Hoy te presentamos la silla LC4

En esta nueva serie de notas abordaremos, uno por uno, los diez muebles más icónicos de la cultura del diseño. Hoy es el turno de la silla diseñada por Le Corbusier junto a Charlotte Perriand y Pierre Jeanneret.

“Una casa es una máquina para vivir. (…) La casa debe ser el estuche de la vida, la máquina de felicidad” (Le Corbusier).

La LC4 es una auténtica “máquina para descansar”, como la definió Le Corbusier. En la historia de uno de los muebles más icónicos de la cultura del diseño es fundamental una mujer, una arquitecta francesa a la que cada vez se le reconoce más su influencia.

Esta chaise longue francesa, “silla larga” o “hamaca” es uno de los íconos universales del mobiliario y del diseño en general. Aunque se la conoce con el nombre de la LC4 de Le Corbusier, la realidad es que fue un diseño del suizo-francés junto a Charlotte Perriand (arquitecta y diseñadora francesa) y Pierre Jeanneret (arquitecto y diseñador suizo, primo además de Le Corbusier). Los dos últimos colaboraron en el estudio parisino de la rue de Sèvres de Le Corbusier durante casi diez años. Perriand fue específicamente la responsable del mobiliario y el diseño de interiores de los proyectos del estudio.

Fue el inicio del mobiliario a medida. La tumbona fue creada como parte del mobiliario para la Villa Church, una vivienda proyectada por Le Corbusier en Ville d’Avray, aunque oficialmente fue presentada en el Salón de Otoño del Diseño de 1929. Fue el primer camino de “La machine à habiter” (La máquina para habitar) un concepto mucho más amplio concebido y mejorado por Le Corbusier a lo largo de su vida como la definición perfecta de vivienda, donde debía primar el componente funcional, en consonancia con su arquitectura racionalista y depurada.

Perriand, según han pasado los años, ha sido puesta en valor y reconocida como la gran cabeza pensante que supo trasladar el universo Le Corbusier a objetos cotidianos: sillones, mesas, sillas, estanterías, armarios, banquetas... llenos de modernidad, tradición y funcionalidad, junto con un interés por el uso de formas orgánicas fruto de su amor por la naturaleza.

Un poco de la vida de la famosa co-equiper de Le Corbusier

Charlotte Perriand nació en París en 1903. Sus padres eran un sastre y una costurera. Tras ganar una beca, a los 17 años entró a estudiar a la Escuela de la Unión Central de Artes Decorativas. En 1926 presentó un conjunto de muebles en el Salón Anual de la Sociedad de Artistas Decoradores, recibiendo críticas por haber mezclado madera y vidrio en sus diseños. El conjunto fue comprado por Percy Scholenfield, un comerciante textil inglés, veinte años mayor que ella y amigo de su familia y con quien se casaría unos meses después.

En 1927 Perriand tocó a la puerta del taller de Le Corbusier. Le enseñó su portfolio y el ya famoso arquitecto le respondió, nada cortés: “aquí no bordamos cojines”. Al año siguiente Le Corbusier visitó una exposición y vio los muebles de Perriand. Esta vez la invitó a colaborar con él diseñando el equipamiento de sus proyectos. Perriand sería una asociada, pero no recibiría ningún pago por su trabajo.

En 1929, en una serie de fotografías de aquellos años, se ve a Perriand usando en forma inusual, recostada, el mueble que diseñó: “Perriand dijo que ella misma armó la toma, que Pierre Jeanneret sacó la foto y que Le Corbusier no tuvo ningún papel en la concepción y que ni siquiera estuvo ahí en el momento. Ella insistió en que fue su elección voltear la cabeza, mirando la pared, para enfatizar la silla y no al ocupante.”

El sillón LC4 tiene en cuenta las curvas naturales del cuerpo, es uno de los primeros objetos ergonómicos que, además, se ha convertido en todo un referente del diseño. Para este trío de artistas, funcionalidad y diseño debían ir de la mano. La chaise LC4 está formada por tres cuerpos independientes: la base, como un caballete metálico en forma de H; sobre ella reposa la llamada cuna o tubo metálico moldeado, y por último, el cuerpo del asiento, tapizado en piel de caballo o cuero

Su producción comenzó con la empresa de muebles “Thonet” y “Embru”, y en 1964 el diseñador fabricante de muebles Cassina, con origen en Meda (Italia), adquirió los derechos para fabricar toda la colección de muebles de Le Corbusier y Perriand (hoy sigue siendo el fabricante oficial del sillón más cómodo del mundo). Es tal su influencia que ha pasado a formar parte de la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Pero su trascendencia no se limita solo al lado occidental del mundo. Otra influencia innegable de estos diseñadores se produce con el arte japonés, con quien Perriand estuvo directamente relacionada. Tras terminar su colaboración con Le Corbusier, emprendió un viaje a Japón y Vietnam, donde permaneció hasta 1942. Fue entonces cuando creó la versión Tokyo de la Chaise Lounge L4, fabricada en madera de bambú, que hoy también reproduce fielmente Cassina y que supuso un paso más en su investigación de las formas orgánicas.

Le Corbusier publicó un libro sobre el diseño titulado “El Arte Contemporáneo de hoy”, que detallaba la idea de que los muebles modernos debían ser como una extensión del cuerpo humano. Este objeto-humano, como el libro lo describe, es adaptado a las diversas funciones del cuerpo humano y le permite a la persona que utilice el mueble una mayor libertad de movimientos. Ese concepto inicial de diseño ergonómico, que era relativamente nuevo en ese momento, se hizo más tarde realidad con la creación de varios diseños incluyendo la LC4.

Una de las primeras cosas que la gente nota sobre la Chaise Lounge LC4 es la forma en que se reclina. En lugar de utilizar las palancas y los mecanismos convencionales de ajuste, el marco curvo de acero de la silla se desliza sobre la base que hay debajo del marco, creando así una inclinación. Este sistema es simple, pero ingenioso, y es común para Le Corbusier, que creía que todos los componentes del mobiliario debían tener una o más funciones.

La estructura es fácilmente ajustable, así que puede usarse como una gran mesa de lectura a un lugar perfecto para dormir durante un período prolongado de tiempo. Existe la idea equivocada de la imposible relación entre comodidad y estilo. Sin embargo, contrariamente a esta creencia popular, puede existir, según estos diseñadores, la relación entre elegancia y confortabilidad en buenos diseños. La Chaise Lounge es una síntesis de ergonomía y estética modernista del estilo internacional, mezclando la funcionalidad, simplicidad y ligereza del conjunto, todo en una construcción cómoda y simple en sí misma.

“La extensión del arte de la vivienda es el arte de vivir, vivir en armonía con los impulsos más profundos del hombre y con su ambiente adoptado o prefabricado” (Charlotte Perriand).

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