“La línea es mi cantante”

En el marco del 2° Mercado de Ilustración de Mendoza en el Le Parc, se inauguró esta muestra que abreva en los tres universos por los que circula la imagen de Casciani: la caricatura, la pintura y la ilustración. Más de 60 obras que dan cuenta de todo su

“Me gustaría que mis cuadros se vieran como si un ser humano hubiera pasado por ellos como un caracol, dejando un rastro de la presencia humana y de la memoria del pasado, igual que el caracol va dejando su baba”, decía Francis Bacon.

Esa idea orgánica de la expresión es una de las guías que asume Andrés Casciani para su obra. La otra le viene de Björk: “cuando empezó a hacer música electrónica, si alguien la criticaba porque las máquinas no tienen alma, ella respondía: ‘si algo no tiene alma es porque nadie se dedicó a ponerla ahí’”, dice Andrés.

Esa es su síntesis: el rock y la acuarela, la internet y la espesura la espátula, la velocidad de la circulación y la fijación de la imagen. Entre esta amalgama de opuestos laten las obras de Andrés Casciani: un poco artista visual y otro tanto caricaturista, ilustrador o historietista. Pero siempre, y en todos los casos, el nervio de la expresión pulsándose a fondo.

Ahora, quienes paseen por el Le Parc, podrán constatar estas fusiones en la megamuestra que hace pie allí hasta el 20 de julio. “Veníamos pateando la idea de hacer una muestra grande, pensada de antemano, como una retrospectiva de las exposiciones que vengo haciendo hace rato -repasa Andrés-. Y surgió esta posibilidad de inaugurarla en el marco del MIME (Mercado de Ilustración de Mendoza, que funcionará en ese espacio cultural hasta el domingo)”.

“3 Mundos”, así se llama esta exposición que incluye más de 60 obras en distintos soportes: caricatura, ilustración y pintura; y que se asienta en tres temáticas que Casciani ha venido desarrollando en paralelo: “Semillas”, que comprende obras digitales sobre temas relativos a los Derechos Humanos; las pinturas, basadas en poemas de Hugo Mujica y Atahualpa Yupanqui; y las caricaturas de figuras del arte y la cultura.

-¿De qué va cada uno de estos tres mundos?

-En “Semillas” lo que hay son obras digitales sobre derechos humanos, son ilustraciones que vengo haciendo desde el año pasado. Hay algunas de las sesiones de los juicios lesa humanidad que hice en vivo. Son dibujos que hice y que han sido intervenidos digitalmente.

-Estos dibujos en vivo, ¿funcionan como un "retrato hablado"?

-Sí. La idea surgió de Pablo Salinas (uno de los abogados que está trabajando en las causas por delitos de lesa humanidad). Me propuso hacer una especie de crónica ilustrada del juicio. Fui a una sesión, dibujé en vivo, pero la idea era darle un enfoque más artístico, aún cuando son retratos de testigos, el jurado, los abogados. Pero tienen un elemento artístico, no solo documental.

-¿Cuál es ese enfoque artístico?

-Subyace ahí la idea del arte panfletario, yo busqué que desde lo formal la obra comunique esa idea. Son dibujos previos, con tinta, carbonilla... que luego he pasado a lo digital y he retocado con esas herramientas. La idea también es que sean transferibles por internet, de rápida y fácil circulación.

La reproductibilidad infinita de la imagen que anula la inquietud perceptiva, la superabundancia de la información que censura por exceso, la reiteración que desactiva contenidos y formas son asuntos que, veladamente, también navegan como problemáticas a intervenir en la obra de Andrés.

De ahí su voluntad de fusión entre la pintura, gestada en un taller tradicional, y los recursos propios de un internauta: el photoshop, por ejemplo. Manchas, bocetos, tintas, acuarelas son resignificadas después entre los píxeles de su máquina. “No soy un artista que se dedica hacer exposiciones, ni sólo un ilustrador, ni sólo un caricaturista”, dice.

¿Será por eso? No; hay más, él lo explica: “Siento que, ante el caudal de información que circula por el mundo virtual, lo que falta es la sangre, la pasión de la expresión, de lo visceral, de la creación propia. Me interesa esa idea de meterme como un Caballo de Troya en ese proceso de viralización de la imagen”.

-¿Qué buscás que surja de esa fusión?

-Un lenguaje visual veloz, orientado al uso de internet y las redes, que te convierte en algún punto en un cronista que 'narra' con la ilustración, o la caricatura. Pero también está mi interés artístico, una búsqueda estética que pretende rescatar el dibujo expresionista de los '70.
Saltan referencias inevitables: Carlos Alonso, Hermenegildo Sabat, Luis Scafatti, Carlos Nine.

-¿Y dónde estás vos, tu firma, en esa pretensión de rescate?

-Si bien uno se intuye, y va buscándose a través del camino, el rasgo genuino es una línea con algo nervioso y expresivo. Busco reconocer a la persona en la vibración de su línea. Uno no puede esconderse en la línea, se lee lo que sos. Por eso no le temo a los errores y torpezas, sino que busco ahí la verdad. Ahí está la clave de mi intención. La línea es el cantante en mi obra, y el resto de los recursos, acompañamiento.

La música también es un rasgo presente en la obra de Casciani (él es hijo de Walter, saxofonista y referencia obligada del jazz en Mendoza). Y está presente como temática en sus caricaturas, pero también desde la concepción del dueto, el trío, la banda de rock y las melodías. No es casual que Atahualpa Yupanqui y sus poemas sean parte de su obra.

-¿Cómo trabajaste las obras inspiradas en él y en Mujica?

-Me pareció un desafío tomar a estos dos tipos de poesía, tan alejados de lo que yo hago, para trabajar esta idea de un expresionismo visceral. Mujica es minimalista, tiene un manejo del silencio y de la espacialidad que está lejos de mi laburo sobrecargado, agresivo, más directo y gritón. Yupanqui me atrajo por ese ideario más tradicional, de figura de mármol, con que se lo suele asociar. Me atraía visitar esas poéticas desde mi lenguaje.

-¿Qué ha quedado?

-Una riqueza que no se generaría de mi laburo en solitario, si inventara yo una imagen de la nada. Fijate que, aunque la figura humana es central para mí, en la obra sobre Mujica hacia una cierta abstracción, una ilustración libre. Es la idea del dueto, a mil.

En Casciani las caricaturas, no son “caricaturas”. Hay un juego de intervenciones, de fusiones que la fuerzan hacia un terreno diferente, sin perder su esencia de género.

Ilustrador de revistas rockeras (como la Zero), de relatos, de historietas, de discos o libros; ahora mismo está embarcado en un proyecto de novela gráfica, con Santiago Sánchez Kutika, que se editará por Hotel de las Ideas, un colectivo de guionistas que plantean la historieta desde el texto. Animador digital en películas o clips. Andrés Casciani traza su gran firma expresiva en cuanto soporte la admita.

El MIME se reedita

El Mercado de Ilustración de Mendoza tuvo tanto éxito en su primera edición que va por más.

MIME se convirtió en el primer espacio mendocino de encuentro entre ilustradores y público en general, que reúne en un mismo lugar muestras, feria con stands para la venta de obras y conferencias, con el objetivo de intercambiar información, estimular negocios y presentar al público en general el gran potencial de esta industria que crece en nuestra provincia.

Hoy y mañana, continúa en el espacio Le Parc (Mitre y Godoy Cruz, de Guaymallén) donde, además de Andrés Casciani, casi un centenar de ilustradores expondrán sus trabajos.

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