entrevistas a este medio) está enfocado antes que nada en una sólida formación barroca, un estilo que considera básico para cualquier formación vocal pero que -al menos en estos pagos- está lejos de ser el más popular. La ópera, en su forma más mediatizada, es romanticismo, voces grandes y una alta dosis de espectacularidad.

Y es que aquí, lector, donde anidan nuestras limitaciones: pese a ser uno de los polos culturales más importantes del interior del país, Mendoza no tiene ninguna sala con infraestructura adecuada para este tipo de espectáculo. 

Recordemos: desde principios del 2000 hasta su cese de actividades, en el 2007, solo el Teatro Mendoza podía albergar una escena y una orquesta de las proporciones que exigen las obras más populares del repertorio (allí se representó una memorable “Traviata” en 2004 y una recordada “Tosca” también, en 2006).

Desde ese entonces, los intentos de llevar una ópera al Independencia siempre implicaron una orquesta reducida (como lo estará hoy): “L’elisir d’amore”, “Lucia di Lammermoor”, “Rigoletto” y “Aurora”, por ejemplo. Y también recordemos los deseos, más pintorescos que viables, de que el Frank Romero Day reciba alguna de estas producciones.

Y es aquí donde aparece la comparación odiosa, porque éste es un tema que San Juan acaba de solucionar. Y lo hizo hace pocos meses nomás, cuando inauguró el Teatro del Bicentenario, una impresionante sala que este año ya se animó hasta programar (y con éxito rotundo, destaquemos) una temporada de ópera y de ballet. Cuatro módicos títulos en cada una, pero más que suficientes. Algo impensable en esta humilde porción de Cuyo todavía.

Y no solo eso: ese teatro sanjuanino aceitó todas las formas de lograr financiamiento y calidad, ofreciendo co-producciones con el Teatro Colón, el Teatro Argentino de La Plata y el Teatro Municipal de Santiago de Chile (que tiene producciones igual e incluso a veces más "estelares" que la de nuestro gigante porteño).

Parece evidente que, más allá de la voluntad política, la "voluntad económica" y los recursos vocales que se puedan convocar, cualquier proyecto serio de traer ópera hasta esta tierra chocará tarde o temprano con una limitación estructural. Y es un problema que también se extendería al ballet con orquesta en foso e incluso (¡extraña coincidencia!) con una buena cantidad de los espectáculos de revista porteña, para los que incluso el escenario del Teatro Plaza queda chico.

Mientras, seguirán las orquestas reducidas y las limitaciones en el repertorio. Mientras, las óperas seguirán siendo acontecimientos esperados y espaciados, aunque el público lo demande, agote, y aplauda más y más.

"La Traviata", de Giuseppe Verdi (1853)
Ópera en 3 actos con libreto de Francesco Maria Piave, adaptado de "La dama de las camelias", de Alejandro Dumas hijo.

Solistas: Graciela Armendáriz, soprano: Violetta Valéry, cortesana parisiense; Ricardo Mirabelli, tenor: Alfredo Germont; Pablo Rossi Rodino, barítono: Giorgio Germont, padre de Alfredo y, como solistas con roles secundarios, Mariana Rodríguez Rial, soprano: Flora Bervoix, amiga de Violetta; Jimena Semiz, soprano: Annina, criada de Violetta; Mariano Leotta, tenor: Gastone, Vizconde de Letorieres; Rubén Caparotta, barítono: Barón Douphol; Ignacio Ojeda, bajo: Marqués d'Obigny; Marcelo Hernández, bajo: sirviente y Rodrigo Olmedo, tenor: Giuseppe, sirviente de Violetta.

Coro de la Ciudad de Mendoza, dirigido por Ricardo Portillo. Ballet de la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza, dirigido por Franco Agüero. Orquesta Filarmónica de Mendoza, dirigida por Gustavo Fontana. 
Dirección de escena: Willy Landin. 
Funciones: hoy jueves 15, viernes 16, domingo 18 y martes 20 de junio, todos los días a las 20.30. 
Lugar: Teatro Independencia (Chile y Espejo).
Entradas agotadas.

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