¿Bajar la edad de imputabilidad?

Sin dudas, el crimen de Brian hace unas semanas hizo que el gobierno de Macri, casi para dar un golpe de efecto, planteara, como si fuera una solución mágica, bajar la edad de punibilidad, esto es, disminuirla de 16 a 14 años; nada nuevo... pero vamos por partes.

Contextualicemos la discusión. Lamentablemente en la Argentina no contamos con información sólida que nos permita monitorear la delincuencia juvenil. Quizás una de las estadísticas más serias, la de Naciones Unidas, señala que de 1.900 asesinatos anuales sólo el 10% sería de jóvenes, y de ésos no llega a 1% el delito cometido por adolescentes de entre 14 y 15 años. Observemos el porcentaje absolutamente reducido de adolescentes que delinquen…

Unicef señala que sólo el diez por ciento de los adolescentes privados de la libertad en 2015 recibió una condena. La mayoría de ellos fueron acusados por robo o tentativa de robo y tiene entre 16 y 18 años. Advirtamos el tipo de delito y la vinculación con la pobreza...

El informe de Unicef destaca que en 2015 hubo 3.908 jóvenes alojados en establecimientos punitivos (cárceles, institutos, programas ambulatorios). “Esta cantidad representa 0,14% del total de la población de 14 a 17 años del país”, lo que ratifica el número bajo de adolescentes que delinquen.

Por otro lado, es casi un mito que los jóvenes, por ser inimputables, entren por una puerta y salgan por otra, ya que los jueces penales de menores se reservan la competencia tutelar, por lo que pueden tomar “medidas tutelares”, alojar con privación de libertad en institutos de menores, medida que se toma en un proceso judicial tutelar, sin ninguna de las garantías del debido proceso, por lo que muchos jóvenes están en peores condiciones que los mayores (sin defensor, sin imputación, sin fiscal, sin nada).

Considerando que el gobierno de Macri lograra bajar la edad de imputabilidad, habilitaría la existencia de chicos de 14 años en la cárcel, ya que cualquier sistema privativo de la libertad es eso, una cárcel, por más que lo llamemos de otro modo.

Ya en una nota anterior describíamos los datos de la población carcelaria en Mendoza, que es predominantemente masculina: aproximadamente 93% son varones y cada vez más jóvenes (casi 45% tienen entre 18 y 29 años y con pobrísimas trayectorias escolares). ¿Se imaginan qué pasará con esos adolescentes de tan sólo 14 años en las cárceles? ¿Podremos rehabilitar el lazo social luego de una “estadía” en la cárcel? Sinceramente... ¿es la solución? ¿Más hacinamiento al hacinamiento que ya tenemos en nuestras cárceles? ¿Se trata de llenar las cárceles de más jóvenes pobres?

A modo preliminar de conclusión. Da la sensación de que la propuesta del gobierno de Macri es, por lo menos, poco seria y oportunista, en el sentido de que largar por los medios el anuncio de bajar la edad de imputabilidad sin otras medidas no es, claramente, una propuesta seria.

La democracia argentina tiene una gran deuda con los adolescentes, que es la de contar con una ley de responsabilidad penal juvenil en el marco de un amplio debate sobre las causas de la violencia juvenil, sus manifestaciones delictivas, planteando una clara política de Estado con la mirada puesta en nuestros jóvenes que permita ampliar lógicas de inclusión y de prevención del delito.

Se hace necesario un tratamiento especial para los jóvenes que, claramente, no pueden ser tratados de la misma manera que un adulto. Como así también derogar la horrorosa ley de ejecución penal juvenil 22.278, sancionada en la dictadura y que regula la ejecución de la pena para los jóvenes desde una ideología propia de la situación irregular.

Con una ley, ya lo sabemos, no se resuelve mágicamente una situación estructural, es un paso, y conjuntamente destinar mayor inversión social (que claramente no es un gasto) en educación y salud priorizando el segmento de los adolescentes, con la mirada puesta en el tratamiento y rehabilitación del lazo social en jóvenes.

Como señala Nisl Katsberg, “si un chico de 14 años mata a alguien, tiene que haber habido todo un sistema de adultos que no funcionó y otro sistema de adultos que se aprovechó de él. (...) en vez de nosotros, como adultos, reconocer que hemos fallado, estamos queriendo caerles a los adolescentes con castigo”.

Hay temas en los que debemos ser categóricos y no permitirnos ambigüedades; éste es uno. Aun advirtiendo que todos los gobiernos desde el retorno a la democracia poseen algún grado de responsabilidad... la cárcel para nuestros adolescentes no es la solución. Salvo que estemos en un país donde la construcción de las políticas públicas haya sido reemplazada por anuncios mediáticos y oportunistas...

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